No entienden el periodismo sin cercanía, sin implicación, sin sentir la historia que relatan. Tampoco sin dar la vuelta al prisma desde el que se acostumbra a observar los grandes temas de la información internacional. El proyecto Tierra Sin Ellas evidencia el sentido de la filosofía de 5W: “Hay que estar cerca”, zanja Anna Surinyach, editora gráfica y fundadora de la revista especializada en información internacional. Tan cerca, que quien se adentra en el especial multimedia, galardonado con el Premio Desalambre, parece irrumpir en esas tres casas azotadas por la ausencia que siguió a la lucha de tres mujeres latinoamericanas por su derecho a la tierra.
Tan cerca, que parece estar observando esas escaleras de la entrada del hogar de María Elsy Angulo, donde Caren Camil comía guabas junto a su madre, y ahora sigue sentándose en el mismo lugar al lado de un espacio vacío, en busca de quien ya no está. A la mujer colombiana la mataron por no pagar el impuesto revolucionario con el que grupos paramilitares extorsionan a numerosas comunidades del país.
“Habíamos visto en prensa local la habitación donde la mataron, y de repente ves esa habitación. Estaba la madre, el marido; todos estaban en esa habitación y, en ese momento, todos se pusieron a contarnos cómo fue, qué paso.... Todo eso surgió en los primeros 15 minutos de estar en la casa”, recuerda Surinyach. Todo eso también forma parte de la realidad que tratan de contar a los lectores: los hechos explicados en profundidad, el contexto, pero también las emociones que despiertan la empatía sin alcanzar el sentimentalismo.
Tan cerca se coloca una cuando lee Tierra sin ellas, que casi puede sentir el pudor de quien pregunta aquello de lo que no se suele hablar por el miedo al dolor que despierta. “Cuando Eileen Truax y Maysun se reunieron con todos los hijos y los hermanos de Lolita Chávez, cada uno empezaron a contar por qué los echaban de menos. Salieron cosas que nunca se habían dicho entre ellos”. Chávez, lideresa del Consejo de Pueblos K'iche por la Defensa de la Vida de Guatemala, tuvo que exiliarse por las amenazas recibidas por su labor.
O la rabia de los seres queridos de María Dominga Mora al pensar qué hubiese pasado si no hubiese sido perseguida por defender las tierras de Marina Kue (Paraguay), si no hubiese tenido que tratarse en la clandestinidad el cáncer que la apagaba. “Fátima E. Rodríguez llevaba años investigando [los abusos ligados a la defensa de la tierra en Curuguaty]. Para ella, volver al sitio con la gente con la que había estado cuando estaba tan involucrada, era un proceso de viaje personal. En el texto se notaba”.
¿Por qué surge Tierra sin ellas?Tierra sin ellas
Fue una idea conjunta de Oxfam Intermón y 5W. Se trataba de profundizar en la lucha de las mujeres por la tierra en América Latina, pero nos costaba mucho definir cómo hacerlo. A 5W nos llegan muchos reportajes sobre este asunto y veíamos que se suele contar desde una misma perspectiva. Las imágenes se repiten: manifestaciones de las comunidades, enfrentamientos con la policía... Queríamos explicar esta problemática desde otro punto de vista. Decidimos escoger tres historias en tres contextos distintos. Colombia, Guatemala y Paraguay, donde buscamos a una mujer que pudiese ejemplificar esa lucha de sus comunidades y de ellas mismas, pero a partir de su propia ausencia.
Contamos el caso de tres mujeres, cuya lucha por la tierra ha provocado que ya no se encuentren en sus territorios. Una de ellas, Lolita Chávez, ha tenido que exiliarse y ahora vive en España. A María Elsy Angulo la asesinaron delante de sus hijos. María Dominga Mora participó en la ocupación de las tierras de Curuguaty de Paraguay y murió de cáncer cuando estaba escondida [de la policía tras matanza de Martina Paredes].
¿Por qué eligieron la ausencia para explicar las vulneraciones de derechos humanos contra las defensoras del territorio?
Está en la línea de la filosofía de pequeñas historias, grandes historias. A través de lo pequeño, generalizamos y entendemos el problema entero. A partir de la investigación, identificamos a mucha gente que desaparece o se ven forzadas a exiliarse en América Latina por la lucha por el acceso a la tierra. Cuando ocurre, esa ausencia no solo se produce en el núcleo familiar: estas mujeres eran líderes de sus comunidades y su partida afecta más allá de las cuatro paredes de su casa.
Cuenta, junto a Marta Arias, la historia de María Elsy Angulo. El relato logra acercarse a la familia como si estuviésemos en esa casa. ¿Cómo llegan a ese nivel de intimidad para ganar la confianza en un momento tan delicado?
El proyecto buscaba crear esa intimidad con ellos, esa cercanía para sentirnos más vinculadas a esa lucha y poder contarlo desde esa posición. Entender lo que conlleva para familias colombianas como la de María Elsy Angulo la desprotección en la que se encuentran las comunidades tras los acuerdos de paz. Si lo hubiésemos contado a través de una radiografía muy extensa, se nos hubiese perdido un poco el hilo. Por eso, en tres semanas de viaje, nos centramos en luchas concretas. La manera de llegar era generar esa intimidad. Y, sobre todo, estar muy metidas en las familias, para aumentar nuestra vinculación e indignación con la lucha. Los textos y las imágenes lo muestran. Se vivían momentos muy fuertes y muy íntimos. Fue uno de los aciertos.
Hay quien cuestiona esa cercanía e implicación en los periodistas. ¿Qué le parece? ¿Se puede hacer periodismo de derechos humanos manteniendo distancia?
Sí… Hay quien lo critica, pero yo creo que tienes que estar cerca. Para contar historias de largo recorrido hay que estar cerca y vincularse.Hay que sentirlo. Por ejemplo, con las migraciones. Cuando llevas tanto tiempo trabajando un tema, es imposible no sentirte vinculado, con diferentes niveles de implicaciones.
A la hora de colocarlo en su lugar, entran los editores, para revisar los textos y las imágenes varias veces, lo que asegura que el relato sea coherente y no quede una cosa muy emocional.
La innovación del formato ha sido uno de los puntos valorados por el jurado de los Premios Desalambre.
Responde a ese impulso de contar de otra manera esta realidad tan abordada. En cuanto al lado visual, pensábamos: qué imágenes te vienen a la cabeza cuando hablas de defensa de la tierra: manifestaciones, enfrentamientos. Teníamos que generar otro tipo de contenido audiovisual para mover algo dentro de quien está leyendo o viendo.
Una de las herramientas que utilizamos es la ilustración animada. Hacíamos contenido fotográfico pensando en reflejar el vacío que ellas han dejado. Hay que darle una vuelta a los temas, algo que solemos hacer en 5W. Como no trabajamos con actualidad, tenemos tiempo de pensar y reflexionar y ver cómo enfocar cada una de las historias.
El especial está desarrollado prácticamente en exclusiva por mujeres. Fotografía, texto, coordinación… ¿Es una decisión consciente o surgió así?
Totalmente consciente. Creíamos que era muy importante que estas historias las contasen mujeres. También para generar intimidad. Al final estás entrando en una realidad muy cercana a las familias y la mayoría de quienes hablaban con nosotras eran mujeres, como sus hijas. Por el hecho de ser mujeres, se generan unos vínculos que les hacían sentirse más cómodas para recordar todo lo que habían pasado.
Como fotoperiodista, ha cubierto conflictos, una profesión muy masculinizada. ¿Qué efectos tiene sobre el relato el hecho de que sean mayoritariamente hombres quienes retratan los conflictos?
No es solo en el caso de los conflictos. Solo hace falta mirar los recopilatorios de las 100 mejores fotos del año de distintos medios. Si ves el nombre de los autores, verás que los fotógrafos hombres predominan sobre fotógrafas mujeres. Es preocupante: el mundo lo tiene que contar el 100% de una sociedad. Y no solo mujeres blancas y occidentales. Todo tipo de mujeres.
El colectivo Women Photograph publica el número de fotografías realizadas por mujeres que aparecen en los principales medios del mundo. La media es un 20% y un 30% de las portadas en las que las autoras son mujeres. En cuanto a mujeres racializadas, no supera en 5%. ¿Quién está contando el mundo? ¿Y para quién lo cuentan? No entenderemos el mundo hasta que lo cuente el 100%.
Solo hay que ver cómo aparecen las mujeres fotografiadas en esas imágenes, si es que aparecen. Tiende a aparecer la mujer como víctima, herida, madre, aunque estés hablando de conflictos y movimientos de la población hay que abrir la mirada y enseñar la realidad en todas las situaciones. Hay que estar muy pendiente de cómo estamos reflejando a las mujeres. Lo más preocupante no es que sean hombres quienes lo cuenten, sino cómo se acaba representando a la mujer en la vulneración de los derechos humanos.
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Nota: Tierra sin ellas ha sido galardonado con el Premio Desalambre a mejor trabajo multimedia, un trabajo coral de Marta Arias, Eileen Truax, Anna Surinyach, Fátima E. Rodríguez, Maysun, Maribel Izcue, Pablo Tosco y German Andino, publicado en la revista 5W. Puedes consultar al resto de ganadores aquí.