Selma López, de 31 años, ha pasado casi un año escondida en una casa de dos habitaciones, ubicada no muy lejos de la frontera de México con Estados Unidos. Vive con su hijo Darikson de 11 años y otra mujer que también realizó el largo viaje desde Honduras en busca de una nueva vida.
Ambas mujeres se encuentran entre las miles de personas varadas al sur de la frontera debido a la política de la administración de Trump conocida como Protocolos de Protección al Migrante (MPP), que obliga a los solicitantes de asilo a esperar sus audiencias judiciales en algunas de las ciudades más peligrosas de México, en lugar de poder hacerlo en Estados Unidos.
Niños y adultos han sido violados, secuestrados y asesinados mientras esperaban su fecha de audiencia. En Piedras Negras, la policía acosa habitualmente a los migrantes, dice López. A principios de esta semana, un misterioso automóvil blanco la siguió mientras caminaba hacia una tienda. Y como mujer garífuna – etnia desciende de grupos de africanos y aborígenes caribes y arahuacos de varias regiones del Caribe– ha sufrido racismo e insultos por parte de los lugareños por ser negra.
Pero el ánimo de López aumenta cuando la conversación se centra en el cambio de gobierno en Estados Unidos, y lo que podría significar para ella, y para miles de personas más.
“Estamos animados y un poco ilusionados”, dice López, quien huyó del norte de Honduras después de que unos pandilleros amenazaran con matar a su hijo Darikson por no acceder a pagarles tras ser extorsionada. “Nos da un poco de esperanza el hecho de que al menos podamos entrar a Estados Unidos y luchar por nuestros casos allí”.
Los activistas tratan de moderar el entusiasmo ante Biden
Joe Biden prometió acabar con el MPP y restaurar el habitual proceso de asilo, lo que ha aumentado entre los participantes del programa la confianza en que sus peticiones de protección internacional puedan ser estudiadas con seriedad en Estados Unidos y, así, no tener que arriesgar sus vidas mientras esperan la respuesta a su solicitud.
Biden planea restaurar los programas de asilo para los refugiados y los funcionarios de la administración entrante aseguran que el cambio en el MPP se abordará en una orden ejecutiva en un futuro cercano. Sin embargo, advirtieron de que podría llevar meses deshacer todos los cambios introducidos por Trump en el sistema de inmigración.
Los activistas en la frontera han tratado de moderar el entusiasmo de los migrantes. “Creen que las cosas van a cambiar de inmediato. Estoy tratando de hacerles tratar de entender que no es tan fácil”, indica Israel Rodríguez, un pastor bautista que abastece de comida a los migrantes en Piedras Negras. una ciudad de fábricas frente a Eagle Pass, Texas, que atraía a los solicitantes de asilo debido a las percepciones de seguridad, según Rodríguez.
Extorsiones en México contra migrantes
Pero los participantes del MPP deben asistir a las audiencias en Laredo, Texas, lo que significa un viaje de 125 millas a través del territorio de cárteles. Las amenazas no solo provienen de los delincuentes: la policía de Piedras Negras detiene y extorsiona a los migrantes con regularidad, e incluso destruye documentos de inmigración. El gobierno local ha cerrado los refugios para migrantes con el pretexto de la coronavirus. En diciembre, les prohibió que proporcionasen comidas calientes a los migrantes que se quedaron sin hogar.
“Están logrando que la caridad sea ilegal”, dijo el hermano dominicano Obed Cuellar, director de un albergue diocesano para migrantes. “Aquí hay una forma de pensar que los migrantes vienen a destruir la ciudad o ensuciarla... o nos están quitando el trabajo”.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asumió el cargo prometiendo no hacer el “trabajo sucio” de Estados Unidos en materia migratoria. Pero pronto aceptó el plan MPP y prometió proporcionar a los participantes y a sus hijos acceso a la salud y la educación; así como oportunidades de empleo y alojamiento.
Los abogados y activistas dicen que poco de esa ayuda se ha materializado, pero voluntarios de México y de Estados Unidos han brindado a los participantes del MPP todo tipo de apoyo, desde comida y ropa hasta asesoramiento legal y médico.
Dentro de México, el MPP pasó en gran medida desapercibido, ya que sus participantes se encontraban en gran parte escondidos y no formaban parte de las preocupaciones de la población local. Sin embargo, un abogado que representa a varios participantes del MPP asegura que el programa ha cumplido su propósito para la administración Trump.
La piedra angular del MPP es la xenofobia. Y funcionó porque 68.000 personas se mantuvieron fuera de los EEUU“, dijo Charlene D'Cruz, investigadora del Proyecto Corazón de la Fundación de Abogados por el Buen Gobierno.
“Lo que hizo el MPP fue mostrar a la gente atrapada en la frontera y eso fue suficiente para que la base de apoyo de Trump dijera que él hizo lo que se propuso: mantener fuera a todos los 'violadores mexicanos”, añade.
Impactantes imágenes tomadas en Matamoros –ciudad situada en el extremo noreste de México– muestran a los participantes del MPP viviendo en la miseria en un campamento de tiendas de campaña ubicado junto a Río Grande.
En este tiempo, el campo ha estado inundado, infestado de serpientes e insectos y, finalmente, acechado por grupos criminales, que cobran 500 dólares por proporcionar un 'permiso' para cruzar la frontera, propinando duras palizas a quienes se niegan a pagarlo.
“Mi hijo (de cinco años) vio a alguien ser golpeado por el río. Está traumatizado”, dice Marlen, de 24 años, un salvadoreño solicitante de asilo.
Pero las personas en el campamento recuerdan un motivo particular para el optimismo: en diciembre de 2019, la primera dama Jill Biden vino a este lugar y ayudó a servir comidas a los migrantes.
“Este es el único lugar a lo largo de la frontera que visitó la ahora primera dama. Por eso tienen tanta ilusión”, opina Juan Sierra. “Creemos que Biden va a impulsar una reforma migratoria”, dijo José Luis Guerra, un cubano flaco. “Con Trump, no había ninguna razón para la esperanza”.
Traducción: Alfredo Grieco y Bavio