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Una muerte por disparos y dos españoles detenidos: ¿qué pasó con la patera tiroteada por Marruecos en el Estrecho?

Imagen de archivo de una patera en aguas fronterizas.

Sonia Moreno

Rabat (Marruecos) —

La madrugada del 25 de septiembre, Hayat Belkacem se dirigió desde Tetuán a la playa de Castillejos para embarcar junto a otra veintena de personas de origen marroquí en una lancha en la que querían llegar a la costa española en busca de una vida mejor. Se habían puesto de acuerdo con el conductor, que salió de Ceuta, para que los recogiese en Castillejos, la localidad más próxima a la frontera, donde fue localizada la lancha, según las primeras reconstrucciones de los investigadores locales.

Se subieron a una embarcación 'Go fast', de las rápidas y ligeras con motores. Se adentraban en las aguas marroquíes cuando vislumbraron unos focos que iluminaron la lancha. Las autoridades del país vecino ordenaron que pararan los motores, según su versión. No se detuvieron. Entonces, se oyeron los disparos. La Marina Real marroquí abrió fuego directamente contra la lancha.

Los migrantes viajaban tumbados en la barca. Las balas alcanzaron a cuatro personas. Dos disparos arrebataron la vida a Hayat. Los tiros alcanzaron también la pierna, el brazo y el cuello de otros tres migrantes, que resultaron heridos, uno de gravedad.

Los disparos de Marruecos matan a Hayat

Hayat, “vida” en árabe, es la víctima mortal del tiroteo de la Marina Real marroquí aquella noche. Dos balas le cruzaron el tórax y, a pesar de que fue trasladada con vida al hospital más cercano, no soportó los impactos y falleció a los 19 años, según figura en su documentación, hecha pública tras su muerte. Estaba cerca de su domicilio, el barrio humilde Gebil Dersa en Tetuán, pero soñaba con llegar a Europa, donde pretendía comenzar una nueva vida, encontrar trabajo y ayudar económicamente a su familia.

En su casa las cosas no eran fáciles. Su padre está desempleado y su madre es el sustento del hogar con su trabajo en una fábrica de procesamiento de pescado. Además de Hayat, la pareja tiene otros tres hijos. Por eso la joven compaginaba sus estudios de Derecho en la Universidad de Martil, localidad próxima a Tetuán, con algunos trabajos como cuidar niños, que le aportaban algo de dinero. Buscó empleos cualificados, pero no encontraba nada. Pensó en su tía, que vive en una ciudad europea, y decidió atravesar El Estrecho, reunirse con ella y trabajar para ayudar a su familia.

Tres marroquíes heridos, uno de gravedad

En el tiroteo, las balas alcanzaron a tres marroquíes que también vieron frustrado su viaje en busca de un mejor futuro al otro lado de la frontera. Junto a Hayat, ingresaron en el Hospital regional de Tetuán. Dos continúan ingresados bajo vigilancia de la Gendarmería Real acusados de “inmigración ilegal”.

Habib, de 25 años, procedente de la localidad de Beni Gamil, en la región de Alhucemas, sigue debatiéndose entre la vida y la muerte en el Hospital Ibn Sina de Rabat. Fue trasladado a la capital por la gravedad de sus heridas y operado de urgencia para intentar salvar su brazo de una amputación. También está custodiado por agentes que lo vigilan en la habitación de cuidados intensivos. La tercera persona, con heridas en la pierna, ha sido operada en el Hospital Mohamed VI de Rincón.

Otro de los heridos, Mouad, de 32 años y de Tetuán, recibió tres balazos y se encuentra estable. El joven ya había residido anteriormente en España 'sin papeles' y había sido expulsado, según recogía el digital marroquí lesiteinfo.com en su edición del 26 de septiembre. El resto de migrantes que viajaban en la embarcación fueron detenidos en la Gendarmería de Tetuán, también bajo la acusación de “inmigración ilegal”, como los heridos, y puestos en libertad con cargos a la espera de juicio.

Los conductores, dos españoles, detenidos

Los conductores de la 'Go fast' son españoles, salieron ilesos, y están arrestados en la Gendarmería de Tetuán a la espera de pasar a disposición judicial una vez termine la investigación para esclarecer los hechos, abierta el pasado miércoles. Según ha podido saber eldiario.es, llevaban una bandera española escondida dentro del barco, que había salido de Ceuta.

Uno de los dos detenidos tiene 32 años y nació en San Roque, Cádiz. Según fuentes del Ministerio del Interior consultadas por este medio, “tiene antecedentes penales y es reincidente. Sobre él recaen anteriormente 25 delitos, 8 faltas, 16 detenciones y 2 imputaciones”, además cuenta con una orden de alejamiento por violencia de género desde el mes de febrero. Cuatro marroquíes también están arrestados y serán juzgados en la sala criminal de segunda instancia por tráfico de personas, junto a los dos españoles, detallan fuentes especializadas desde Tánger.

El tipo de lancha en la que se embarcaron las víctimas se usa frecuentemente para el trasporte de droga. Pero su utilización para la inmigración no es muy habitual, según explicó el Gobierno español, que dijo que las denominadas 'narcolanchas' se han utilizado para transportar a personas “de manera ocasional, no utilizándose masivamente”. Hasta el 13 de septiembre, de las 96 personas detenidas en relación con el tráfico de personas, cinco eran españoles, según datos aportados por el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez.

Marruecos no reconoce la muerte de Hayat

En un primer momento, el Gobierno marroquí negó que hubiese una víctima mortal del tiroteo de Marina Real. Pocas horas después del trágico suceso, las autoridades locales emitieron un comunicado asegurando que “el barco -tiroteado por la Marina Real- estaba en una posición sospechosa en aguas marroquíes”. Human Rights Watch ha declarado en diarios marroquíes que “no hay pruebas sólidas” que demuestren que los migrantes que viajaban en la embarcación tiroteada supusiesen una amenaza para la Marina Real.

Además, desde la prefectura de Castillejos aseguraron que “el barco se negó a cumplir con las advertencias que le fueron enviadas”, y que “el resultado del tiroteo fue la lesión de cuatro personas de distinto grado de riesgo, que fueron trasladadas al hospital regional para recibir el tratamiento necesario”.

Las autoridades locales aceleraron los procedimientos para enterrar el cuerpo de Hayat. Y consiguieron celebrar el entierro el miércoles, pocas horas después de la muerte, una vez que familiares cercanos reconocieron el cadáver en la morgue del hospital. Al entierro asistieron la familia y los vecinos, muy arropados por cientos de ciudadanos que quisieron solidarizarse con la trágica pérdida de una chica de quien todos destacaron su “moralidad y bondad”.

Fuentes militares citadas por varios medios marroquíes argumentan que “desconocían lo que se transportaba en la lancha al ir tapada con una lona”. Alegan que “la 'Go fast' aceleró y recurrió a maniobras peligrosas para intentar escapar del control militar”, y los guardacostas se vieron “obligados a disparar tiros de advertencia”. Sin embargo, las autoridades continúan guardando silencio y no han reconocido la muerte en ninguna declaración oficial. Tampoco han abierto ninguna investigación para determinar los motivos del tiroteo de la Marina Real, según fuentes judiciales consultadas por este medio en el norte de Marruecos.

España se mantiene al margen

Desde el Observatorio del Norte para los Derechos Humanos (ONDH), una de las organizaciones civiles que han seguido de cerca el caso, se preguntan “dónde están las autoridades españolas”. El Ministerio español del Interior ha esgrimido que “no tienen un implicación directa, ni en los hechos ni en la investigación, porque el tiroteo ocurrió en aguas territoriales marroquíes”, y sostienen que están recibiendo la información por fuentes diplomáticas.

Desde Interior aseguran que desconocen la situación de la investigación interna. El mismo día de las detenciones, personal del consulado general de Tetuán visitó a los dos españoles arrestados, que podrían ser extraditados a España por un convenio bilateral entre los dos países, aunque por el momento el juez no ha tomado las disposiciones oportunas.

Las organizaciones civiles: “Es un asesinato”

Tras conocer lo ocurrido, activistas y asociaciones de derechos humanos de la región se pusieron manos a la obra para reconstruir los hechos. Así, fueron las que se encargaron de informar de la muerte de una joven ante el silencio oficial. Poco a poco, fueron aportando datos sobre los heridos y del tiroteo. Y lograron, por fin, poner nombre y rostro a Hayat. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), que desde el inicio consideró la muerte de la joven como un “asesinato”, ha solicitado la apertura de “una investigación y un juicio para los verdaderos responsables de esta muerte”.

Lo mismo reclaman los familiares de la joven. “A mi hija la asesinó el Majzén (oligarquía encabezada por el rey) con alevosía”, denunció la madre de Hayat en el canal ChoufTv. Después, pidió al monarca Mohamed VI que “tome cartas en el asunto”. Por parte de la Casa Real no ha habido ninguna reacción con el objetivo de ayudar a los familiares de la fallecida ni de los heridos. El digital Le Desk ha publicado, citando a un pariente, que “la familia estaría bajo la presión de las autoridades locales para que no hable más a los medios de comunicación”. El hogar de Hayat está vigilado y su funeral fue supervisado por policías vestidos de civil, que preguntaron al entorno cercano por la identidad de los asistentes.

El ONDH ha explicado a este medio que las asociaciones no tomarán medidas legales porque “aquí en Marruecos, las denuncias y las investigaciones no dan resultados. Las autoridades van a certificar que estaban haciendo su trabajo, y que es su deber”.

La muerte de Hayat ha despertado la indignación de la población marroquí. 3.000 ciudadanos salieron a la calle en Tetuán coreando “el pueblo renuncia a la nacionalidad marroquí” o “nuestra vida, nuestra sangre, para vengar la muerte de Hayat”. Los asistentes eludieron la prohibición de la manifestación convocándola en las redes sociales el viernes por la mañana.

El contexto: pobreza y más control fronterizo

Las fuerzas de seguridad vigilaban exhaustivamente la costa de Tetuán y Tánger desde hace dos semanas después de que una lancha llegase hasta orillas de la playa para recoger a varias personas y cruzar El Estrecho. En la madrugada del 23 de septiembre, una unidad de combate de la Marina Real persiguió y frenó a una embarcación rápida que trataba de llegar a la playa de Martil con este propósito.

“Marruecos vive actualmente la verdadera primavera árabe”, afirma Mohamed Ben Aissa, presidente del ONDH. El investigador añade que la muerte de Hayat es “producto de la pobreza”, e indicó que “la situación que sufría esta joven es la misma que las de otras muchas mujeres” empobrecidas en el país vecino. “La gente no tiene esperanza, la única esperanza que hay es entrar en Europa para tener una buena oportunidad”, recalca.

Cientos de jóvenes, principalmente del norte del país y de poblaciones desfavorecidas esperan una oportunidad de emigrar. Marruecos tiene el nivel más alto de desigualdad en el norte de África, según el último informe que presentó Oxfam en el foro de Davos. El salario mínimo del país es inferior al nivel de vida, e insuficiente para sacar a los ciudadanos de la pobreza.

Los jóvenes y las mujeres se ven especialmente afectados por la precariedad. Solo el 22% de las mujeres están empleadas, en comparación con el 65% de los hombres; y casi tres cuartas partes de los jóvenes graduados están en paro. A la economía se le une la nueva ley que impondrá el servicio militar obligatorio para hombres y mujeres entre 19 y 25 años.

Paralelamente, desde el pasado agosto, tras la promesa del envío de más fondos por parte de la Unión Europea, el Gobierno del país vecino ha intensificado las redadas contras los migrantes de origen asentados en el norte del país con la intención de atravesar la frontera. El Gobierno español ha defendido en diversas ocasiones su papel de socio en la gestión de los flujos migratorios. Tras conocer el suceso, la ONG local AMDH criticó que “el papel de Marruecos de gendarme ha alcanzado niveles insoportables: matar a jóvenes que quieren abandonar la pobreza” y afirmó que “Europa delega el trabajo sucio en las autoridades marroquíes”.

Las ONG especializadas y Acnur han reclamado en reiteradas ocasiones a los Gobiernos la puesta en marcha de vías legales y seguras de entrada para evitar que las personas que quieren llegar a Europa arriesguen su vida en el mar o se vean empujadas a ponerse en manos de redes de tráfico de personas.

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