A 14 kilómetros de España, los familiares y amigos de las víctimas de los últimos naufragios sucedidos en el Mediterráneo esperan ansiosos más noticias sobre cuáles son los nombres y apellidos de los siete cuerpos localizados en las aguas del Estrecho durante este fin de semana.
“Seis cuerpos de origen subsahariano”. Es la única información oficial conocida por el momento y el punto en el que suelen quedarse las indagaciones. Tras naufragar sus correspondientes embarcaciones, todas las víctimas fueron halladas en las costas de Cádiz, salvo el de una mujer congoleña que seguía a bordo de una patera a la deriva próxima a Ceuta.
El restante correspondía a otro de un hombre de origen magrebí que portaba un traje de neopreno y, según las indagaciones de la Guardia Civil, en principio no parece que su fallecimiento esté relacionado con una tragedia migratoria.
Ante la falta de información oficial tras cada vida perdida en el Mediterráneo, el colectivo Caminando Fronteras activa sus redes para poder identificar quién está detrás de cada uno de los cadáveres que han aparecido en la costa andaluza. Para poder dar respuestas a las decenas de familiares y amigos que esperan saber si su hijo, hermana o marido están entre los que nunca llegaron al otro lado del Estrecho.
Los miembros de la ONG han elaborado un listado de las personas que ocupaban la embarcación desaparecida que trató cruzar el jueves el Estrecho con once vidas a bordo. Es entonces cuando comienzan a intentar enlazar cada vida con cada cuerpo localizado. Cada nombre, con los cadáveres que se han quedado bajo el mar.
“Pienso en Samuel, que la vida le duró cuatro años y en su madre Vero”, ha recordado Helena Maleno, portavoz del colectivo, en un texto difundido a través de su Facebook. “Miro las fotos de Larissa y Brenda, leo los 'wasap' que les escribí y miro la hora y la fecha de la última vez que se conectaron. Larissa, Brenda, Djibril, Merlín, Abdourrahmane, Thiare... y otros nombres van completando el puzzle de las pérdidas”.
Salvamento Marítimo recibió la alerta de una embarcación a la deriva en el Estrecho el jueves 12 de enero. Aunque la institución humanitaria –dependiente del Ministerio de Fomento– activó el dispositivo de búsqueda, lo suspendió cuando acordó con las autoridades marroquíes que ellas “se harían responsables”, según han confirmado desde Salvamento.
“Pienso en quién se aseguró de que estaban en aguas marroquíes y quién se aseguró de que Marruecos efectivamente les buscó”, se pregunta la activista. Finalmente, el operativo se activó también el 13 de enero tras un nuevo aviso que escondía la angustia de otras ocho familias: una embarcación con tres mujeres y cinco hombres que había partido de Marruecos durante el alba tratando de alcanzar las costas españolas.
Durante la travesía alertaron a Caminando Fronteras de que podrían estar pinchados, sin embargo la corriente los arrastró hacia el Mar de Alborán, donde ni el helicóptero ni la lancha de Salvamento lograron encontrarlos. Al caer la noche, se suspendió la búsqueda.
España dejó de buscar las pateras durante la noche
“Por la noche no se realizan búsquedas en el Estrecho”, lamenta la portavoz de Caminando Fronteras. “Se cortó la búsqueda ayer por la tarde, pero no sabemos por qué no se hacen búsquedas nocturnas”, ha denunciado Maleno. “Si hubiese 21 franceses en el agua desde anoche, no se le ocurriría al Gobierno cancelar una búsqueda de noche”, critica.
Por su parte, Salvamento Marítimo admite que no existe un protocolo que establezca dejar de buscar durante las noches en aguas del Estrecho de Gibraltar, sino que la decisión la toman los técnicos de la Torre de Tarifa, donde según la “circunstancias” deciden abandonar la búsqueda. Aseguran que las dificultades para localizar pateras son más mayores debido al fuerte tráfico marítimo que dificulta la localización con medios aéreos como el Sasemar 101.
Las búsquedas en el Estrecho se suspendieron durante las noches del 12 y 13 de enero, algo que no ocurre en aguas del Mar de Alborán donde embarcaciones como la Hamal o la Polimnia buscan durante toda la noche ante la alerta de personas en la mar.
Las evidencias del naufragio de alguna de las embarcaciones de las que Helena Maleno dejó de tener noticias. La aparición de un cadáver de origen subsahariano en la playa de Bolonia la tarde del viernes empujó de nuevo la reactivación de la búsqueda. A las 8.30 horas de este sábado Salvamento Marítimo, dependiente del Ministerio de Fomento, retomó el protocolo de búsqueda de las dos pateras desaparecidas que clamaba Caminando Fronteras desde hace días.
A las 16.00 horas el avión de Salvamento Sasemar 101 alertaba de la localización de una pequeña balsa a 30 millas al este de Ceuta. Era una de las pateras desaparecidas y siete de los ocho ocupantes aún permanecían con vida. Una de las mujeres, originaria de la República Democrática del Congo, falleció durante el trayecto y su cuerpo yacía junto a los supervivientes, todos con síntomas de hipotermia. Todos ellos fueron rescatados por Salvamento Marítimo, cuyo barco desembarcó en el Puerto de Ceuta.
La difícil travesía acabó con la vida de tres de los ocupantes de esta patera, y uno de los hombres tuvo que ser trasladado al Hospital de Jerez en el helicóptero de Salvamento al encontrarse en estado crítico debido a la hipotermia.
“Me da pánico pensar que la entierren mañana”
El cuerpo que navegaba sin vida en las aguas del Mediterráneo era el de Brenda, relata Maleno. Los activistas recibieron con preocupación la información sobre el lugar al que irían a parar los restos de la congoleña: irían a Ceuta. Según alerta la defensora de derechos humanos, en la ciudad autónoma “se entierra inmediatamente a los muertos porque no se pueden conservar”, con lo que sería complicado que la familia de la fallecida que vive en Francia pudiese llegar.
“Me da pánico pensar que la entierren mañana y que a su familia de Francia no le de tiempo a llegar para verla, para llorarla, para abrazarla”, lamenta Maleno.
Caminando Fronteras ha criticado la suspensión del operativo de búsqueda en el Estrecho durante las noches del 12 y 13 de enero, cuando al menos siete personas perdieron la vida. “Los migrantes no quieren llamar a Salvamento, porque temen que estos llaman a Marruecos y los coja, por lo que pese a que no estén muy mal no piden ayuda y tratan de llegar por sus propios medios”, añade Maleno.
21 vidas, más de 60 horas y un Estrecho teñido de tragedia una vez más.