Airbnb también busca freelances. La plataforma de alquiler de viviendas con fines turísticos ha lanzado una oferta para trabajadores autónomos en lo que ellos definen como experiences ambassador [embajador de experiencias]. Su labor consiste en “atraer anfitriones” -es decir, clientes- al servicio de Experiencias de Airbnb, basado en que particulares y negocios ofrezcan actividades “locales” de todo tipo a los turistas: desde rutas históricas hasta salidas nocturnas, partidos de fútbol o sesiones de yoga. Eso sí, no hay sueldo asegurado aunque se consigan clientes para Airbnb: la remuneración implica ir más allá, teniendo como requisito que la ‘experiencia’ reciba reservas por un mínimo de 100 dólares (unos 89 euros) durante los primeros tres meses.
¿Qué cantidad recibe el freelance? El máximo que se puede alcanzar como comisión son 300 dólares (en torno a 266 euros), según explica la propia oferta de empleo, lanzada a través de LinkedIn. Una remuneración que ha confirmado la propia empresa a este periódico, aunque no ha hecho lo propio con la comisión mínima. En el texto mencionado, promocionado desde la cuenta oficial de la empresa, se explica que “trabajarás como un freelance independiente” y “no como parte de Airbnb”: “No serás contratado como empleado, ni tendrás la compensación o beneficios de los empleados de Airbnb. Se espera que trabajes de forma independiente y administres tu propio tiempo”. También se indica que “debes vivir en tu ciudad a tiempo completo y tener la autorización de trabajo necesaria”, además de “estar a la última” de lo que ocurre allí.
Aquí cabe destacar el papel de los llamados ‘anfitriones de Experiencias’, que son lo que “crean y gestionan su propia Experiencia”, a la que ellos mismos ponen precio. En este modelo está incluida la comisión de Airbnb, que se lleva un 20% del importe cada vez que hay una reserva en concepto de “uso de la plataforma”. Por ejemplo, un embajador anima a un negocio a que ofrezca una determinada actividad a un precio de 100 euros por persona. Si esa actividad tuviera buena acogida, el anfitrión se podría llevar un máximo de 266 euros por la gestión del negocio. Mientras, Airbnb recibiría el 20% de cada reserva de forma permanente, sin límite. En cambio, si la ‘experiencia’ no tiene una acogida mínima, el freelance no cobra.
De momento, se buscan ‘embajadores’ para las ciudades de Madrid, Barcelona, Valencia y Tenerife (en cada ciudad ya hay medio millar de solicitudes). Las tres primeras localidades son también las que cuentan con mayor número de pisos que se alquilan a través de Airbnb en España. En concreto, quieren “contratar los servicios de un freelance” para aumentar el número de ‘experiencias’ en las categorías “Arte/Cultura, Comida/Bebida, Entretenimiento/Vida nocturna, Naturaleza y Deportes/Bienestar”. La iniciativa se enmarca en lo que parece una apuesta de expansión de este nicho de negocio -independiente del alquiler de viviendas-, activo desde 2016, cuando Airbnb compró la start-up catalana Trip4Real.
Esos sí, en esta empresa recuerdan que el pago de impuestos por parte de los oferentes de actividades es responsabilidad de los mismos. “Como norma general, Airbnb no ofrece asesoramiento fiscal, por lo que deberías consultar con un profesional cómo declarar tus ganancias como anfitrión de experiencias”, explican en su apartado de dudas de la web.
Para Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Valencia, el caso de los freelance de Airbnb es “un ejemplo más del uso cada vez mayor de la figura de freelance, que no tienen derechos laborales porque se quedan al margen de la legislación laboral. El problema vendría si Airbnb, además de no pagar, ordenara tareas específicas a estos trabajadores, pero si tienes total libertad, no parece que haya fraude, aunque no cobres”, comenta este experto.
En cualquier caso, Todolí recuerda que “no es sencillo determinar cuándo este tipo de condiciones son legales o no” y señala que estas personas “sí que necesitan algún tipo de protección. Es legal, pero quizá no debería serlo. La ley muchas veces no coincide con la ética social”.
“Es dinero extra, pero tampoco me va la vida en ello”
“Es un trabajo muy parecido al de comercial, un poco como lo que hace Groupon: hablas con establecimientos sobre la plataforma para ver si les interesa y pueden publicitar ahí su negocio, actividad o lo que quieran”, cuenta Alicia, que realiza labores de ‘embajadora de experiencias’ desde hace cuatro meses y prefiere utilizar un nombre ficticio. “Cuando se publica, si hay una reserva dentro de los primeros 90 días, cobras una comisión de 100 euros”, explica.
¿Alguna vez ha alcanzado la comisión máxima, de 300 euros? “En mi caso no”, responde esta freelance, que admite desconocer qué implica que se cobre más o menos: “Quizá si además ofertas el alojamiento”. Sobre estas cantidades, matiza que se trata de distintos precios “según si eres de la Unión Europea, Asia, América…”, lo que podría explicar que la oferta para ciudades españolas aparezca con la remuneración en dólares: es la misma que para otras zonas del mundo. Consultados por este periódico, en Airbnb no aclaran si las cantidades de esta oferta concreta se verían afectadas únicamente por el cambio de moneda o si la remuneración se adapta también por zonas geográficas.
En el caso de Alicia, no solo no ha alcanzado la comisión máxima, sino que solo ha conseguido cobrar la mínima en una ocasión desde marzo, mes en el que empezó a realizar estas tareas. “Solo he recibido comisión por una actividad, y he conseguido unas cinco. Tiene que ser algo súper llamativo para que alguien reserve, y eso no pasa en la mayoría de casos”, lamenta esta ‘embajadora’, que reside en una ciudad de tamaño medio con costa, por lo que sugiere que “igual en grandes ciudades es distinto”. Las dificultades para obtener reservas “empezando desde cero” comienzan con las valoraciones de usuarios en la plataforma -si no tienes ninguna, es más complicado que alguien se aventure a probar- y continúan por la amplitud de la oferta de actividades, que incrementa también la competitividad entre ellas.
“Si sale bien, es dinero extra, pero tampoco me va la vida en ello”, explicita sobre su involucración en esta actividad, que define como “un complemento”, ya que en realidad está dada de alta como autónoma para realizar labores relacionadas con su carrera profesional, del ámbito de las Humanidades.
35 euros por correr por Madrid
Para optar a este puesto de freelance no se requiere experiencia, pero sí se habla de “individuos cualificados” que actúen de “forma creativa” y “tomando la iniciativa” para que “crezca la comunidad local de anfitriones de Airbnb Experiencias”. “Airbnb está comprometida a trabajar con la mejor y más brillante gente de la más amplia reserva de talentos posible”, explican en la oferta, donde aluden a “la diversidad de ideas” que “fomenta la innovación y el compromiso” para “desarrollar nuestros mejores productos, servicios y soluciones”.
Entre las habilidades requeridas, se cuenta el conocer el funcionamiento del servicio de Experiencias para “poder explicar cómo de impresionante es a los demás”, a lo que se añade el espíritu “emprendedor”, mantener “relación con la comunidad local” -“conocer la gente correcta y conectarles con Airbnb Experiencias”-. Otras dotes que se destacan son la capacidad de comunicación -“rápida, efectiva y exacta a varios tipos de audiencias”-, el aprendizaje en “ambientes de ritmo rápido” -“la experiencia en startup es un plus”- y la capacidad de trabajar de forma “independiente”, con “habilidades para moverse con mínimas guías”.
“Las experiencias en Airbnb son actividades diseñadas y ofrecidas por anfitriones locales con una inspiración clara. Van más allá de las típicas excursiones o clases, dado que introducen a los viajeros en el mundo personal de cada anfitrión”, explican en la web de Airbnb, donde revisan las propuestas para que “cumplan nuestros estándares de calidad”.
Por ejemplo, se puede encontrar un “tour secreto por Madrid en coche” de tres horas de duración por 50 euros, rutas de tapas en zonas de moda a 70 euros o por museos a 40. Hay hasta una clase para aprender a hacer paellas en un domicilio de un particular por 50 euros. Todos los precios son por persona.
Claro, que también hay actividades con un precio mucho más bajo, como suelen ser las deportivas: 7 euros por un partido de fútbol o 15 por una sesión de yoga. Pero hay de todo: también quien pide 35 euros por correr dos horas por Madrid. Eso sí, invitando a una caña de cerveza al final de la carrera e incluyendo unas fotografías de recuerdo de la actividad. “Luego se enviarán por e-mail”, detalla el anuncio.