Son días y semanas clave. Este martes hubo Ecofin; este jueves, Eurogrupo; el 19 de junio, cumbre de líderes; en torno al 9 de julio, nueva cumbre de líderes de la UE, esta vez presencial. Y puede que no sea la última. La Unión Europea vive un momento decisivo, que va a repercutir en el bolsillo de los europeos en los próximos meses y años: se está negociando de cuánto dinero será el fondo de recuperación frente al coronavirus; cuándo empezará a llegar ese dinero, si será en créditos o subvenciones, cuánto le tocará a cada uno y a cambio de qué.
“Existe una necesidad de urgencia”, reconocen las fuentes españolas, en la línea de lo expresado la presidenta del BCE, Christine Lagarde, el lunes, y el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, el martes: “Confiamos en que en julio haya un acuerdo, aun sabiendo que es complicado”.
En el Ecofin, la reunión de ministros de Finanzas de la UE que se celebró el martes, “algunos de los elementos que despiertan más críticas a la propuesta de la Comisión Europea tienen que ver con el reparto”, explica una fuente comunitaria. “Nuestra posición es que tiene sentido que tengan en cuenta el coronavirus y qué países se han visto más afectados”, explican fuentes de Economía, que enumeran detalles técnicos con variables en los que aún no se ha entrado: tasas de empleo, de renta, etcétera.
Países Bajos, por su parte, sigue siendo el país más refractario a la idea de un fondo ambicioso, hasta el punto de que los cuatro frugales –Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia– están a punto de quedarse en tres, en tanto que Dinamarca se muestra más abierta a llegar a un acuerdo. Así, Holanda sigue encastillada en poner en duda todo: “Sigue poniendo problemas a la mayor [un fondo ambicioso], y pide que haya un análisis previo de las necesidades: está esperando a los detalles para justificar los 750.000 millones”, explican fuentes de Economía.
“El resto de frugales son más constructivos”, reconocen fuentes diplomáticas: “Asumen que estamos ante problemas excepcionales, pero hay matices, si bien les parece en general que la proporción de transferencias es excesiva”. De acuerdo con el plan de la Comisión Europea, las transferencias serían 500.000 millones, frente a 250.000 millones en créditos.
Mientras los frugales presentan estas objeciones, las propias del Este vienen con la otra pata de la discusión que hay sobre la mesa: el presupuesto plurianual de la UE (el MFF 2021-2027) y el reparto de sus partidas.
¿Y el principal país de la Unión Europea? ¿La Alemania de Angela Merkel? “Constructiva, pero orientándose a su propuesta original”, reconocen fuentes de Economía. Y su propuesta original es la acordada con Emmanuel Macron: 500.000 millones en transferencias, una cifra que se aleja de los 750.000 de la Comisión Europea –de los cuales 500.000 son en transferencias y 250.000 en créditos–. “Alemania no está presentando, de momento, posiciones de negociación duras, es más bien una declaración de intenciones y una defensa de su propuesta original”.
“No han dicho que sea inaceptable la propuesta de la Comisión Europea”, afirman las fuentes.
España, por su parte, además de intentar aumentar la propuesta de la Comisión, lo cual será complicado si ni siquiera Alemania la defiende, está “poniendo mucho el foco en que se asuma que sea necesario un programa en el corto plazo”.
Así, las líneas rojas españolas son “muy claras”. ¿Y cuáles son? “Primero, el tamaño, los 750.000 millones es un tamaño razonable, en la franja baja de las necesidades. En segundo lugar, que una parte muy importante sea en transferencias para evitar el impacto en deuda para los países receptores. En tercer lugar, la agilidad, que se establezcan controles, pero también que se haga rápido, a partir del segundo semestre de 2020 y durante 2021 y 2022. Necesitamos procedimientos más ágiles en aprobación y en ejecución. Y que en el reparto se reflejen las economías más afectadas por el coronavirus: es una herramienta para el coronavirus y se tiene que recoger en la clave de reparto”.
Y luego está la condicionalidad. ¿A cambio de qué llegará ese dinero? “Es razonable que se combinen inversiones con reformas que permitan mejorar el crecimiento”, afirman fuentes del Gobierno: “Estamos en la línea de las reformas que piensa la Comisión Europea en sus documentos, que habla de un crecimiento basado en reformas de economía verde, equilibrio social para el desarrollo, pensando en beneficiar las inversiones y reformas”.
Dentro de esas condicionalidades, pero en diferido, serán las derivadas de la vuelta al Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que ahora está en suspenso para que los Estados puedan engordar sus deudas y déficit. Pero que, en algún momento, exigirá la vuelta a máximos del 3% del PIB en déficit, y del 60% en deuda –España cerrará 2020 superando el 10% de déficit y el 115% en deuda–, lo que se puede traducir en recortes.
“No lo trataremos en el Eurogrupo”, dicen fuentes de Economía, “se trató más en el Ecofin del martes: hay países que, asumiendo todos que hay incertidumbre y apoyando la cláusula de escape [la barra libre de gasto], sí quieren que la Comisión Europea diga cuándo va a volver a aplicar el Pacto de Estabilidad y que haya que tenerlo en cuenta para los Presupuestos de 2021. Pero la Comisión dice que es pronto para saber cuándo se volvería. Es muy importante porque es la Comisión la que tiene que tomar la decisión, y nosotros pensamos que es pronto”.