Marlene Tapia tiene 45 años y lleva 15 viviendo en Cieza, Murcia. Vino desde Ecuador buscando un futuro mejor para ella y para los suyos. “No me voy a quejar, me ha ido bien”, reconoce. Pero ahora quiere volver a casa. “Me quise establecer aquí con mis dos hijos, compré una vivienda que ya no puedo pagar. Ahora me acaban de desahuciar”, afirma con voz serena.
Su caso no es una excepción. Según una encuesta de la Secretaría Nacional del Migrante de Ecuador (Senami), más del 70% de los ecuatorianos residentes en España quieren regresar al país del que salieron huyendo de su crisis económica particular. Una década después es otra crisis, la que agita al sur de Europa, la que les obliga a cruzar el océano en sentido contrario.
“La crisis está golpeando duramente a los españoles y nos llega con más fuerza a los que somos de fuera, a los emigrantes”, asegura Aída Quinatoa, portavoz de la Coordinadora Nacional de Ecuatorianos en España (Conade), una asociación que en tiempos turbulentos se ha especializado en apoyar a sus compatriotas afectados por las hipotecas.
De los 391.202 ecuatorianos que residen legalmente en España, el Gobierno de Quito calcula que aproximadamente 15.000 de ellos tienen problemas con el pago de su hipoteca. “Muchos nos establecimos aquí porque sabíamos que en Ecuador ya no había posibilidades. Necesitábamos un espacio para traer a nuestras familias y las autoridades españolas nos dieron todas las facilidades para que nos hipotecáramos”, explica Quinatoa.
Pero a muchos de ellos las cosas no les salieron como esperaban. “Después de seis años pagando he tenido que devolver el piso porque no lo puedo costear. Perdí mi trabajo de cocinera en un bar y ahora cuido a una persona mayor media jornada. Apenas me da para sobrevivir”, revela Marlene.
Impulso al retorno
Ante esta situación, el Ejecutivo ecuatoriano, que en enero interpuso una demanda contra la Ley Hipotecaria española en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ha puesto en marcha varios planes destinados a facilitar el retorno de sus ciudadanos. En este marco, la última semana de mayo, 772 ecuatorianos se examinaron en varias ciudades españolas para tratar de obtener un puesto de trabajo como profesores en su país.
En palabras de la embajadora en España, Aminta Buenaño, Quito pretende “aprovechar las experiencias y conocimientos de la comunidad migrante, para que puedan retornar de una manera digna, eficiente y productiva”.
Sin embargo, no son pocas las suspicacias que las propuestas del Gobierno de Rafael Correa despiertan entre los expatriados. “Habrá que ver si la publicidad concuerda con lo que luego ocurra”, replica Juan Carlos Lucero, presidente de Federación Nacional de Asociaciones de Ecuatorianos en España (Fenadee).
Los exámenes se inscriben dentro del plan Bienvenidos a Casa, impulsado por el Ministerio de Relaciones Laborales de Ecuador en colaboración con la Senami, que ofrece 20.000 puestos de trabajo a sus ciudadanos residentes en el extranjero. El mismo programa facilita también la repatriación de las pertenencias que los ecuatorianos poseían en el país de residencia, como el coche o los electrodomésticos, eximiéndolas de impuestos. No obstante, no sufraga los gastos de ese transporte ni tampoco los billetes de avión para los ciudadanos que retornan. “Este plan está dirigido a la gente que tiene dinero, los demás ecuatorianos no tenemos esos recursos”, censura Lucero.
Un país en auge
Rafael Correa, presidente de Ecuador reelegido por segunda vez en febrero de este año, presume de dirigir uno de los países que más rápido crece de América Latina y que menor tasa de desempleo tiene. Con un abrumador apoyo popular del 60%, el carismático dirigente progresista recibió luz verde para continuar con los profundos cambios que ha aplicado en su país. Correa, antiguo profesor de economía de la Universidad San Francisco de Quito, se negó a pagar una parte de la deuda externa que su país había contraído con las instituciones financieras internacionales tras declararla ilegítima en 2008. Además, promovió la celebración de una Asamblea Constituyente que renovó la Carta Magna del país, reforzando la participación popular y los derechos de los pueblos indígenas.
Superada la profunda crisis económica de finales del siglo XX, que culminó con la dolorosa renuncia a la moneda nacional, el sucre, y su sustitución por el dólar estadounidense, Ecuador se ha convertido en un polo dinámico de desarrollo cuya economía ha crecido en los últimos años a una media del 4,3%, ha reducido la pobreza del 37,6%, en 2006, al 27,3%, en 2012, y ha recortado la tasa de paro hasta el 4,6%.
“Hay mucha gente que está regresando a Ecuador. Nos dicen que allí las cosas están muy bien, pero hay que llevarse dinero para poder empezar”, dice Marlene. “Yo no tengo vivienda allí, lo invertí todo en España”, se lamenta. “Para que te den un préstamo necesitas una propiedad o un pariente que te avale y yo no tengo nada de eso”.
Una de las quejas de la Fenadee versa precisamente sobre las dificultades de acceso al crédito que el gobierno ecuatoriano pone a los migrantes que regresan. “Si bien es cierto que hemos pasado mucho tiempo fuera de Ecuador, deberían darnos la oportunidad de conseguir crédito para montar una microempresa y no formar parte de los desempleados, más bien comenzar a crear riqueza”, demanda Lucero.
Vuelta complicada
No obstante, no es oro todo lo que reluce. Herminda Vélez, afincada en Madrid desde hace seis años, duda de que Ecuador ofrezca mejores oportunidades que España. “Mis hermanas están allí y no tienen trabajo, mientras que los familiares con los que vivo aquí están empleados y no se les ha ocurrido todavía la idea de irse”, afirma. De todas formas, ella misma tiene la intención de regresar, aunque no a corto plazo. “En algún momento volveré a Ecuador porque mis hijos y mi madre siguen allí”.
Retornar, en muchos casos, no es una decisión sencilla. El arraigo de las familias, sobre todo de las que han tenido hijos en España, hace difícil optar por un nuevo desplazamiento. “Hace doce o quince años un gran número de ecuatorianos llegamos aquí y asentamos nuestras familias. Es complicado arrancar nuevamente aquella raíz que plantamos”, declara Quinatoa.
Las dificultades económicas por las que atraviesa España constituyen el principal motivo de regreso. Un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre tendencias migratorias realizado en 2012 explica el impacto de la crisis en los extranjeros. “Las oportunidades de trabajo son ahora mucho más escasas y la competencia de los españoles desempleados es más intensa”. El texto, elaborado con ayuda del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), indica que la migración ecuatoriana hacia España se redujo de 37.750 entradas, en 2008, a sólo 10.970, en 2010.
Por otra parte, según una información del diario El Universo de Guayaquil, basada en datos del Ministerio de Empleo español, aproximadamente el 70,5% de los ecuatorianos que viven dentro de nuestras fronteras carecen de trabajo.
Sin embargo, no todos los ecuatorianos que deciden marcharse lo hacen para volver a casa. Así lo describe Vélez. “Varios de mis amigos se han ido, pero no a Ecuador, sino a otros lugares de Europa como Suiza o Londres”, cuenta.
Lo cierto es que la crisis está llevando a muchos migrantes, que una vez buscaron en España los oportunidades que su país no les proporcionaba, a plantearse seriamente volver a su tierra natal, pero no todos pueden hacerlo tan rápido como querrían.
“Firmé mi desahucio el viernes pasado. Por mí, me volvería mañana mismo a Ecuador, pero hay que ser realista, no tengo nada ahorrado. ¿Qué podría hacer allí con las manos vacías?”, se pregunta Marlene.