Como cada lunes, Um Ra'ed se despierta más temprano para preparar el desayuno. Mientras sus hijos y su marido comen el pan de pita untándolo en aceite y duqqa o con shakshuka, ella se afana por ahorrar tiempo y comienza a vestirse. Cuando todos han terminado, recoge rauda los platos y los vasos de té vacíos.
“Tenéis comida preparada en la nevera. Hoy tengo Cruz Roja”, dice Um Ra'ed a la familia, despidiéndose.
Al lado de la puerta que da a la calle hay un póster colgado, el del retrato de su hijo Ra'ed, acompañado por unas pequeñas fotografías del presidente palestino Mahmud Abbas y el difunto líder Yasser Arafat. La mirada de Um Ra'ed se llena de nostalgia. Descuelga el póster y, con él, sale a la calle.
“¡Taxi! — grita la mujer— . A la Cruz Roja, por favor”.
El taxista asiente. No habría hecho falta decir el destino. Está claro. Um Ra'ed es una de las “madres de la Cruz Roja”. Madres palestinas cuyos hijos o maridos, están prisioneros en cárceles israelíes y que cada lunes, desde hace más de 20 años, llegan de todos puntos de la franja de Gaza a la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja en la ciudad de Gaza para realizar su sentada-protesta. Piden la liberación de los y las prisioneras y que se respeten sus derechos.
Una “plaza” para las madres de prisioneros palestinos
El tesón y la fuerza de estas mujeres, algunas de las cuales mueren sin poder volver a ver a sus hijos, se asemeja al de las madres argentinas de la plaza de Mayo. Portan fotos, pósters o enseres de sus hijos o maridos; algunas se llevan el vestido de punto de cruz campesino típico de Palestina. Las banderas palestinas ondean en varios puntos del lugar, al lado de grandes carteles con los rostros de líderes, mujeres o enfermos detenidos.
“Vengo aquí desde hace 13 años para solidarizarme con mi hijo, con todos y todas prisioneras palestinas”, afirma Um Ra'ed mostrando el póster donde se puede leer 'No os olvidamos'.
En la Palestina bajo ocupación israelí no hay una sola familia que no tenga a un o una familiar en una cárcel israelí. Cárcel israelí que puede incluso yacer sobre territorio ocupado, como es el caso de Ofer. El Comité Internacional de la Cruz Roja es el organismo encargado de velar por los derechos de los encarcelados y coordinar las visitas de familiares de primer grado a las cárceles pero, a veces, las autoridades israelíes niegan estos derechos fundamentales.
“Este año no he podido visitar a mi hijo. Los israelíes rechazaron mi visita y no sé por qué”, explica Um Ra'ed apesadumbrada. “Normalmente deberíamos poder visitarlo yo y mi marido cada dos meses, con los autobuses de la Cruz Roja”.
Justo este día, el número de madres de la Cruz Roja es menor, hay visita a la cárcel, las presentes son aquellas que no han podido salir al igual que Um Ra'ed.
“Soy la madre de los prisioneros Ramzi y Said Salah”, declara otra mujer. “Hoy tenía que haber ido a verles pero me han rechazado el permiso. Quisimos enviarles algo de dinero, pero también me lo han prohibido. Estoy preocupada porque llega el frío y no sé si tendrán suficientes mantas y ropa de abrigo”.
El lugar de la sentada se llena por la presencia de todos los exprisioneros palestinos que acuden a apoyar a las madres. También están muchos de los cisjordanos que fueron expulsados a Gaza desde una cárcel israelí.
En esta sede del Comité Internacional de la Cruz Roja en Gaza se sabe muy bien hasta qué punto es importante para los habitantes el estado de sus prisioneros. Es uno de los temas más peliagudos que en cualquier momento hace estallar protestas. Soheir Zaqqut es la responsable de relaciones con los medios de comunicación de la oficina. Destaca que esta es la única sede en todo el mundo en la que entran a protestar dentro de las propias instalaciones de la Cruz Roja y lo hacen como algo “tradicional”.
“Estamos de acuerdo con que se haga esto. Pensamos que es una forma de estar en contacto con sus hijos y con la Cruz Roja”, señala Zaqqut.
El contacto es tan directo que el delegado mismo aparece de repente en la sentada y comienza a hablar (a través de su traductor) con las mujeres. Aunque parece que ninguna obtiene una respuesta esperanzadora a sus preguntas y se marchan murmurando.
Cada vez más detenciones administrativas de menores
Addameer, asociación para el apoyo del prisionero palestino y los derechos humanos, acaba de publicar su informe anual perteneciente al año 2015 sobre violaciones contra palestinos en cárceles israelíes. No presenta un panorama muy positivo.
El número de mujeres palestinas detenidas se triplicó, comenzaron a imponerse penas de entre cuatro y veinte años de cárcel para aquellas personas que lanzaran piedras, se aprobó la ley que legaliza la alimentación forzosa de prisioneros y prisioneras en huelga de hambre, una medida que se entiende como una forma de tortura en el resto del mundo.
“Algo novedoso es la detención administrativa de niños y niñas. Esto antes no ocurría”, comenta Rasha Abbas, investigadora de la unidad legal de Addameer. Además, están las leyes y legalizaciones extremistas, inhumanas, que violan las leyes internacionales“.
Addameer apunta que las confesiones de menores son “falsas”, no válidas, ya que se obtienen colocando al detenido o detenida bajo una presión inimaginable para su edad.
“Usan interrogaciones militares con niños y niñas, sin la presencia de adultos o abogados. Les gritan, les insultan, les golpean, les amenazan con detener a familiares o destruirles la casa, incluso les encierran en solitario”, aclara la investigadora.
La oleada de ataques palestinos contra israelíes que estalló en noviembre de 2015 perdura hasta ahora, aunque en menor grado. Los grupos de derechos humanos palestinos, sin embargo, recuerdan que el contexto es más amplio que eso.
“Las violaciones israelíes contra palestinos existen desde 1948, son métodos colonialistas cuyo fin es conseguir cerrar las bocas y reprimir las libertades. Es un castigo colectivo para el pueblo palestino. También las familias de prisioneros sufren humillación y maltratos en sus visitas a las cárceles”, dice Abbas.
7.000 palestinos y palestinas presas
“Soy la madre del prisionero Maria'i Abu Sa'eid. Saludo a mi hijo. Saludo a todos los prisioneros y prisioneras palestinas. Sed pacientes, perseverad. Sois el símbolo de la causa palestina. La victoria y la libertad está cerca, si Dios quiere”.
Los contactos telefónicos con las madres de la Cruz Roja en la radio palestina son frecuentes. Es una oportunidad para mantener un contacto cortado por las prohibiciones de visitas o envío de cartas a través de la Cruz Roja. En las cárceles logran sintonizar la radio con aparatos y antenas amañados por los prisioneros hasta que se los requisan en una de las tan frecuentes redadas nocturnas.
Rayi Surani, exprisionero palestino y director del Centro Palestino para los Derechos Humanos, es casi tan pesimista como el informe de Addameer.
“Ni siquiera Israel reconoce a los y las detenidas como prisioneros de guerra”, denuncia Surani. “Los detenidos criminales israelíes están en mejores condiciones que los palestinos que sufren negligencia médica, habiendo causado así la muerte en varios casos. A los líderes palestinos los mantienen aislados”.
Actualmente, en las cárceles israelíes hay alrededor de 7.000 presos y presas. En el mes de noviembre (2016) se registraron 527 nuevas detenciones, muchas de las cuales son detenciones administrativas.
“Las detenciones administrativas son las más dañinas. Se detienen sin cargos, sin presentarse evidencias o dar información a la persona detenida o a la abogacía”, apunta Surani. “Es un fenómeno que, desgraciadamente, está aumentando desde tiempos recientes”.