Los 20 pioneros de la Rochdale, la cooperativa que impulsó el movimiento a nivel mundial

“Mi vida es la justicia, la igualdad mi religión”. Así reza la tumba de uno de los 28 pioneros que crearon la cooperativa que dio impulso al movimiento mundial. El féretro descansa junto a los del resto de sus compañeros de la empresa, en el cementerio de Rochdale, un pequeño y lluvioso pueblo perdido a 15 minutos de Manchester, en el norte de Reino Unido. Es decir, a 15 minutos hoy, en un tren moderno y rápido, pero a horas de distancia en carretilla, allá por 1844, cuando los socios de la cooperativa iban y volvían cargados de materias primas, bajo duras condiciones climáticas, para mejorar las vidas de los habitantes de la localidad.

Eran tiempos de pobreza en plena revolución industrial. La clase trabajadora tenía que gastar, según explica el Cooperative Heritage Trust, la mayor parte de sus salarios (60%) en alimentos. Resultaba muy caro traer suficiente comida a pueblos alejados como Rochdale. Pero es que además en esa época los alimentos no tenían conservantes, por lo que se echaban a perder rápidamente. La carne y la fruta eran demasiado caras para gran parte de la gente. Su mayor lujo era comer gachas de avena y pan. Acompañadas de té, eso sí, el famoso té inglés, que hacían con agua que no estaba limpia y así tenía mejor aspecto.  

Algunos comerciantes mezclaban cosas con la comida que vendían, para intentar que durara más y sobre todo para aumentar su volumen y su peso y obtener más ganancias. Y esto era a veces peligroso para la salud, porque no había ningún tipo de control sanitario.

También eran tiempos de mucho ajetreo, huelgas y luchas por los derechos de las personas trabajadoras. Y de nuevas ideas de organización de la sociedad.

Los sueños de Owen 

Robert Owen (1771-1858), considerado el padre del cooperativismo, venía dando conferencias sobre un modelo democrático de empresas que había imaginado posible. Un modelo donde cada trabajador podría votar, donde los salarios serían más justos, donde la gente colaboraría en vez de competir y donde habría más justicia social. Eran las ideas cooperativistas, que él mismo, como empresario, había intentado llevar a cabo en una serie de iniciativas obreras.

Lo cierto es que, por diversos motivos (a veces por restricciones impuestas por el poder para impedir los proyectos socialistas), las iniciativas concretas que intentó llevar a la práctica Owen terminaron fracasando. De hecho, él mismo culminó sus días sin dinero en su pueblo natal, a pesar de haber sido un gran estratega, escritor, conferenciante, director de empresas y un alabado teórico de la economía socialista. Y, sin embargo, sus ideas tuvieron cabida y desarrollo en muchos sitios. Entre otros, en las calles de Rochdale.

Algunos de los obreros maltratados en las fábricas de algodón de la ciudad de Rochdale, que luego formarían la cooperativa, habían asistido a conferencias donde Owen comentaba sus teorías sobre el cooperativismo y alentaba a la clase trabajadora a organizarse de manera pacífica. Eran tejedores, artesanos, y “se enfrentaban a condiciones laborales miserables y salarios bajos, y no podían permitirse los altos precios de los alimentos y los enseres domésticos”, explican hoy desde la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) , que existe en parte gracias a aquellos primeros hombres y mujeres, y que hoy cuenta con una estructura en red de más de 300 organizaciones miembros en 100 países y la representación de 1000 millones de miembros cooperativos en todo el mundo.

Estos obreros vieron que, si reunían sus escasos recursos y trabajan juntos, como decía Owen, tal vez podrían acceder a productos básicos a un precio más bajo.

Aunque el objetivo inicial no era solo bajar el precio para poder permitirse más comida, y que fuera pura y saludable, sino que hablaban de la necesidad de recibir un trato honesto, de franqueza y respeto, y tener el derecho democrático de saber lo que comían, de opinar sobre el precio y el negocio. Y si, además, si algún día llegaran ganancias querían poderlas compartir, construir un fondo de reserva educativo para que sus hijos no tuvieran que vivir lo que ellos habían vivido, y muchas más ideas. Era el mismo sueño de Owen, de una sociedad más justa.

Detrás de la pequeña tienda (que apenas mide 70 metros cuadrados y hoy aloja el Museo de los Pioneros de Rochdale) había la ilusión de cambiar el rumbo del mundo. Comenzarían desde abajo y desde lo local. El reglamento de régimen interno muestra que detrás de los mostradores, cuando se cerraba la tienda, se abrían debates, se estudiaban y proyectaban ideas. Los trabajadores querían incluir dentro de la cooperativa todos los aspectos de la vida misma: vender también ropa, enseres domésticos, ayudarse mutuamente para construir o mejorar las casas de aquellos miembros que tuvieran dificultades habitacionales, producir artículos para vender, además de materias primas, dar trabajo a los miembros desempleados, comprar tierras de cultivo, sembrar y compartir la cosecha, y finalmente establecer una colonia cooperativa. Esta colonia organizaría la producción, la distribución, la educación y el gobierno. Una “colonia local autosuficiente de intereses unidos”, que no solo sirviera de ejemplo, sino que pudiera a su vez ayudar a otras sociedades a establecer más colonias. De hecho, según un artículo publicado en los archivos de la revista Cooperative Grocer (1985-2019), hasta tenían pensado abrir un “Hotel de Templanza”, donde la gente con dificultades con el alcohol –que había muchas en esa época–, pudiera curarse “tan pronto como fuera posible”.

Cuestión de principios

A fuerza de prueba y error, los primeros años de la cooperativa sirvieron para seguir reflexionando y formular una serie de prácticas, que debían cumplir las cooperativas para prosperar y para hacer honor a su nombre. Estas prácticas serían la base de lo que décadas después se conocería como los Principios Cooperativos de Rochdale.

Hoy, en el museo, se puede ver un cartel con un resumen de aquellas ideas que dieron forma a la cooperativa, y al movimiento cooperativista mundial. Unos principios que se agregaron, a base de la experiencia, a las teorías desarrolladas por Owen. 

El primero de ellos es la membresía abierta: es decir que cualquier persona puede unirse, sin límite.

El segundo, la democracia, que es la base principal del cooperativismo; que todas las personas que entran tengan voz y voto. Igual que en la actualidad, en cualquier cooperativa española, una persona es igual a un voto en la asamblea –sin importar si esa persona ha puesto en la empresa más o menos dinero–. Es algo completamente opuesto a las empresas de capital.

El tercero de los principios es el dividendo: las ganancias se dividen entre todos los miembros por igual. 

El cuarto principio es el interés limitado: el dinero que se prestaba para hacer crecer la cooperativa debía ser devuelto de manera justa, sin usura. Que es lo mismo que hoy forma las bases de la banca ética cooperativa.

El quinto principio es la neutralidad política y religiosa, lo que implica que nadie puede ser tratado de manera diferente debido a sus creencias, un apartado que tenía mucho sentido la época, pues la zona de Manchester era un punto de atracción para migrantes judíos, que escapaban de los pogromos de otras partes de Europa.

El sexto era el comercio siempre en efectivo: los pioneros consideraban que el crédito permitiría que los clientes se endeudaran y que la deuda les haría más pobres y dependientes. 

Y el séptimo principio era el compromiso con la educación, porque consideraban que aprender era la mejor manera de ayudar a la gente a salir de la pobreza. Hoy, la Ley de cooperativas en España también fija un fondo de reserva obligatorio que se usa para temas educativos.

Después de largos debates, finalmente fue el 11 de agosto de 1844 cuando se firmaron los papeles legales de la nueva sociedad: el Rochdale Equitable Pioneers Society. No había mujeres pues en aquella fecha todavía no podían poseer, por ley, ningún título ni ninguna propiedad, y no tenían los mismos derechos que los hombres. Aunque, con el tiempo, no solo formarían parte de la cooperativa como socias, sino que serían de las primeras en obtener el derecho al voto.

Más lectores, más tren y más cooperativistas

Inicialmente, cada uno de estos primeros 28 hombres aportó una libra esterlina, según la ACI. Algunos pagaban a plazos porque no era fácil tener esa cantidad en mano. Con ese dinero alquilaron el local donde hoy se encuentra el Museo de los Pioneros (31 Toad Lane, Rochdale). También les permitió comprar las primeras tandas de harina, avena, azúcar y mantequilla. 

Muy rápidamente lograron captar el interés de la población local para que el negocio funcionase, sobre todo porque eran de fiar. Cualquiera en el pueblo sabía que lo que allí se vendía no representaba un peligro para la salud.

Al principio, la cooperativa estaba abierta solo dos noches a la semana, pero al cabo de tres meses ya había crecido tanto que estaba abierta cinco días a la semana. Cuantas más personas se unían, más grande se hacía la cooperativa y más poder tenían para dar a los miembros lo que necesitaban. Al año ya vendían té y tabaco, productos que venían de fuera del Reino Unido.

Aparecían vientos de cambio en Reino Unido y cada vez más personas aprendían a leer. Cuando los periódicos escucharon del éxito de los pioneros de Rochdale, las publicaciones de artículos se fueron multiplicando en todo el país, y la información fue distribuyéndose a través de la nueva tecnología: las vías férreas.

Se abrieron otras cooperativas en ciudades industriales y pronto había cientos de sociedades. Todas usaban lo que llamaban ‘las normas de Rochdale’, es decir, los ‘principios’ del cooperativismo.

Como explican los documentos del Cooperative Heritage Trust, en la década de 1860 se formuló en Reino Unido una nueva la ley que permitió que algunas sociedades pudieran unirse para crear una empresa más grande, a la que llamaron Federación de empresas. Una gran sociedad tendría más poder de negociación, y podría poseer sus propias fábricas, granjas e incluso propiedades en otros países.

En 1863, varias iniciativas pequeñitas se unieron para crear la Sociedad Cooperativa Mayorista (Co-operative Wholesale Society-CWS), con sede en Manchester. 

En 1867, 23 años después de aquella pequeña tienda de Rochdale, la antigua cooperativa se había convertido en una CWS, y había podido adquirir un gran edificio en Manchester. Aunque poco tenía que ver aquella ciudad con la que hoy asociamos al millonario club de fútbol. La zona donde se instaló era pobre y tenía barrios marginales. Había un hospital, viviendas hacinadas y un río donde la gente tiraba sus desechos.

La CWS logró comenzar a comercializar en el extranjero, exportando e importando. Y junto a estas relaciones creadas para el comercio la idea de cooperación se fue expandiendo también por Europa y por todo el mundo.

Las cosas han cambiado mucho desde aquel entonces y el viejo edificio de Manchester hoy ya no forma parte de la cooperativa (ahora es parte de Amazon). La cooperativa mudó su sede a un edificio que se encuentra muy cerca, y que hoy es moderno y grandioso. Es la sede central de lo que hoy se conoce como el Co-operative Group. Se trata del grupo cooperativo más importante de Reino Unido y una de las cooperativas de consumidores más grandes del planeta. 

Cualquiera que dé un paseo por las calles de Reino Unido puede encontrarse hoy con una tienda del Co-operative Group, que además de más de 2.500 supermercados tiene un negocio de servicios legales, una aseguradora y servicios funerarios. La cooperativa emplea a casi 70 mil personas y sigue teniendo entre sus objetivos programas sociales y para la comunidad.

Rochdale como modelo exportable

Aunque la Sociedad de Pioneros de Rochdale no fue la primera cooperativa ni la única que sobrevivió. “Hubo sociedades anteriores, pero incluso las que sobrevivieron llegaron a adoptar el modelo de cooperación de Rochdale como el mejor medio para operar una sociedad cooperativa y cumplir sus objetivos”, explican desde EuroCoop, entidad que representa a las organizaciones nacionales de cooperativas de consumidores en 20 países europeos. “Rochdale se convirtió en un modelo para la formación de sociedades cooperativas similares en todo el Reino Unido y en todo el mundo”.

Rochdale sigue siendo un pueblo pequeño alejado. Pero desde los lugares más recónditos del planeta llega gente fascinada, buscando información de aquellos pioneros. Desde el pequeño museo se siguen organizando debates en pro de los derechos de las personas trabajadoras. Entre otras cosas, se organizan visitas gratuitas, charlas y conferencias. Y se ofrece una excursión para quienes quieran visitar las tumbas de aquellos hombres que a mediados del 1800 lucharon por cumplir el sueño de un mundo mejor.