Cuarenta cadáveres de personas migrantes, la mayoría de África subsahariana, se acumulan en el hospital Hassani de Nador para su identificación y posterior entierro. Son los cuerpos recuperados de los que no consiguieron llegar a las costas españolas tras los naufragios de las embarcaciones y que posteriormente las olas los han arrastrado a las playas de Marruecos.
La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) de Nador, que difundió esta situación en redes sociales, solicita a las autoridades competentes “que aceleren el proceso de identificación de los cuerpos, para permitir a las familias conocer el destino de sus hijos y que puedan ser enterrados en condiciones humanitarias”. Son muchos los cadáveres que se concentran en morgues pequeñas, y los abogados marroquíes protestan sobre la acumulación de cuerpos de víctimas de la migración irregular.
Vivas o muertas, se presta muy poca atención a las personas migrantes que se rescatan en las costas marroquíes. El número exacto de fallecidos en las fronteras marítimas entre Marruecos y España, y la forma en la que son tratados sigue siendo desconocido. Tampoco hay ningún documento oficial público o informe de la sociedad civil u organización internacional que se ocupe de esta tragedia.
Las muertes y desapariciones no están contabilizadas entre los números de entradas o salidas que registran España y Marruecos. Además, “esta pérdida de vidas no ha servido a los estados para desarrollar políticas de restauración y memoria, sino al contrario, sus muertes han sido utilizadas para pedir más inversión en control y, paradójicamente, medidas encaminadas a reducir los servicios de rescate”, recuerda la ONG Caminando Fronteras en su informe 'Vida en la Necrofrontera' presentado en junio en Madrid.
La Estrategia Nacional para la Inmigración y Asilo (SNIA), lanzada por Marruecos en 2014, tampoco aborda la cuestión de los muertos en la frontera marítima marroquí. “La mayoría de las personas que han muerto en las fronteras marítimas no han sido identificadas por las autoridades locales”, desvelan las conclusiones del informe de la Plataforma Nacional de Protección a los Migrantes (PNPM) 'Identificación de personas migrantes fallecidas en las fronteras marítimas marroquíes'.
El no registrar los nombres ni reconocer esos cuerpos sin vida se traduce en que “las familias nunca reciben el aviso de muerte, lo que exacerba las dificultades emocionales y prácticas asociadas con la pérdida de un familiar”, explica a eldiario.es Younous Arbaoui, coordinador de la PNPM. En todo caso, se trata de un derecho internacional. Los estados tienen la obligación de respetar a los muertos. Y la identificación de los cadáveres es “el primer paso para cumplir con esta obligación”, consideran en la PNPM.
Una ONG identifica cadáveres en el norte de Marruecos
La ONG 'Los puentes solidarios', creada por una mujer subsahariana, identifica cadáveres voluntariamente en las morgues de todo el norte de Marruecos. Su presidenta, Aissatou Barry, denuncia que “si una embarcación de 45 personas desaparece, la Marina Real marroquí o Salvamento Marítimo buscan dos días, y si recuperan los cuerpos, son tres o cuatro cuerpos”.
— ¿Dónde están los demás?—se pregunta.
—En el Mediterráneo—responde ella misma.
La identificación aporta dignidad, el reconocimiento como individuos con historias de vida, una familia y unos amigos. Ese proceso comienza cuando se descubre el cuerpo. Los métodos fiables pasan por un análisis de informaciones de antes y después del deceso. No es sencilla la labor de reconocimiento de los fallecidos porque, tras pasar varios días en el mar, el estado de los cadáveres está en “descomposición avanzada”.
Hay varios sistemas para identificar a personas fallecidas, desde las declaraciones de los testigos, los testimonios de los representantes de las comunidades africanas y las asociaciones que median para conseguir esa certificación. Aunque los migrantes se mueven en grupos, cuando se trata de una tragedia en el mar, se separa a las personas con vida que sobrevivieron al hundimiento de la embarcación, que están excluidos del proceso de identificación de testigos.
Los supervivientes son apartados rápidamente de las víctimas para registrarlos. “Los muertos son responsabilidad de las autoridades locales, mientras que los vivos son ilegales que interesan a las autoridades nacionales a cargo del control de fronteras”, explican desde la PNPM.
Cuando se conoce el modus operandi no sorprende que la mayoría de las personas de origen subsahariano identificadas procedan de Senegal. Su consulado en Marruecos desempeña un papel importante para facilitar la comunicación con las autoridades locales, pero también para detectar tarjetas consulares y huellas dactilares. Los agentes consulares establecidos en diferentes provincias de Marruecos no publican fotografías de los cuerpos, simplemente anuncian la fecha y el lugar de fallecimiento a miembros de la comunidad senegalesa.
“La mayoría de las muertes no se identifican”
Los testigos pueden dar pistas, pero no pueden remplazar los métodos de identificación formal. Por eso en Marruecos, con esta metodología, la tasa de identificación es muy baja. En Tánger, por ejemplo, estos procedimientos básicos solo se utilizan en un 2% de los casos, según la morgue. Es decir, que el 98% de las personas rescatadas por las autoridades de Tánger no están identificadas y permanecen en el anonimato. En Nador, durante el verano de 2017, quince personas fueron identificadas de un total de 81 cadáveres encontrados en el mar. Esto significa un 18,5%. Sin embargo, a lo largo del año pasado en esta localidad cercana a Melilla solo se identificó un 5% de estos cuerpos, según el informe 'La situación de los migrantes y los refugiados en Nador en 2018', de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. Desde la morgue de Tetuán corroboran que “la mayoría de las muertes no se identifican formalmente”.
“La identificación de testigos es un método secundario y un primer paso importante, pero no es suficiente por sí solo”, mantienen desde la PNPM. La organización considera que “los métodos de identificación merecen ser mejorados”.
Las maneras más comunes para identificar los cuerpos hallados en el mar son los testimonios, los bienes materiales que lleva encima, los documentos, la autopsia, las huellas dactilares, y el análisis de ADN. Por ejemplo, gracias a una tarjeta SIM encontrada en el bolsillo del pantalón, un cadáver se pudo identificar a través de una asociación local que tenía un listado de teléfonos entre los que aparecía ese número. En otras ocasiones, se reconocen por las joyas, la ropa o los documentos personales.
“Las pertenencias que les incauta la Gendarmería Real no las recuperan ni siquiera después de la repatriación”, asegura Barry. En el mejor de los casos, cuando se recupera un cuerpo, es identificado y consiguen enviarlo al país de origen, su familia no tiene acceso a sus recuerdos personales.
La identificación a través de documentos solo es válida cuando no se reconoce por el rostro, porque los papeles podrían pertenecer a otra persona. De todos modos, la mayoría de los migrantes viaja sin documentos para, en caso de detención, no ser identificados y devueltos a su país de origen.
Uno de los problemas a los que se enfrentan las autoridades marroquíes es encontrar espacio e instalaciones para conservar los cuerpos. Los testimonios recogidos muestran que la capacidad de los mortuorios en las tres ciudades (Tánger, Tetuán y Nador) es limitada. En Nador, la morgue a menudo está obligada a guardar restos en un espacio destinado inicialmente a un menor número de cuerpos que, además, se mantienen en habitaciones a una temperatura inadecuada.
En Nador, cuando un cuerpo no se identifica después de dos meses, el fiscal general da la orden de enterrarlo, lo que permite descargar la morgue. En Tetuán, la morgue a veces está obligada a poner dos cuerpos en un espacio destinado para uno solo. Existe una nueva morgue que aún no está en funcionamiento porque, por el momento, carece de personal. En Tánger, si la persona no es identificada después de dos meses, el cuerpo debe ser enterrado. Si la identificación ha sido exitosa, el cuerpo debe ser enterrado tan pronto como sea posible.
Tumbas con números o con el término “subsahariano”
El uso del término “subsahariano” o un simple número en una tumba de tierra es todo lo que identifica a los cuerpos de los migrantes que aparecen y que nadie reconoce. Ahora solo se entierran en los cementerios musulmanes, pero hasta el 2003 también en los cristianos. En el de Tánger, el guardia Hicham muestra con pena las tumbas cubiertas de arena y con una asta de madera con el número. Explica que “llegan cuerpos todos los días”. “Al final, se les entierra después de que las autoridades dan el consentimiento tras estar un tiempo en la morgue y que nadie reclame el cuerpo”, afirma.
En el cristiano, Sellam permite a eldiario.es acceder al libro de registro en el que los fallecidos aparecen como “africano muerto en la costa de Tánger”.
“Sobre el registro, el ministerio de Interior siempre ha cooperado, siempre se ha mostrado disponible para ayudar en lo que necesitan los marroquíes en la identificación en España o los extranjeros que tienen que ser identificados en el agua aquí en Marruecos. Siempre hemos ayudado y hemos facilitado el trabajo”, asegura el director de Migración y Vigilancia de Fronteras, Khalid Zerouali en una entrevista con eldiario.es. Insiste además en que “estamos dispuestos a ayudar a las familias de las víctimas”.
En el informe 'La vida en Necrofrontera', se detalla que “los familiares que se desplazaron para buscar a sus seres queridos manifestaban como buenas prácticas la atención recibida en las morgues de Marruecos y el fácil acceso a ellas, siendo más complicado en el Estado español, donde se necesitaba la mediación de organizaciones sociales. Este acompañamiento hacía más fácil el acceso a la información, ya que la constatación e identificación de las personas muertas y desaparecidas en la frontera sur no es una prioridad para las administraciones españolas”.
La realidad es que muchas de las familias no pudieron desplazarse a los lugares donde murieron o desaparecieron sus seres queridos porque no contaban con medios para ello. En la mayoría de los casos no tenían visados que les permitiesen viajar, y no contaron con asistencia consular para someterse a pruebas de ADN. Desde enero de 2018 a abril de 2019, solo se recuperaron 204 cadáveres de víctimas de la migración en aguas del Mediterráneo, según cifras de la ONG Caminando Fronteras. Human Rights Watch documenta que el 75% de las personas de los naufragios siguen en las profundidades y la incapacidad de exhumar sus cuerpos significa que “las familias de los desaparecidos no pueden llorar y sufrir más”.