Se dice en India que “la noche es perra”. La leyenda y la superstición es tan milenaria como arraigado y profundo el misticismo que rodea al subcontinente. El perro, dicen, es la reencarnación del ladrón. La gran cantidad de canes abandonados y maltratadados, sobre los que no existe control gubernamental, se une a otra realidad: unas 20.000 personas mueren al año en India por infecciones de la rabia, lo que viene a representar más de un tercio de todos los casos mundiales de rabia, según cifras oficiales.
Sólo en Bombay, la segunda ciudad de un país con la mayor población mundial de perros callejeros —cuyo total se estima en decenas de millones—, 80.000 personas fueron mordidas y atacadas durante 2011, según datos publicados en The New York Times sobre los perros callejeros del país. En 2012, un miembro de la Asamblea Legislativa de Punjab llegó a proponer que estas manadas sin control fueran capturadas y enviadas a China (donde los canes forman parte de la cultura gastronómica del gigante asiático), después de que se hubiesen denunciado más de 15.000 mordeduras.
Aunque en los últimos años una occidentalizada y creciente clase media ha empezado a dejarse ver paseando a sus mascotas —nuevo signo de distinción—, el trato a este animal ha sido tradicionalmente vejatorio, casi siempre a golpes de vara de bambú.
Durante las horas del día, los perros, acostumbrados a huir del hombre, presentan un perfil sumiso y miedoso. Al menor chasquido se escabullen entre el tumulto con el rabo entre las piernas. Es de noche, al caer el sol, cuando reagrupados en manadas toman las calles, desiertas en la mayoría de los casos y mal iluminadas.
En Delhi llevan años “intensificando” las campañas de esterilización. Es su apuesta para atajar un serio problema de seguridad y salubridad pública que en India se mide en millones de perros —la misma cifra de mordeduras anuales—, sobre todo si se tiene en cuenta que los perros producen el 99% de las muertes por rabia en humanos, según los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), que dependen del Departamento de Salud y Servicios Públicos de Estados Unidos.
Urgencias para animales en el desierto del Rajastán
Por eso llama la atención que en Kharekhari, una pequeñísima y remota aldea rural ubicada a pocos kilómetros de la ciudad sagrada de Pushkar —lugar de peregrinación hinduista, en pleno corazón del más profundo Rajastán—, se erija uno de los más importantes hospitales para animales del país, el Tolfa Animal Hospital. Un centro que emplea a 38 personas locales de ambientes marginales y que cumplirá diez años de vida el próximo mes de octubre. Con la insólita particularidad, además, de que no se ubica ahí por una mayor incidencia de casos de rabia en dicha región, uno de los principales objetivos a “erradicar” contra los que luchan.
La razón es mucho más simple. Su fundadora —una inglesa treintañera, enfermera veterinaria con un lucido currículum laboral que incluye el Royal Veterinary College de Londres—, encontró allí el lugar perfecto para llevar a cabo su proyecto, tras ocho años viajando por el mundo y una idea que le llegó, en 2001, mientras tomaba el sol en las playas de Sri Lanka.
El hospital, a orillas del desierto y entre ningún punto concreto, es grande, muy grande y al aire libre. Y tal vez efecto del sol seco y el calor, un primer paseo resulta desolador y un tanto surrealista. Hileras de jaulas para perros que construyen pequeños edificios, que rodean un particular ejército canino sin collar (hasta 50 residentes que no pueden devolver a la calle), mostrando una colección de infinitas dolencias, patologías y malformaciones físicas.
Los enfermeros y veterinarios trasladan a nuevos 'pacientes carcomidos' por la sarna o muy malheridos tras alguna pelea nocturna, cuando no operan a un ternero sobre la paja. Una vaca quemada accidentalmente en un fortuito incendio casero con la piel —literalmente—, a costras, pace convaleciente en un pesebre. También hay cabras con gotero y mirada extraviada acompañados, en todo momento, por sus dueños-pastores. Y el olor, ese olor denso y perseverante a fluidos animales.
“Desde 2005 hemos vacunado a 20.000 perros contra la rabia y esterilizado, sólo en Ajmer, a 14.000”, explica orgullosa Wright. Un objetivo, erradicar tal enfermedad, que no termina con el rescate y atención de gatos, vacas, burros, búfalos, cabras, conejos, pavos, patos y hasta pájaros —“cada día atendemos a una media de 15 animales”, precisa—, o en ofrecer servicio médico en nombre del Departamento de Bosques a nilgais (un tipo de ciervo local), monos y liebres.
También tienen un programa educativo que recorre escuelas y enseña a cuidar el entorno y el medio ambiente para, por ejemplo, “no tener que extraer hasta 30kg de plástico de el estómago de una vaca”, cuenta Wright sobre una operación quirúrgica de lo más común. Y todo ello gratis salvo para los dueños de animales domésticos, quienes pagan 200 rupias (poco menos de tres euros), por cada consulta.
¿Y la leyenda sobre los perros? “La leyenda también dice que si le das de comer a un perro negro tendrás buen karma”, concluye con una sonrisa.