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El 5G encara el año de su despegue comercial entre dudas de los inversores sobre su utilidad a corto plazo

Diego Larrouy

8 de enero de 2021 23:12 h

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Hasta la fecha, el 5G ha sido más protagonista por los bulos sobre sus efectos y supuestos intereses escondidos que han tenido que ser desmentidos que por los casos reales de uso comercial. Las compañías de telecomunicaciones han comenzado a lanzar sus primeras ofertas de 5G en los últimos meses de 2020, muy centradas en núcleos urbanos. Pero será este año cuando esta nueva tecnología despegue y comience a tomar forma como la evolución de las herramientas que se usaban hasta la fecha. Sin embargo, nace con dudas de expertos e inversores sobre su aplicación en el corto plazo para los clientes particulares.

La principal cita en el calendario de 2021 para las operadoras en España está todavía por fijarse. Se trata de la subasta que tiene que realizar el Ministerio de Asuntos Económicos del espectro radioeléctrico de 700 Mhz. Esta banda es la que se ha liberado en los últimos tiempos por parte de la TDT para el lanzamiento del 5G, en el proceso conocido como segundo dividendo digital. Esta subasta debería haberse celebrado el verano pasado, pero la pandemia obligó a aplazar el procedimiento. A falta de una concreción final, se espera que se celebre durante el primer trimestre del año.

Pese a que todavía no se ha realizado esta subasta, las compañías ya han lanzado sus primeras ofertas de servicios 5G, por el momento muy centradas en ciudades o poblaciones grandes. Una de las más avanzadas ha sido Telefónica, que informó a mediados de diciembre de que había llegado ya a cubrir el 76% de la población y unos 1.200 municipios. Vodafone u Orange también han lanzado servicios y tarifas con esta nueva tecnología. Lo hacen en base a una subasta realizada en 2018 de un espectro más limitado en el cual las compañías podían hacer pruebas y comenzar a lanzar productos. Una nueva subasta de lo que quedó pendiente en este espectro se celebrará a comienzos de febrero. Si bien, no es, por el momento, el 5G en sí, sino algo a medio camino entre el 4G y el 5G. La tecnología podrá desarrollarse por completo con la subasta que ha obligado a resintonizar la TDT.

La anterior subasta, de 2018, logró recaudar para el Estado 437,6 millones de euros, una cantidad que multiplicó por cuatro el precio de salida. Para la gran subasta de este 2021, el precio de salida del nuevo espectro es tres veces superior a lo recaudado en 2021. El Gobierno ya ha avanzado algunos detalles de la nueva subasta, con un importe de comienzo que supera los 1.100 millones de euros. Serán ocho bloques los que se colocarán entre las operadoras que participen y otorgarán derechos de uso durante 20 años. El Gobierno ya ha avanzado, por su parte, que invertirá hasta 2025 un total de 2.000 millones de euros, de los que 300 millones figuran ya en los Presupuestos Generales del Estado.

El 5G es la quinta generación de tecnología móvil que pretende superar a las anteriores. En forma de resumen, el 1G supuso el arranque de la telefonía móvil al comienzo de los años noventa. Tras ello llegó el 2G, que implementó más velocidad en la transmisión de datos, el uso del SMS y la popularización de la telefonía móvil. El 3G mejoró la potencia de la conexión y expandió el uso de internet en el móvil. El 4G supuso la expansión de la banda ancha móvil y el internet de alta velocidad en los dispositivos móviles.

Ahora, la nueva tecnología, está llamada a mejorar la capacidad de conexión, habilitando la hiperconectividad, con más velocidad y menor latencia, lo que permite una mayor capacidad para dispositivos que estén conectados a la vez. A menudo se pone el ejemplo de estadios o grandes grupos de personas, impensables ahora en la época COVID-19, donde la conexión podrá resistir mejor de lo que lo hacía con el 4G. Esta mayor estabilidad de la conexión supone para la industria tecnológica la explosión de algunas de las herramientas que se han ido desarrollando en los últimos años. El hogar conectado, el internet de las cosas o el vehículo autónomo son algunas de las tecnologías cuyo crecimiento se ha vinculado a la expansión que tenga el 5G.

Es por ello que en el sector de las comunicaciones se tiene una alta confianza en que esta nueva tecnología de conexión permita crecer en base a nuevos negocios. Llega además en un contexto de escaso crecimiento para el negocio tradicional, con una fuerte presión de precios por parte de algunas operadoras. Un informe de Ericsson presentado a finales de noviembre estimaba que a finales de 2021 habría 1.000 millones de personas, el 15% de la población mundial, en zonas con cobertura 5G, mientras que al cierre de 2020 el número de abonados con 5G rondaría los 220 millones.

Grandes inversiones

Pero para poder sacar partido a esta tecnología, el sector de las telecomunicaciones tiene que asumir todavía una importante factura de inversiones que permita desarrollar la red necesaria para la implantación del 5G. Esta nueva tecnología, con mayor estabilidad, conlleva también que las ondas viajan a menor distancia, por lo que será necesario implementar más torres de las necesarias con el 4G, por ejemplo. En España se estima que serán necesarios entre 5.000 y 6.000 millones de euros, según las distintas estimaciones que han hecho directivos del sector. Se espera la participación del Estado a través de los fondos europeos.

Las operadoras tendrán que asumir este proceso con unos balances que arrastran una fuerte deuda, provocada por las importantes inversiones que se tuvieron que realizar para el 4G, compras de derechos televisivos o infraestructuras como la fibra. Además, hay que tener en cuenta que al mismo tiempo que se desarrolla la subasta del 5G en España, se sucederán otras subastas en Europa donde participarán las mismas compañías. Por ejemplo, Telefónica y Vodafone acudirán a la de Reino Unido, que también supondrá una factura milmillonaria para las compañías. Francia realizó la suya en otoño y otros mercados como Alemania o Italia ya las habían celebrado. Las fuertes inversiones y el limitado músculo financiero de las operadoras eleva el interés de las compañías y fondos especializados en torres de telecomunicaciones, un negocio hoy por hoy con más atractivo para los inversores que la propia telefonía.

El problema para las operadoras es que no existe un amplio consenso sobre que el 5G vaya a revolucionar su negocio, al menos en el corto plazo. Así lo han advertido distintos analistas de mercado durante todo el año pasado. Por ejemplo, algunos expertos achacaron las fuertes caídas en Bolsa en 2020 de las operadoras de telefonía —Telefónica llegó a tocar mínimos históricos— al escepticismo que existe entre los inversores sobre la utilidad del 5G. “Los inversores son algo escépticos en confiar en que el 5G suponga una verdadera revolución y que esos miles de millones invertidos en la tecnología sean finalmente rentables”, señalaban analistas de Singular Bank en otoño.

Moody's, la agencia que mide la calidad de la deuda de las principales compañías del sector, asume también estas dudas. “Por ahora no hay ninguna aplicación 5G para el segmento residencial y por lo tanto cuesta ver el potencial en ingresos sin haber una necesidad clara de 5G”, señala Carlos Winzer, analista de Moody's. “Pensamos que el 5G se desarrollará antes en el segmento B2B —entre empresas— en la industria liderando el internet de las cosas”, añade. “El 5G en residencial dará más velocidad (100 veces más rápida la transmisión que 4G) y aliviará la capacidad de la infraestructura de móviles, pero es difícil justificar subidas de tarifas mientras no haya aplicaciones 5G”, zanja.

Riesgo de una nueva brecha digital

El 5G, además, vuelve a abrir una brecha de conectividad entre la España vaciada y las poblaciones urbanas y las regiones más densamente pobladas. La brecha digital que existe en infraestructuras como la fibra y que se ha ido estrechando en los últimos años, puede volver a ampliarse con el lanzamiento de esta tecnología. Una nueva era en las telecomunicaciones que todavía se ve lejana entre las operadoras centradas en el medio rural. Antonio García Vidal, presidente de la patronal Aotec, que engloba a estas pequeñas compañías, señalaba en un reportaje en este medio que el 5G tendrá “ventajas” pero que estas no llegarán “hoy ni mañana”.

En un comunicado publicado hace unos días, esta asociación solicitaba que las ayudas públicas en el campo del 5G vayan enfocadas a la llegada de esta tecnología a las zonas rurales. En una carta al Gobierno solicitaba que se crease un “operador neutro” y se incentivase la participación de las pymes para evitar que se agrandase la brecha digital. “Es imprescindible que el medio rural cuente con una conexión que le haga competitivo con el medio urbano, no nos podemos permitir las demoras que se han producido con el 4G, porque aún hay zonas rurales plagadas de fibra donde no existe una cobertura móvil eficiente”, señaló en este comunicado García Vidal.

Pero el lanzamiento del 5G ha ido acompañado en los últimos tiempos de un debate también sobre geopolítica y la batalla comercial entre EEUU y China, teniendo como principal protagonista a Huawei. Al mismo tiempo que el Gobierno prepara la subasta que permitirá el desarrollo definitivo del 5G en España, está avanzando en una regulación de ciberseguridad para este tipo de tecnología. La nueva norma, abierta a consulta pública, no veta de entrada a ningún operador ni Estado pero sí incluye como elemento central un proceso que permitirá etiquetar “suministradores de alto riesgo” cuyos productos quedarán excluidos de esta nueva red de telecomunicaciones española.