“No podía evitar pensar en cómo se sentía mi bebé con cada explosión”. Así se expresaba hace escasos días una mujer embarazada que permanece en el norte de la Franja de Gaza ante el asedio israelí. Ella misma describía cómo su cuerpo temblaba con cada bombardeo mientras corría para refugiarse con su familia en una escuela después de que su casa fuera destruida por los ataques. Duerme en un suelo frío y sucio, sin comida ni higiene. “A medida que pasan las noches y avanzan los días se preocupa más. Cada día, cada hora y cada minuto tiene miedo del mundo al que traerá a su bebé y si estará bien”.
Lo cuenta en conversación con elDiario.es Dominic Allen, representante en Palestina del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), la agencia de la ONU encargada de los derechos sexuales y reproductivos, que lleva días llamando la atención sobre la situación “catastrófica” que atraviesan las mujeres embarazadas en el enclave. Con los hospitales al borde del colapso, sin casi electricidad, con los suministros básicos, medicamentos, comida y agua al límite y en medio de la violencia sin escapatoria, estas mujeres se enfrentan “a un desafío extremo e impensable”, sostiene Allen.
Según los datos estimados por UNFPA, de entre los 2,2 millones de personas que viven en los 365 kilómetros cuadrados de extensión que conforman Gaza, aproximadamente medio millón (540.000) son mujeres en edad reproductiva y de estas, 50.000 están actualmente embarazadas. La agencia estima que 5.500 están en estado avanzado y parirán en noviembre y Allen apunta además a que unas 150 “dan a luz todos los días en medio de circunstancias terribles”.
En las condiciones actuales el acceso a los servicios de parto y atención obstétrica de emergencia es muy difícil, advierten los trabajadores humanitarios. Solo algunas, como una mujer de la que tiene constancia UNFPA, acaban llegando a centros sanitarios. Según el testimonio reproducido por la agencia, se puso de parto en el momento en que abandonaron su casa huyendo del bombardeo. “No tenía ni idea de dónde ni cómo iba a dar a luz bebé”, les dijo. Finalmente, según la agencia, logró que una ambulancia la llevara a la maternidad del Hospital Al Shifa, “pero fue dada de alta apenas tres horas después”.
De acuerdo con las organizaciones, es la excepción. La mayoría de embarazadas “no pueden ser atendidas en centros médicos” y “no tienen a dónde ir” en medio de los ataques aéreos israelíes, remacha Allen. Así lo atestigua también la Asociación Palestina de Planificación y Protección Familiar (PFPPA), que lleva desde 1964 establecida en Jerusalén y que denuncia que aunque “la ocupación israelí ya había negado sistemáticamente atención y derechos sexuales y reproductivos” a las palestinas, ahora están “arriesgándose a complicaciones potencialmente mortales” para ellas y los recién nacidos.
Miedo, ansiedad y angustia
Ammal Awadallah, directora ejecutiva de la asociación, asegura a elDiario.es que ahora mismo las miles de embarazadas encerradas en Gaza están sometidas a “un grave riesgo de dar a luz en condiciones inseguras” y acaban pariendo en automóviles, refugios, en sus propias casas sin atención médica o en centros sanitarios abarrotados y casi sin recursos.
La PFPPA tiene puntos de prestación de servicios en cuatro áreas de Cisjordania y uno en la Franja de Gaza, pero el centro “fue destruido tras un ataque israelí” a un edificio adyacente el 8 de octubre “cortando por completo su capacidad de atender a las mujeres”, denuncia la asociación, que informa de que aún no ha sido reubicado. Awadallah confirma que ahora mismo la entidad no está pudiendo acompañar a las embarazadas en la Franja, pero sí hay trabajadoras del centro que reportan lo que ocurre desde allí y lo que les cuentan las mujeres gestantes con las que hablan.
“Temen lo que sucederá cuando estén listas para dar a luz, si podrán llegar a un centro de salud o no. Están constantemente preocupadas y sufren ansiedad y angustia por sí mismas y por el niño que van a parir. Tienen miedo de que si se enfrentan a alguna complicación antes, durante o después del parto ¿qué les pasará? También temen la posibilidad de que el recién nacido necesite asistencia médica”, narra la directora.
Un sistema sanitario al límite
Aunque la realidad previa a los ataques de Hamás del 7 de octubre ya era muy complicada para el sistema sanitario gazatí, ahora la situación es límite. Raquel González, coordinadora en España de Médicos sin Fronteras (MSF), que cuenta sobre el terreno con 300 compañeros, advierte de que los hospitales están “bajo una presión inimaginable” y cinco ya están inoperativos. Sin apenas electricidad, funcionan con generadores, “pero apenas hay combustible”, lo que impacta de manera directa “en pacientes en la UCI, que requieren respiración asistida o los neonatos”.
Esto, prosigue González, se une a la “falta de analgésicos y otros medicamentos” y a que gran parte del personal médico “ha huido hacia el sur” tras la advertencia israelí para que la población abandonara el norte. Sin embargo, no hay lugar seguro en Gaza, advierten las ONG. Y de hecho hay quienes, debido a los ataques israelíes y las duras condiciones de vida, están regresando al norte, según la ONU.
En los hospitales, cuenta la coordinadora de MSF, “al flujo constante de heridos graves” se suman quienes “acuden a ellos para refugiarse de los ataques”, como dejó patente la explosión del pasado martes en el hospital Al-Ahli, que acogía tanto a pacientes como a desplazados. “La fotografía no se puede narrar con palabras, están hacinados y en condiciones paupérrimas. Aproximadamente Gaza cuenta con 3.500 camas hospitalarias y hay más de 12.000 heridos. Están colapsados”, añade.
Mortalidad materna y neonatal
Raquel Vives es actualmente la responsable técnica de salud sexual y reproductiva de Médicos sin Fronteras y sabe de primera mano lo que es dar a luz en un territorio en conflicto: “Sin lugar a dudas una situación así provoca un incremento de la mortalidad materna y neonatal”, además de “abortos espontáneos y partos prematuros”.
“La vulnerabilidad es enorme y vemos muertes por distintas causas, las más frecuentes son sangrados e infecciones”, explica esta matrona especializada en salud pública que ha intervenido en numerosos países, desde Sudán del Sur a Camerún o Colombia, pero asegura que “pocas situaciones se han vivido como” la actual en Gaza. Pero más allá de los riesgos físicos, las expertas ponen el foco también en el impacto en la salud mental. Vives nombra el “estrés extremo” que puede suponer “estar embarazada y dar a luz a un bebé que igual no puedes mantener con vida” y la “ansiedad, depresión y miedo” que eso conlleva.
Mientras, la Franja sigue esperando la entrada de más ayuda humanitaria. Este fin de semana, los primeros camiones con esta ayuda finalmente entraron por el lado egipcio del paso de Rafah, que une Gaza y Egipto. Desde hace días, los camiones con comida, agua, medicamentos y enseres básicos (aunque no combustible) esperaban bloqueados la entrada. Aún así, según los trabajadores humanitarios y la ONU, los camiones permitidos están muy lejos de las necesidades actuales y de los 100 que entraban antes del cierre total impuesto por Israel. El sábado entraron 20 camiones y el domingo, 17.
“Las necesidades en este momento son inmensas y esos camiones tienen que ser solo la ayuda inicial que se requiere. El asedio tiene que terminar y se debe permitir de manera permanente la entrega sin obstáculos de ayuda humanitaria de conformidad con el derecho internacional, no solo para las 50.000 mujeres embarazadas, sino para todos los habitantes de la franja”, concluye Allen, del UNFPA.