“La crítica al modelo de cuidados es una crítica directa al sistema económico y patriarcal”
24 horas después del éxito de la segunda huelga feminista que ha vivido España, la economista Carmen Castro reflexiona sobre uno de sus cuatro ejes: el de cuidados. Experta en políticas de igualdad y cuidados, y con un trabajo amplio sobre los permisos de paternidad como palanca para el cambio social, Castro considera que la huelga ha servido para poner sobre la mesa preguntas y conflictos que apelan a lo personal pero que son políticos.
¿Por qué era necesaria una huelga de cuidados?, ¿qué lugar ha ocupado en este 8M?
Era necesario plantear el eje de cuidados para mostrar la insostenibilidad de este modelo y sistema y de todo lo que se articula en torno a él y que se hace en contra del desarrollo de la vida. Necesitamos mostrar que esto no es viable, nos olvidamos de que lo realmente importante para sostener la vida y para que discurra de una manera aceptable y digna es precisamente lo que más perjudicamos u obstaculizamos. Hay que mostrar las grandes incoherencias de este sistema: invisibiliza el ámbito de los cuidados pero fagocita el hecho de que el trabajo reproductivo se realice en unas condiciones de extrema precariedad, o de forma gratuita, y casi por parte de las mujeres.
Sin embargo, a pesar de esta presente en nuestro día a día o precisamente por eso, la huelga de cuidados es quizá la que más preguntas y contradicciones ha arrojado...
Nos ha dado muchos quebraderos de cabeza porque, ¿cómo planteas una huelga de cuidados? Es un conflicto en sí mismo si decimos que los cuidados forman parte de lo necesario. Lo que se quería plantear es qué pasa si desaparecen las mujeres que están asumiendo en estos momentos esas responsabilidades. Algunas compañeras decían 'cómo voy a dejar de cuidar a mi abuelo'. No se trataba de eso, sino de emerger esa gran contradicción, de plantear cómo asumir esto como una responsabilidad social. Las propias empleadas domésticas han trasladado que no podían sumarse a la huelga porque sus condiciones de absoluta precariedad y desprotección laboral a pesar de apoyar las vindicaciones.
La huelga de cuidados sirve para enunciar la necesidad de repensar la economía, nuestro modelo de cuidados, y poner en el centro que las personas a lo largo de nuestro ciclo vital necesitamos atención y cuidados. Si ese planteamiento no está en el corazón cuando pensamos en nuestro modelo social y económico seguiremos yendo en contra de eso.
¿Cómo definiría los cuidados?
Toda aquella actividad o servicio que nos prestamos independientemente de las formas y los ámbitos y que permiten que la vida sea mejor en cada momento. Todas las personas necesitamos cuidados en todo momento, más allá de los momentos de mayor vulnerabilidad. La mayor parte de la gente lo identifica con la infancia, la enfermedad o la vejez, y eso tiene que ver con esa inercia a entender la atención a la vida como algo asistencial, sobre lo que aplicar paliativos cuando hay una necesidad emergente. ¿Cuáles son las necesidad? Las necesidades humanas no son las que nos hace creer el sistema, son las que tienen que ver con alimentarse, pero también con los afectos, con la capacidad de pensar... Tienen que ver con como prestamos atención y proveemos lo que haga falta para que las necesidades de las personas se puedan ir desarrollando, más allá de que en ciertos momentos esos cuidados tengan que ser profesionalizados.
Y eso tiene que ver también con el empleo, sin embargo, ¿seguimos hablando del mercado laboral sin pensar en los cuidados como su reverso?
Sí, los mensajes se van articulando alrededor de lo laboral, y cuesta más darle más proyección y atención a los cuidados, cuando es fundamental para el cambio del sistema. La crítica al sistema de cuidados es una crítica directa al sistema económico y patriarcal. Los cuidados nos cuestionan en lo político y en lo personal, nos confrontan con nuestras propias incoherencias y conflictos. Necesitamos más inercia en este discurso, pero no solo en el feminismo, necesitamos confluencia con otros movimientos que denuncian las precariedad de la vida.
¿Vivimos una crisis de los cuidados?
Sí, desde hace tiempo y ahora la estamos viviendo con la aceleración del propio proceso de envejecimiento. No se está dando respuesta a ese proceso, mientras el envejecimiento continúa y se profundiza. Si todos los recursos están volcados en alargar las vidas en términos productivos, mercantilistas, ¿qué ocurre cuando las personas son expulsadas de ese ciclo? Mientras, las mujeres nos rebelamos y decimos que basta ya de expropiarnos nuestro tiempo y nuestra salud. Hay una falta de atención en los dos momentos de más vulnerabilidad, en el nacimiento y cuando el mercado de trabajo te expulsa.
¿En qué manera afecta eso a las mujeres y a la igualdad?
Si no provocamos este cambio hacia la corresponsabilidad social, no solo por la interpelación a los hombres, sino a toda la sociedad, no podemos seguir avanzando con la expectativa de que las mujeres nos seguiremos dedicando en exclusiva de estos cuidados. Es la causa de las desigualdades y discriminaciones que viven las mujeres en el mercado de trabajo.
¿De qué maneras se puede cambiar, avanzar, abordar los cuidados?
A largo plazo, hay que invertir en educación en igualdad. A corto plazo, creo que hay dos grandes ejes. Un eje comunitario, promover iniciativas comunitarias, crear entornos de apoyo para diluir la carga del neoliberalismo y del individualismo, que gestionar los cuidados en colectivo se lleva mejor que en soledad. Y otro es el eje público, repensar el sistema público que sale de los estados de bienestar y que es insuficiente. Si realmente queremos emerger los cuidados como responsabilidad colectiva necesitamos que se sitúen como un derecho fundamental y que haya mecanismos que lo hagan posible. El derecho al cuidado configurado como un derecho fundamental básico, lo que requeriría una reforma de la Constitución.
Hay políticas del corto plazo que pueden intervenir. Destacaría la reorganización de tiempos de vidas, es decir, avanzar hacia una reducción de la jornada laboral máxima para poner en equilibrio las diferentes dimensiones de nuestras vidas. Además, permisos de paternidad equiparados, intransferibles y remunerados al cien por cien y combinados con una amplia red de servicios públicos de atención a la infancia y que sean universales. Y una prestación de cuidados profesionalizada e intensiva para las personas dependientes o que se encuentran en la vejez. Crear un sistema integral y estatal de atención a la dependencia a través de la generación de empleo público universalista y gratuito.