- “Nos han metido un discurso y toda una campaña de descrédito, nos han dado una imagen caótica, por lo que, según ellos, necesitamos orden”, afirmó en una entrevista Óscar Camps, de Proactiva Open Arms
La Armada libia ha tratado de justificar este jueves su acoso a los barcos humanitarios que rescatan inmigrantes en el Mediterráneo central argumentando que su objetivo no es impedir su trabajo, “sino organizarlo”.
“No hemos impuesto zona de exclusión alguna, ni impedimos a ninguna organización hacer operaciones de rescate si son de forma limpia y transparente. Lo que hemos anunciado es que vamos a organizar el trabajo, que se ha vuelto caótico y arbitrario”, ha dicho la Armada en un comunicado.
“Nos han metido un discurso y toda una campaña de descrédito, nos han dado una imagen caótica, por lo que, según ellos, necesitamos orden”, afirmó el pasado martes en una entrevista con eldiario.es el director de Proactiva Open Arms, Óscar Camps. El responsable de la ONG catalana asegura que las organizaciones están coordinadas por Roma y que han rescatado al 40% de las personas auxiliadas en el Mediterráneo, por lo que “no hay caos”.
La publicación de la nota de Libia se produce apenas 24 horas después de que Proactiva Open Arms denunciara que patrulleras libias retuvieron uno de sus barcos durante casi dos horas en aguas internacionales y trataron de llevarlo a la fuerza a puerto. La ONG aseguró, asimismo, que las patrulleras le amenazaron también con disparar si no se alejaba y ponía enseguida rumbo hacia el norte.
El ministro italiano de Interior, Marco Minniti, ya advirtió que la zona de exclusión será autorizada en los próximos días por la Organización Marítima del Mar, aunque advirtió que Libia no tiene capacidad para gestionarla.
El pasado fin de semana, Médicos sin Fronteras decidió suspender temporalmente las labores de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central debido a las “restricciones a la asistencia humanitaria” impuestas por Libia, un anuncio al que también se sumaron Save The Children y la ONG alemana Sea Eye.
MSF pidió a las autoridades a las autoridades libias que “confirmen rápidamente que se adherirán y respetarán las obligaciones legales, internacionalmente reconocidas, de socorrer embarcaciones en apuros y que permitirán que se haga en aguas libias e internacionales”.
El trabajo de las ONG que se dedican al rescate de migrantes y refugiados se ha complicado aún más desde que hace unas semanas la Armada italiana –en coordinación con autoridades en Libia– impusiera una nuevo código de conducta de obligado cumplimiento que restringe su capacidad de acción y maniobra.
“Para solucionar este supuesto caos se inventan un código de conducta que no es otra cosa que poner por escrito lo que llevamos haciendo todos desde hace un año”, explicó a este medio Camps, “y lo cumplimos todo”, incidió. Organizaciones como la propia Proactiva Open Arms han aceptado la nueva normativa, pero otras como Médicos Sin Fronteras se negaron a apoyarla.
La Armada libia, por su parte, acusa desde hace meses a la ONG de “ayudar a las mafias” y causar con su presencia en el Mediterráneo un efecto llamada, ya que su proximidad a la costa hace que el viaje se considere menos arriesgado. “Los inmigrantes ahora saben que no tienen que estar durante días a la deriva en el mar. Que son localizados enseguida y llevados a Italia”, argumentaba días atrás a Efe un responsable del servicio de guardacostas en el oeste de Libia.
“Un país con 2.000 kilómetros de costa y que tiene un barco a 12 millas de la costa, ¿cómo puede ser eso un punto de atracción?”, respondía Camps durante su conversación con este medio. Según datos de esta Organización Internacional de las Migraciones (OIM), cerca de 115.000 inmigrantes irregulares han logrado cruzar a Europa en lo que va de año a través del mar mientras que más de 2.240 han muerto o desaparecido en el mar.
Abusos constantes a migrantes en Libia
Libia es un estado fallido, víctima del caos y de la guerra civil desde la victoria de los rebeldes, apoyados en 2011 por la OTAN contra Al Gadafi. En la actualidad, dos gobiernos se disputan el poder apoyados por distintas milicias: uno sostenido por la ONU en Trípoli y otro en el este bajo la ascendencia militar de Hafter, quien domina cerca del 60% del territorio nacional.
De este caos sacan beneficio los grupos yihadistas y los traficantes dedicados al contrabando de combustible, armas y personas. Varias ONG han documentado el “infierno” al que son sometidos los migrantes en el país vecino que relatan abusos como palizas, torturas y agresiones sexuales.