Un micrófono escondido en uno de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia) recogería los sonidos de la hamada, el desierto pedregoso. El azote del fuerte viento seco que arrastra polvo sobre la tierra yerma. También, la riqueza de los sonidos de su gente. El corretear de los niños, algunos rezos al alba o una de sus largas ceremonias del té, su tradicional muestra de hospitalidad.
“Sonaría seguro algún grito de 'Sáhara libre”, apunta la periodista Ebbaba Hameida en una conversación con eldiario.es. “También se escucharía mucho la palabra 'justicia', una reivindicación demasiado lógica pero que ha perdido toda la fuerza”, continúa esta joven de 24 años nacida en los campamentos de Tinduf. Su compañero, Ángel Carmona, presentador de Radio 3 (RNE), añade: “Sonaría la palabra 'escúchanos”.
“Lo que no se escucha, no existe”. Es la premisa que ha inspirado 'Un micro para el Sáhara', un proyecto puesto en marcha por un grupo de jóvenes periodistas, entre ellos Hameida, que creen firmemente en el poder de las ondas para visibilizar la situación de los campamentos de refugiados 40 años después de la ocupación marroquí del Sáhara Occidental en 1975.
Apoyo a la radio nacional saharaui
Pero, insisten, la radio es un medio con tradición entre los exiliados saharauis, el más barato y accesible. La Radio Nacional Saharaui lleva en pie desde 1975 y conecta las cinco wilayas (campamentos) distribuidas en la región. Fue en una de sus emisoras donde Hameida entró en contacto con el medio que hoy le apasiona. “Han ido creciendo poco a poco. Tienen una programación continuada las 24 horas y llegan a todas las jaimas en una situación muy precaria, no se puede esperar más del lugar más inhóspito del mundo. Es todo un reto para ellos”, describe la periodista.
Por esta razón, una de las patas de la iniciativa consiste en recolectar material técnico de segunda mano siguiendo las demandas de los profesionales de la radio saharaui. En la lista figuran micrófonos, grabadoras, una mesa de sonido e incluso memorias USB.
“Los equipos se erosionan. Es un lugar con condiciones inhumanas. Si se rompe algo, la posibilidad de buscarlo en medio del desierto es nula. Es el material que ellos necesitan, lo han pedido ellos”, reitera Carmona, quien se ha unido, junto a otros compañeros de RNE, a los 17 jóvenes que viajarán el próximo octubre a los campamentos de Tinduf.
El grupo de periodistas, que se conoció en el máster de RNE y ha constituido una asociación independiente para llevar a cabo el proyecto, también grabará un documental radiofónico sobre el trabajo de los periodistas saharauis en la emisora nacional. Sobre las dificultades de hacer radio en el desierto y su historia.
“Cuando estalló el conflicto, los saharauis se enteraban por la radio”, relata Hameida. “Después, los primeros periodistas que llegaron a los campamentos montaron un medio de la nada. Mientras se constituía el campamento y se levantaban los hospitales, ellos pusieron en marcha una radio que hoy es el punto de enlace entre los saharauis en el mundo, también de los que viven en los territorios ocupados, porque hay muchas familias separadas. El conflicto lo ha marcado todo y la situación de la radio es un reflejo de la situación general”, recuerda.
Además de documentar su labor, se han organizado varios talleres para “intercambiar experiencias” entre los profesionales de la radio saharauis y españoles. Carmona, quien ya ha tenido la oportunidad de conocer los campamentos de Tinduf, impartirá un taller llamado 'Viva la radio viva'. “Se trata de ayudarles a disfrutar de la radio. Hay un discurso constante que necesita una pausa, tal vez contarlo de manera diferente, desde la diversidad. Abrir posibilidades y que su programa pueda llegar más lejos”, explica el periodista.
“Ellos ya hacen las cosas a su manera, esto es solo un poco de aire fresco y que desde el desierto alguien pueda ser escuchado no solo desde dentro, sino también desde fuera”, puntualiza. “Donde hay una idea que se quiere transmitir, ya tienes una radio. Y no solo hablamos de una causa, que es fundamental, sino de algo personal y emocional”, sentencia Carmona, director del programa Hoy empieza todo.
También habrá talleres destinados a mujeres, jóvenes y niños refugiados saharauis. “Internet está llegando a los campamentos y hay gente joven que ha estudiado y no tiene salidas”, señala Hameida. Así, tratarán de brindar apoyo para que estas personas puedan poner en marcha sus propios proyectos en la red y mejorar su manejo de redes sociales como Twitter o Instagram para contar pequeñas historias.
“Queremos que nos cuenten cómo las usan y nosotros contarles cómo la usamos sin ningún animo de llegar con la idea de 'os vamos a enseñar porque vosotros no sabéis”, añade Marta Curiel, periodista integrante de la asociación. “Cuando la idea estaba surgiendo recibí la llamada de uno de los chicos del campo y me dijo: 'Tenemos hambre de conocer y de aprender”, asegura Hameida. La organización ha puesto en marcha una campaña de crowdfunding y programa una serie conciertos en Madrid durante los meses de septiembre y octubre para lograr la financiación necesaria para el proyecto.
“El deporte oficial en Tinduf es la espera”
La Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) estima que alrededor de 165.000 exiliados saharauis viven en los cinco campos habilitados en esta región al suroeste de Argelia: Bojador, Dajla, El Aaiún, Auserd y Smara. En los campamentos escasea la electricidad, no hay agua corriente y la población sobrevive gracias a la ayuda humanitaria. “La situación en Tinduf es crítica. No hay nada. No pueden invertir, no hay trabajo ni opciones de entretenimiento”, comenta la joven saharui, cuya familia continúa viviendo en los campamentos.
“Ellos siguen resistiendo, pero la situación está estancada. Es un conflicto cada vez más olvidado por la comunidad internacional. Quienes pagan esta indiferencia son los saharauis. ¿Qué futuro les espera? Es realmente triste, ¿cómo les explicas a los jóvenes que hay esperanza y hay futuro?”, lamenta. Un 60% de los refugiados en Tinduf, según Acnur, son jóvenes menores de 30 años.
“El deporte oficial en Tinduf es la espera. Hace más de 50 grados un día normal. El polvo y el viento no dejan que abras tu puerta durante dos o tres días. Nosotros somos herederos de una situación, España no puede ser neutra”, apostilla Carmona. “Como jóvenes periodistas que somos tenemos que hacer todo lo posible por dar a conocer todas las historias que creemos que son injustas. Y esta lo es”, sentencia Curiel.