La tripulación acababa de comer. La música que siempre acompaña al capitán en sus horas de navegación sonaba de fondo en el puente del Open Arms. Varios voluntarios cumplían con su guardia, otros observaban juntos las imágenes de uno de los cientos de rescates que acumulan a sus espaldas. Había cierta nostalgia en sus miradas.
Observaban vídeos del Open Arms repleto de personas rescatadas, algunas felices, cantando por fin en un lugar seguro. Otras en muy malas condiciones, por las que hicieron todo lo que pudieron, pero aún escuece su final. Los vídeos de las operaciones de rescate, de los obstáculos que ya sufrían por parte del Gobierno de Italia o Malta. En aquellos momentos estaban más seguros que ahora de que nadie los movería de aquí, de la zona SAR (de búsqueda y rescate), mientras siguiesen siendo necesarios.
Recuerdan sus experiencias en las operaciones de salvamento durante una misión en la que la rabia rasca cada vez más, porque los obstáculos están llegando cada vez más lejos. Y superan líneas rojas que parecían imposibles hace dos años, cuando zarpó el Astral por primera vez rumbo a la zona de rescate del Mediterráneo Central.
Por aquel entonces, según relatan desde Open Arms, su tripulación podía acercarse sin impedimentos a las aguas libias en caso de naufragio. “Cuando se veía a los barcos de la Armada o la Guardia Costera italiana”, dice Guillermo Cañardo, jefe de misión. “Ahora, ni se les ve ni se les oye”.
“La OMI ha incluido una zona SAR libia. La reconocen”, irrumpe Óscar Camps, el presidente de la ONG Proactiva Open Arms. Leía en voz alta a su tripulación la información que llegaba de la Agencia italiana de noticias Nova. Los rostros de los voluntarios cambiaron, se acercaron al móvil, comprobaron las coordenadas incluidas en la base de datos de la Organización Marítima Internacional (OMI) sobre la supuesta zona SAR de responsabilidad libia. Apagaron la música.
El organismo de las Naciones Unidas, la autoridad mundial encargada de establecer normas del transporte marítimo internacional, ha incluido las coordenadas enviadas por Libia este miércoles. En base a ellas, a las autoridades libias les correspondería coordinar las labores de búsqueda y rescate del siguiente área, según ha calculado Open Arms.
En estos momentos, nos encontramos navegando dentro de esa supuesta zona SAR libia. El Open Arms, al igual que las pocas ONG de rescate que quedan en el Mediterráneo, opera en el área de las aguas internacionales más próximas a las aguas territoriales libias.
De acuerdo con el derecho internacional, según han explicado fuentes expertas, sin zona SAR ni centro para coordinar operaciones, Libia no podía dar instrucciones a buques extranjeros fuera de su mar territorial, ni prohibir la participación en una operación de rescate marítimo. Ahora, su registro podría poner aún más problemas a las labores de salvamento de barcos que no tengan bandera libia al aumentar la extensión del área marítima bajo su control.
Ver las coordenadas de una supuesta zona SAR en la sistema público de información de la OMI, tras su inclusión de este jueves, ha arrojado un vaso de agua fría sobre la tripulación del Open Arms, que se aferra a su derecho de permanecer salvando vidas en el Mediterráneo Central, precisamente, porque ni Libia es un lugar seguro ni su supuesta guardia costera es oficial.
Y esto último, la falta de reconocimiento de la guardia costera libia por parte de la OMI, es lo que se ha empezado a poner en duda con la inclusión de las coordenadas que Libia en el sistema de información del organismo de la ONU.
“La OMI no se encarga de reconocer las zonas SAR, sino tan solo de poner a disposición del público la información sobre las zonas SAR que los propios países (en este caso Libia) deciden”, han afirmado a eldiario.es fuentes de la Organización Marítima Internacional. “La información incluye la definición del área que Libia ha establecido como región de búsqueda y salvamento, incluidas las coordinadas en las que se ubica”, han indicado las mismas fuentes.
Sin embargo, Libia incumple el Convenio SAR, que establece las normas a nivel internacional sobre salvamento y rescate, pues se trata de un Estado que no cuenta con un puerto seguro y no ha firmado la Convención de Ginebra. Una de las enmiendas al convenio, que Libia firmó en 2005, incorpora el deber de prestar ayuda al capitán del barco “para conducir a las personas rescatadas en el mar a un lugar seguro”.
La introducción de las coordenadas de la zona SAR que Libia defiende como propia parece un paso más en el intento de Italia de reforzar la guardia costera del país vecino. Ese ha sido el esfuerzo del Gobierno italiano tras la Cumbre migratoria de La Valeta y la firma del acuerdo con Libia, con el que buscan aumentar la cooperación entre ambos países en materia migratoria a pesar de las vulneraciones de derechos humanos documentadas contra la población migrante en su paso por el país norteafricano.
“Hace un año, en un rescate, una patrullera libia se acercó a nosotros y nos gritaban que esa era su zona SAR. Antes no nos ponían ningún problemas, estos empezaron tras la cumbre de Valeta”, recuerda Cañardo.
Último varapalo a la ONG tras las trabas de Malta
Esta nueva información ha supuesto una gota más en un vaso cargado de muros y golpes. Esta misión número 46 del Open Arms empezó y acabará con la negativa de Malta al acceso a sus puertos al barco español. Este jueves, el Gobierno maltés ha anunciado el cierre de todos sus puertos a los barcos de ONG tras el bloqueo en alta mar del Lifeline con 230 rescatados a bordo.
Mientras, a miles de kilómetros de aquí, los líderes reunidos en el Consejo Europeo han acordado intensificar el apoyo -técnico y financiero- que ya brindan a los agentes que patrullan las aguas del Mediterráneo, y han recalcado que todas las naves que operan en el Mediterráneo “deben respetar las leyes aplicables y no obstruir las operaciones de los guardacostas libios”.
El buque de Proactiva Open Arms continúa en las aguas de rescate en busca de barcas en peligro sin saber con seguridad dónde tendrá que acabar su misión. Al tratarse de un buque de salvamento de bandera española de una ONG catalana, la posibilidad de acabar en un puerto del Estado español está abierta. Todo depende de que se produzcan rescates durante los últimos días de misión.
Hasta este sábado, la ONG tenía establecida en Malta una base de operaciones. Debido a su cercanía a la zona de rescate, los barcos de Proactiva Open Arms realizaban generalmente en sus puertos las paradas técnicas necesarias para repostar, conseguir suministros o cambiar de tripulación.
La decisión de Italia de cerrar sus puertos al desembarco de migrantes rescatados, evidenciada con el rechazo del Aquarius, con 630 rescatados a bordo, no ha hecho más que tensar la cuerda entre los Gobiernos italiano y maltés. Hasta ahora no era habitual que el Ejecutivo de Malta, que lleva años negando sus puertos para desembarcar migrantes, impidiese a buques de rescate de ONG atracar en sus puertos cuando no llevaba migrantes a bordo.
Después de unas horas de bajos ánimos debido a las informaciones llegadas desde Bruselas y la inclusión de una zona Sar libia en el sistema de información de la OMI, la energía de la tripulación se ha recompuesto. Unas prácticas de rescate en alta mar y una visita de la tripulación del barco de rescate Astral, que ya se encuentra en la zona SAR con una delegación de eurodiputados a bordo, han derribado el ambiente negativo que inundó el Open Arms durante unos instantes.
A la vuelta de las prácticas de rescate, en el puente suena la música del capitán. Michele Angioni, oficial del Open Arms, ha buscado los artículos del Convenio SAR, ha hablado con abogados y ya muestra tranquilidad: “La zona de rescate libia no existe, aunque insistan. Ya lo decían desde la patrullera hace un año”, dice el marinero italiano. “Las ONG tenemos que seguir aquí, aunque cada vez somos menos. Eso es lo que intentan”.