Palestinos bloqueados en Egipto por la guerra: “Lo único que queremos es volver a Gaza”
El reportero palestino Mohamed Abu Safia se encontraba en El Cairo en una conferencia el pasado día 7 cuando vio las noticias del ataque sorpresa de Hamás contra Israel. “Lo primero que sentí fue preocupación, todos sabíamos que se podía esperar una respuesta brutal por parte de Israel”, dice en una conversación telefónica con elDiario.es.
El joven de 29 años salió corriendo hacia la frontera para volver a Gaza y poder informar desde dentro de la Franja. Tras llegar al paso fronterizo de Rafah y superar los controles de seguridad en el lado egipcio, junto a un grupo de unas 500 personas, Israel bombardeó el lado palestino del cruce. Las fuerzas de seguridad egipcias obligaron a Abu Safia y a los demás a regresar, se dirigieron entonces a las ciudades de Al Arish y Sheikh Zuwayed, a unos 45 kilómetros de la frontera, donde algunos siguen esperando el momento en el que puedan volver a entrar en Gaza.
Desde el 8 de octubre, el cruce de Rafah ha sido atacado en varias ocasiones por Israel, lo cual ha provocado daños en la terminal, que ha tenido que ser reparada, así como las carreteras que llevan a ella. El cruce fronterizo ha permanecido cerrado hasta este sábado, cuando finalmente se ha abierto unas horas para dejar pasar los primeros 20 camiones con ayuda humanitaria para la población de Gaza.
Los cargamentos humanitarios han llegado por carretera y en avión al aeropuerto de Al Arish, la principal localidad más próxima a la frontera, donde también se encuentra una parte de los gazatíes atrapados que no pueden volver a casa. Abu Safia fue acogido los primeros días por una de las familias egipcias de Al Arish que abrieron sus puertas a los palestinos que se habían quedado bloqueados. “Estamos agradecidos, somos sus invitados, estamos en sus casas”, afirmaba el reportero en un vídeo publicado en redes sociales, en el que afirmaba que él y los demás sólo quieren regresar a Gaza.
Bloqueados en Egipto
Muchos se han quedado sin dinero para cubrir su estancia en Egipto –prolongada en contra de su voluntad–, como le ocurrió al periodista, que ahora se encuentra en El Cairo, acogido en casa de unos amigos mientras espera que se permita el paso de personas a través de Rafah, algo que no se sabe cuándo sucederá. Este sábado, tras la entrada y el regreso de los camiones con ayuda humanitaria, la frontera ha quedado cerrada de nuevo.
Otros gazatíes se encuentran sin familia o amigos, sobre todo aquellos que han permanecido en Al Arish con la esperanza de que la frontera sea reabierta pronto. “Las familias de la localidad nos dieron un techo y comida y agua, pero la tesitura se está alargando mucho”, explica Abu Safia. “Aquellos de nosotros que pensábamos volver a casa a través de Rafah no tenemos nada, ya que no nos dejan cruzar la frontera con grandes cantidades [de dinero]”.
Fátima* es afortunada porque se quedó bloqueada en la capital egipcia, adonde viajó el 28 de septiembre para ver a su hija Amal*, en cuya casa se encuentra de momento. Dice estar agradecida por poder quedarse con su hija ya que el dinero que llevaba para su visita a Egipto ya se ha terminado.
Los demás familiares de Fátima, incluidas sus otras hijas, están en Gaza, y la mujer no puede contactar con ellos. “Quería volver a casa y ver a mi familia, pero cuando me enteré de que estaban devolviendo a los palestinos [desde Rafah] a Al Arish sin ninguna ayuda ni garantía, decidí quedarme con mi hija en El Cairo”, comenta a elDiario.es.
Amal, que no ha visitado a sus familiares en Gaza en los pasados cinco años, teme por lo que pueda pasarles en esta guerra. “No he hablado con una de mis hermanas durante días”, cuenta con tristeza. “Le escribí el sábado [pasado] y solo me contestó brevemente hace unos días. Me conecto constantemente para ver su chat y aparece que nunca está en línea”.
Al igual que otros gazatíes afincados fuera de Gaza, la joven intenta averiguar el estado de sus parientes más cercanos a través de terceras personas que han conseguido conectarse unos instantes a internet, otros miembros de su familia o vecinos de la zona. También sigue las noticias de los bombardeos para saber dónde han caído.
“Para mí esto se ha convertido en mi rutina diaria. Me despierto y lo primero que hago es mirar las noticias en el teléfono”, dice con preocupación. “Sé que no es del todo sano, pero es lo que hay, no puedo evitarlo”, admite.
En una cafetería a las afueras de El Cairo, tres amigos gazatíes de entre 25 y 40 años, residentes en la capital egipcia y que prefieren mantener el anonimato, sorben su té nerviosamente mientras miran el canal de televisión Al Jazeera, cuyas cámaras retransmiten en directo lo que ocurre dentro de la Franja. Sus caras de cansancio, iluminadas por las pantallas del móvil, de las que no se despegan, dejan ver unas marcadas ojeras.
Afirman que llevan sin dormir días. “Ponemos Al Jazeera en directo para ver si reconocemos nuestros edificios y para saber si nuestras familias están bien,” comenta uno de ellos mientras refresca el canal del servicio de mensajería Telegram creado por y para gazatíes, a través del que se informan sobre los bombardeos y las víctimas.
Volver a casa, aunque haya guerra
Los tres señalan que las comunicaciones con la Franja son complicadas y que tienen muy pocas noticias sobre sus familiares. El más joven, de 25 años, que lleva menos de dos viviendo en El Cairo, afirma que quiere volver a Gaza. “Me da igual todo lo demás. Me da igual morir, mientras esté con mi familia”.
Me da igual todo lo demás. Me da igual morir, mientras esté con mi familia
Respecto al desplazamiento de cientos de miles de gazatíes desde el norte de la Franja al sur por orden de Israel y a la sugerencia de que se refugien en Egipto, los entrevistados aseguran que sus familiares no saldrán de Gaza, aunque se vean desplazados dentro del enclave –al igual que casi un millón y medio de personas, más de la mitad de la población, según la ONU–, y que ellos mismos volverán cuando puedan.
“Lo único que queremos ahora es volver a Gaza. No podemos porque está cerrado el cruce, pero en cuanto se abra, queremos volver y ver a nuestra gente. No nos importa volver a Egipto más tarde, solo nos importa ver a nuestras familias”, dice uno de los tres hombres.
Para Amal sería más fácil estar junto a su familia que sufrir en la distancia. “Ojalá estuviera allí”, dice. “Esto no es nada nuevo para mí: durante mi vida ya he sufrido tres guerras. Así que sería más fácil estar allí sabiendo al menos cómo está mi familia”, afirma. “No creo que los palestinos hoy cometan el error de nuestros bisabuelos”, refiriéndose a la Nakba o catástrofe, por la que unos 700.000 palestinos fueron desplazados forzadamente de sus tierras tras la creación del Estado de Israel en 1948.
La joven insiste en que, aunque tuvieran la opción de escapar de la Franja a través de Egipto para ponerse a salvo, “la gente no va a marcharse”. “Prefieren quedarse y esperar a que venga lo que tenga que venir,” añade. “Si estuviera en Gaza, no me iría. Me movería si mi casa estuviera en peligro, pero no cruzaría la frontera”. Este sábado, cientos de extranjeros y palestinos que poseen otro pasaporte, en su mayoría estadounidense, se han aproximado a la frontera pero no han podido salir de Gaza.
Mientras, a Abu Safia le espera un futuro incierto dado que su casa se encuentra en el norte de Gaza, de donde Israel pidió la semana pasada a los residentes que se marcharan ante una posible incursión terrestre en el norte y la capital de la Franja, que están siendo sometidos a los bombardeos más intensos. Aún así no duda en afirmar que quiere regresar a su hogar, o lo que quede de éste tras dos semanas de ataques incesantes por aire, tierra y mar.
*los nombres han sido cambiados para proteger su identidad
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