Las fiscalas afganas que consiguieron llegar a España tras meses en Pakistán: “Voy a luchar por sacar a mi familia ”
Shamael Ahmadzai nació en la provincia de Kunduz, al norte de Afganistán. “Antes de que llegaran los talibanes la situación era compleja. Vivíamos con miedo día a día. Pero teníamos la esperanza de que un día todo esto acabara y viviéramos en un país seguro”, cuenta esta fiscala afgana a elDiario.es. Nunca pensó que la situación acabaría por empujarla a huir a un país del que poco sabía: España.
Ahmadzai es una de las 21 mujeres, de las 30 juezas y fiscalas que solicitaron asilo a la embajada de España en Pakistán - con el apoyo de las organizaciones de la Unión Progresista de Fiscales, Juezas y Jueces para la Democracia y 14lawyers-, que ya han llegado a España. Desde que las milicias talibanes tomaron el control de Afganistán en agosto de 2021, los jueces, fiscales y abogados se convirtieron en uno de los principales objetivos de los talibanes.
La fiscala cuenta que comenzó sus estudios jurídicos en su provincia natal. “Me gustaba esa carrera, siempre quise ser fiscal, por eso empecé a estudiar derecho en Kunduz”. Estudiar, sin embargo, llevaba consigo un riesgo: “Mi padre era policía, le amenazaron, a él y a su familia, por permitir que mi hermana y yo estudiáramos”. Las amenazas les empujaron a huir a Kabul, donde se mudó junto a su familia.
A pesar de las dificultades, ella consiguió graduarse y convertirse en fiscal. Ahmadzai se especializó en casos de violencia de género. “Me encantaba poder ayudar a esas mujeres. Siempre que acudían a nuestro despacho, yo les ayudaba con mucho gusto. Era mi pasión”, cuenta con una sonrisa en la cara. Sin embargo, cuando los talibanes tomaron el poder, su familia y ella decidieron marcharse de Afganistán a Pakistán.
Islamabad
Mientras Ahmadzai se recoloca el velo, cuenta que cuando su familia y ella consiguieron los visados viajaron a la capital de Pakistán, Islamabad. El recibimiento fue desagradable: “La imagen que nosotros teníamos de Pakistán era totalmente distinta a la que nos encontramos”, dice muy seria. Explica que las autoridades los maltrataban y discriminaban por ser afganos.
“Vivimos durante mucho tiempo indocumentados, eso nos hizo quedarnos rápidamente sin recursos económicos. Intentamos muchas veces trabajar y hacer algo por la sociedad, sin embargo en cuanto se enteraban que éramos afganos sin papeles, nos empezaban a tratar muy mal”, dice.
Cuando se les caducaron los visados, no tenían derecho a nada y casi no podían salir a la calle. “El Gobierno de Pakistán nos informó a través de un SMS de que teníamos que abandonar el país antes de diciembre de 2022, de lo contrario nos enfrentábamos a tres años de cárcel”, dice la fiscala afgana Obaida Sharar. Según la organización 14lawyer, todavía hay 150 fiscales, hombres y mujeres, que han pedido asilo a España en Islamabad y otros 120 que se encuentran en la misma situación en Teherán.
Familias en un “limbo”
A pesar del maltrato vivido en Islamabad, Ahmadzai cuenta entre lágrimas que el momento más duro en Pakistán tuvo lugar cuando le concedieron el visado para viajar a España. “Cuando me enteré que había una resolución favorable para que yo pudiera ir a España, compré todos los billetes para mí y mi familia. Sin embargo, cuando envié la información de los billetes [a la embajada] me dijeron que la resolución era únicamente para mí, y que mi familia no podía viajar”, dice Ahmadzai. “Yo no quería abandonar a mis padres ni a mi hermano, entonces les dije que yo tampoco me iba. Pero la situación era tan compleja que mis padres me dijeron que me fuera”.
A día de hoy, su familia aún continúa en Islamabad. Desde que llegó a España, su única esperanza es poder reencontrarse con ellos algún día, “me da igual cómo vivamos aquí, voy a luchar por sacar a mi familia de Pakistán”.
Ignacio Rodríguez, presidente de 14lawyers, cuenta a elDiario.es que las familias que todavía viven en Islamabad se encuentran en un “limbo”. Además, añade que “su única opción es solicitar la reagrupación familiar”. Desde distintas organizaciones “están intentando centrar sus esfuerzos en conseguir reagrupaciones familiares para que estas personas consigan traer a sus familias” a España.
“Me negué a hacerlo”
Farestha Parwani nació en la provincia afgana de Laghman, donde la sociedad era bastante conservadora, por ello se fue, junto con su familia, a estudiar a Kabul a muy corta edad. Cuando aún estaba en el colegio, fue a visitar su pueblo natal con su padre. Observó que los colegios estaban cerrados. Las niñas no tenían oportunidades para estudiar y mucha gente no tenían una buena imagen de las chicas que estudiaban. En ese momento, Parwani decidió estudiar derecho y convertirse en fiscal: “Quería luchar por los derechos de esas niñas”.
Parwani finalmente acabó siendo fiscal de investigación. Vivía con amenazas constantes. “Uno de los criminales a los que interrogué me dijo: ‘Pregunta lo que quieras, y, luego, que me sentencien lo que quieran, pero todas estas preguntas te harán volar por los aires”. También dice que se encargaba de redactar listas para liberar a presos que tuvieran condiciones especiales, como enfermedades graves o madres lactantes. Un día los talibanes fueron a su casa y la chantajearon para intentar meter a su gente en esas listas: “Yo me negué a hacerlo”.
Cuando llegaron los talibanes Parwani se mudó a una zona fronteriza con Pakistán, “nosotras éramos caras conocidas, estábamos en la oficina y atendíamos de cara al público, ellos nos conocían”. La fiscal, quien durante toda la entrevista había permanecido con un rostro serio, recuerda entre lágrimas a su padre, quien no llegó a salir de Afganistán: “Él era Ministro del Interior, y le asesinaron cuando fue a cobrar su sueldo al banco”.
Tras la pérdida de su padre, su familia y ella tardaron tres meses en conseguir un visado para ir a Pakistán, allí se fue junto con su familia, “tuvimos que cambiarnos de casa tres veces”. Una de ellas amenazaron a su hermano: “Se le acercaron varias personas y le preguntaron si su hermana era la fiscal afgana que estaba intentando salir, y le dijeron que querían hablar conmigo”, cuenta la fiscala. “Él negó que fuera su hermana, y salió corriendo. Cuando llegó a casa me contó la situación y decidimos mudarnos”.
Según Rodríguez, cuando las fiscalas y juezas llegan a España comienzan un momento muy duro para ellas. “Están contentas por estar en un país seguro. Pero se encuentran con una realidad complicada”. Añade que además se suma que desde el Ministerio las ha dispersado, “creo que para nosotros es un error. Una cosa es no crear guetos y otra cosa es con un número tan bajo, dispersar a distintas ciudades a estas mujeres, sobre todo ahora que necesitan prestarse apoyo mutuo y sentirse acompañadas”.
Al igual que Ahmadzai, a la familia de Parwani no le permitieron venir a España. “Ahora mismo, mentalmente no me encuentro muy bien, soy positiva con mi futuro aquí, pero hasta que no me reencuentre con mi familia va a ser difícil vivir en España”.
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