La presión entre los exiliados aumenta. Europa impide la entrada a miles de personas que huyen del horror de la guerra y la opresión en países como Irak, Siria y Afganistán. Tras el cierre de fronteras en los Balcanes, miles de personas quedaron atrapadas en Grecia: 51.362, según Acnur. Después de meses de espera y dificultades, muchos se ven obligados a volver a sus países de origen.
Según los últimos datos recogidos en la Organización Internacional para las Migraciones en Grecia, este año, 5.560 personas han solicitado el retorno voluntario, de las cuales, 4.183 finalmente han regresado a sus lugares de origen bajo este programa que, entre otras cosas, incluye los gastos del traslado. Una cifra que supera las salidas efectuadas en todo el año 2015: 3.794.
En esta ocasión, el camino de vuelta no implica jugarse la vida en el mar ni invertir todos sus ahorros –en muchos casos, también, porque ya no les queda nada–. Regresan cargados de frustración, después de permanecer meses en campos en Grecia, donde el deseo de reanudar una vida digna y el derecho al asilo se ve truncado.
Ahora el viaje es en avión y sin asumir gastos, bajo el programa de retorno voluntario que ofrece la Organización Internacional para las Migraciones (IOM, por sus siglas en inglés), una institución de carácter intergubernamental que cuenta con más de 165 Estados miembros, incluido el español y el griego.
Así hizo Abdual Karem para retornar a Irak. Este padre de familia de tan solo 23 años se vio obligado a huir de la amenaza constante del autodenominado Estado Islámico (ISIS) sobre la comunidad yazidí, a la que pertenecen él, su mujer y sus tres hijos. En Europa no solo buscaban sosiego y paz, sino también un lugar donde sus hijas, Majed (de seis años) y Karina (de tres), ambas con parálisis cerebral, pudieran ser atendidas.
Pero no lo encontraron. La familia pasó por Trikala, el Pireo y Skaramagas, tres campos diferentes del país heleno. Desde el último, alzó su voz a través de un vídeo que la organización gallega Causas Comuns publicó en su página de Facebook, donde contó su periplo hasta alcanzar suelo comunitario.
“Hemos solicitado el retorno voluntario a Irak, pero aún tengo esperanza en que alguien pueda ayudarnos; que nos concedan asilo en cualquier país y sacar a mis hijas de este infierno”, explicaba Karem, junto a Devin, mientras sostenían en brazos a las dos pequeñas dependientes y bajo la mirada de Karam, el mediano de los hijos.
Entonces “esperaba que todavía existiera la humanidad”, pero sus propias palabras ya adelantaban su futuro: “Si las vidas aquí no importan, entonces prefiero volver”, decía.
Después de la promesa de los países de la UE de reubicar desde Grecia e Italia a 160.000 refugiados, firmada hace un año, por el momento solo se ha reubicado a 4.519 personas.
El mensaje de Karem llegó a algunas organizaciones y voluntarios españoles que se involucraron en el apoyo y seguimiento de la familia, brindando ayuda económica, especialmente para conseguir las medicinas de los pequeños.
El colectivo Bienvenidos Refugiados Canarias llegó incluso a reunirse con la directora general de Políticas Sociales e Inmigración de Canarias, Carmen Acosta, y el director general del Menor, Mauricio Roque, con la intención de tramitar el asilo de esta familia altamente vulnerable, a través del Gobierno canario.
Pese a todos los esfuerzos de las ONG españolas, la agilidad del programa de retorno voluntario de la OIM ganó finalmente la partida a la lentitud de la burocracia española.
“Ahora estoy en Irak. Tengo problemas psicológicos debido a la dura situación que vivimos. Estamos otra vez cerca de la guerra que provoca ISIS. Aquí no hay futuro, ni doctores, ni ninguna organización que ayude a mi familia. Me arrepiento de haber vuelto a Irak, espero poder regresar a Europa, aunque perdí toda la esperanza en Grecia”, explica Karem a eldiario.es.
“Muchos, desesperados, prefieren volver”
Fátima Martínez, activista y periodista extremeña, compartió con la familia los días previos a su regreso a Irak. Desde entonces no ha perdido el contacto con ellos, y constata el arrepentimiento y la desesperación que Karem muestra.
“Más gente está volviendo porque la OIM se lo pone muy fácil: les hacen dos exámenes médicos, les llevan a un hotel durante unos días y luego les pagan el vuelo”, explica Fátima.
En algunos campos –como en el de Eleonas, que funciona bajo gestión militar y gubernamental–, cuelgan en la entrada de las instalaciones carteles informativos en varios idiomas para solicitar el retorno a través de la OIM. La información y el asesoramiento sobre las peticiones de asilo en otros países brillan por su ausencia.
Saleem lleva tres años viviendo en campos de refugiados. Primero en Irak y ahora en Grecia. Él también es amigo de Karem, al que ha arropado desde el principio de su estancia en el país heleno. Reconoce también que “muchos refugiados están desesperados y prefieren volver”.
Comparte la historia de su compañero Dlman Barjas, de 17 años, que se encuentra solo en Skaramagas desde que llegó a Grecia el 12 de marzo. A principios de agosto registró su nombre en la lista de personas que, después de agotar fuerzas y recursos, deciden regresar a sus lugares de origen.
“Llegué solo para ayudar a mi familia a venir a Europa”, explica. Tras la desilusión de no poder avanzar, el joven lanza un mensaje a “los gobiernos europeos”, a los que pide que “no digan que existen los derechos de los refugiados”. “He gastado 30.000 dólares para llegar a vuestra tierra, pero no he visto nada de humanidad”, lamenta. Cuando regrese, volverá con los suyos, a sabiendas de que allí el porvenir es incierto.
Afganos, iraquíes e iraníes: los que más retornan
Afganistán, Irak, Irán y Pakistán son los países a los que más regresan. Todas estas nacionalidades coinciden con las más frecuentes entre la población migrante que viaja hasta Grecia cruzando el Egeo a falta de vías seguras, para solicitar asilo y refugio en Europa.
Este miércoles, la ONU hacía un llamamiento para recabar fondos ante la crisis humanitaria en Afganistán: calcula que antes de que acabe el año habrá cerca de 1.100.000 desplazados internos más, entre ellos unos 400.000 por el conflicto con los insurgentes dentro del país y alrededor de otros 600.000 procedentes la mayoría de Pakistán.
“Los sirios no pueden acogerse al programa de retorno voluntario, porque nadie puede garantizar su seguridad en Siria”, explicaba a Efe Cristina Nikolaidu, responsable de comunicación de la Organización Internacional de Migraciones en Grecia este junio.
En suelo heleno, las puertas están cerradas y la desesperación de muchos refugiados puede con la paciencia. Según Unicef, solo el número de niños refugiados y migrantes atrapados en Grecia ha aumentado a 27.500.
En España, el plan de retorno voluntario también existe, pero como explica Eva Baldés, asistente de operaciones de la Organización Mundial de Migraciones en nuestro país, “el perfil de gente que se va, es el de migrantes de origen latinoamericano, o gente que no quiere vivir en situación de irregularidad administrativa”. Pese a todo, “el 90% de los beneficiarios son migrantes en alto riesgo de vulnerabilidad”, explica.