Un grupo armado está impidiendo que los barcos con migrantes y refugiados a bordo salgan desde Sabratha, una ciudad al oeste de Trípoli (Libia) para alcanzar las costas europeas, según ha revelado este lunes una investigación de Reuters. Las fuentes consultadas por la agencia atribuyen a este hecho “la fuerte reducción” de las llegadas de migrantes a Italia en julio, que se han disminuido en más de la mitad, según Frontex.
“Fuentes de Sabratha, a 70 kilómetros al oeste de la capital, dicen que la caída repentina fue causada por una nueva fuerza en la ciudad costera, que impide que los migrantes se vayan, a menudo encerrándolos”, ha informado la agencia. Sabratha es uno de los puntos claves de partida para los migrantes y refugiados que emprenden la peligrosa ruta del Mediterráneo central.
Un activista que prefirió no revelar su identidad aseguró a Reuters que este grupo impide que los migrantes salgan en botes hacia Italia desde la playa. Otra persona ha explicado que se trata de una banda formada “por varios cientos” de civiles, policías, y militares, que están haciendo “un esfuerzo significativo para vigilar la zona”, según una tercera fuente citada por la agencia.
Los migrantes son encerrados en centros de detención que son regentados por el propio grupo. Una de las fuentes mencionadas considera que esta banda “está buscando legitimidad y apoyo financiero” de Trípoli, sede del Gobierno de unidad nacional respaldado por Naciones Unidas.
El aumento de los obstáculos para salir desde la antes frecuentada Sabratha ha sido también confirmado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) a través de su portavoz en Roma, Flavio Di Giacomo. Migrantes recién llegados a Trapani, Sicilia, han dicho al organismo de la ONU que “es muy difícil salir de Sabratha, hay personas que detienen los barcos antes de que salgan, y si salen al mar, son inmediatamente devueltos”, relata Di Giacomo en declaraciones recopiladas por la agencia.
Se reducen las llegadas a Italia
La OIM ha detectado una tendencia al descenso de las salidas de migrantes y refugiados desde el norte de África a Italia. También la Agencia Europea de Fronteras (Frontex). Según informó la Agencia Efe la pasada semana, Frontex confirmó que en la que es la principal vía de llegada a Europa, el flujo de migrantes se redujo en julio un 57% respecto al mes anterior.
Esta caída que, según explicó la agencia europea, se debe al “empeoramiento en las condiciones del mar Mediterráneo en la primera quincena” de julio, así como al aumento de la presencia de guardacostas libios y a los “enfrentamientos” cerca de Sabratha. Según sus datos, en julio arribaron a las costas italianas 10.160 personas, la cifra más baja para un mes de julio desde 2014.
En lo que va de año han llegado a Italia, según la OIM, 97.931 migrantes y refugiados por la ruta que une Libia con Europa. Otras 2.244 personas han muerto en el intento. La intención de reducir las salidas inspiró la polémica propuesta del Gobierno italiano, aprobada por el Parlamento, de enviar una misión naval para apoyar a la guardia costera libia en “gestionar el flujo migratorio” hacia el país europeo y “contrarrestar el tráfico” de personas.
Esta idea también está presente en el código de conducta que Italia ha impuesto a principios de agosto a las ONG que operan en el Mediterráneo para controlar los rescates. El texto, que contaba con el respaldo de la Unión Europea, fue rechazado, bajo la amenaza de ser expulsadas del sistema oficial de rescates, por varias organizaciones, entre ellas, Médicos Sin Fronteras.
El comportamiento del país vecino y el refuerzo del apoyo de Italia y la Unión Europea han sido criticados en los últimos días por varias ONG, cuyas embarcaciones representan el 40 % de todas las operaciones de rescate en el Mediterráneo. MSF, junto a Save The Children y la alemana Sea Eye, ha decidido suspender temporalmente las labores de búsqueda y rescate de migrantes y refugiados en el Mediterráneo central debido a las “restricciones a la asistencia humanitaria” impuestas por Libia.
La ONG catalana Proactiva Open Arms denunció la semana pasada que patrulleras libias retuvieron uno de sus barcos durante casi dos horas en aguas internacionales y trataron de llevarlo a la fuerza a puerto. La ONG aseguró, asimismo, que las patrulleras le amenazaron también con disparar si no se alejaba y ponía enseguida rumbo hacia el norte.
Las críticas también han venido desde Naciones Unidas. Dos expertos de la ONU en derechos humanos han criticado duramente los planes de acción propuestos por Europa, entre ellos el código de conducta, y alertaron de que puede aumentar el número de personas ahogadas frente a las costas europeas.
En un comunicado conjunto, los relatores de la ONU para los derechos de los migrantes, Felipe González Morales, y contra la tortura, Nils Melzer acusaron al Gobierno italiano de pretender “atrapar a los inmigrantes y refugiados en Libia”, un país, que, dicen, “no puede ser visto como un lugar seguro para desembarcar, y la política de la UE niega esto”. Para ambos expertos, lo que está intentando hacer la Comisión Europea es “mover las fronteras europeas a Libia”.
Libia es un estado fallido, víctima del caos y de la guerra civil desde la victoria de los rebeldes, apoyados en 2011 por la OTAN contra Al Gadafi. En la actualidad, dos gobiernos se disputan el poder apoyados por distintas milicias: uno sostenido por la ONU en Trípoli y otro en el este bajo la ascendencia militar de Hafter, quien domina cerca del 60% del territorio nacional.
De este caos sacan beneficio los grupos yihadistas y los traficantes dedicados al contrabando de combustible, armas y personas. Los migrantes que son interceptados por la guardia costera de Libia y devueltos a ese país son enviados a centros de detención abarrotados y que carecen de los servicios esenciales de higiene, de alimentos y de agua. Varias ONG han documentado el “infierno” al que son sometidos los migrantes, que relatan abusos como palizas, torturas y agresiones sexuales.