El silencio del 14 de diciembre en fábricas, comercios y calles de la España de 1988 aún envuelve el imaginario del éxito y la fuerza de los sindicatos mayoritarios. “La huelga del 14-D fue una huelga singular, mayúscula, muy posiblemente irrepetible”, valora uno de sus organizadores, Antón Saracíbar (UGT). Se considera la primera huelga exitosa de la historia de la democracia en España y se erige como la más masiva hasta la fecha: con más de un 90% de seguimiento, pararon casi ocho millones de trabajadores. Para Comisiones Obreras y UGT supuso el inicio de una suma de fuerzas más tarde repetida, pero que en ese momento tuvo un valor especial por plantarse frente a un Gobierno socialista.
Comenzó colándose a medianoche en los hogares de todo el país con un apagón de la emisión de Televisión Española, dirigida por Pilar Miró, en una imagen convertida en símbolo del paro general. Los sindicatos atesoran en sus archivos fotográficos muchas otras instantáneas que inmortalizaron el éxito de la convocatoria. El Paseo de la Castellana en Madrid desierto a primera hora de la mañana y un Mercado de La Boquería (Barcelona) de guantes colgados son dos de las imágenes incluidas en el libro Huelga General 14-D. 30 años después (1988-2018), que edita la Fundación Largo Caballero de la UGT.
Por su parte Comisiones Obreras, su Fundación 1º de Mayo, saca otro libro para conmemorar la histórica huelga: 14D. Historia y memoria de la huelga general, coordinado por José Babiano y Javier Tébar y que publica la editorial Catarata.
Los dos sindicatos mayoritarios celebrarán el próximo viernes actos de homenaje al paro de 24 horas de hace tres décadas y que unió a las direcciones de ambas centrales sindicales –hasta el momento divididas– para denunciar las políticas económicas del Gobierno de Felipe González, con un plan de Empleo Joven que fue la última gota de muchas otras medidas que precarizaban el mercado laboral en opinión de los sindicatos. Al acto de este 14-D asistirán los secretarios generales de UGT y CCOO que convocaron el paro, Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez, con los líderes de las organizaciones en la actualidad, Pepe Álvarez y Unai Sordo.
“Un partido que se llamaba socialista estaba aplicando políticas neoliberales. Detrás de eufemismos, como el de la 'modernización', que iba a traer mejoras a la clase trabajadora, la población ve la realidad después de seis años de gobierno falsamente socialista. Los sindicatos de clase protestaron y denunciaron que eso no podía ser”, explica Laura Mora, profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Castilla-La Mancha.
El plan de Empleo Joven, de “contratos basura” para las organizaciones de trabajadores, fue una medida más de las aplicadas por el Gobierno de Felipe González que tensaron su relación con los sindicatos, hasta ocasionar una profunda fractura con su central 'hermana', UGT.
Tras varios años de crisis económica, la economía había vuelto a crecer –por encima del 5% en 1988–. UGT había apoyado en los años 80 políticas de la llamada reconversión industrial “por responsabilidad”, explica Antón Saracíbar, en ese momento secretario de Organización del sindicato. En 1984, el Gobierno reforma el joven Estatuto de los Trabajadores facilitando la contratación temporal, cuyos excesos se asentaron desde entonces como un mal estructural de nuestro mercal laboral.
“Los sindicatos exigen un giro social al Gobierno para compensar la deuda social por esas políticas de los años pasados, pero no reacciona favorablemente”, continúa el sindicalista. Así, el sindicato se une a Comisiones Obreras (CCOO) en la convocatoria de una huelga que plante cara al Ejecutivo del PSOE. Los libros que editan ambos sindicatos con motivo del aniversario reviven el enfrentamiento de ambos bloques de izquierdas, que se antojaban como una fuerza común fruto de los años de oposición al franquismo.
Ejemplo del poder sindical
Para UGT y CCOO, el 14D debe ser reivindicado como un hito en la historia de la democracia española, por la movilización social que supuso, pero también como muestra de la fuerza de los sindicatos como organizadores e impulsores de esa contestación de la sociedad. “Podemos asegurar que sin la Huelga General, sin ese paro que llevó a millones de personas a manifestarse, probablemente el sindicalismo no sería lo que es hoy”, sostiene Pepe Álvarez, secretario general de UGT en el libro del 14-D.
El Gobierno de Felipe González tuvo que retirar el plan de empleo juvenil y “se abrieron conversaciones que dieron pie a que el movimiento sindical consiguiera prácticamente un año después una serie de reivindicaciones que son las que habría que destacar en estos momentos”, afirma Antón Saracíbar. De esa fecha data el sistema de pensiones no contributivas y el derecho a la negociación colectiva de los empleados públicos, entre otras medidas. “Es cierto que no conseguimos cambiar la política económica del Gobierno, pero la deslegitimamos y el Gobierno tuvo que reconocer la fuerte capacidad de los sindicatos”, prosigue el sindicalista.
Laura Mora, que participa en el ejemplar publicado por la fundación de CCOO, recuerda que en la primera fila, las direcciones y los medios de comunicación se plasmó la “huelga de los hombres buenos”, pero que muchas mujeres fueron partícipes de esta cita. Ausentes del relato, pero protagonistas en varias luchas, como las mujeres de la fábrica Jaeger Ibérica, “que lucharon duramente también en ese año 1988 por equiparar sus salarios a los de sus compañeros varones”. Lo consiguieron. El 100% de la plantilla secundó el paro general, explica Mora, y pocos meses después firmaron su primer convenio colectivo.
Una huelga “irrepetible”
Que el 14-D sea el referente de éxito aún para los sindicatos pesa demasiado en ocasiones, porque muchos coinciden en la dificultad de que algo así volviera a repetirse con la misma trascendencia. “Creo que es irrepetible, pero ahora la situación ha cambiado, yo creo que no es comparable”, apunta Saracíbar. El cambio de la sociedad española, tras una crisis económica que también se ha saldado con una crisis de las instituciones, deja a unos sindicatos que no cuentan con el respaldo social de esos años.
“Necesitamos una relegitimación social del hecho sindical”, defiende Unai Sordo, secretario general de Comisiones Obreras en 14-D. Historia y memoria de la huelga general. “Lo creo así porque la vieja legitimación de la épica antifranquista, y la que se deriva de hitos de movilización como singularmente fue el 14D, no sirve ante una sociedad en la que las formas de representación y de mediación democráticas clásicas son cuestionadas”, prosigue Sordo. Ante una nueva realidad, el líder de CCOO opta por redirigir el papel del sindicato como organizador y actor sociopolítico.
Laura Mora considera que, aunque la actual precariedad y desigualdad generan un descontento equiparable al de 1988, no es similar “la conciencia social” de la población. En opinión de la profesora, el individualismo cuenta con raíces profundas y los sindicatos tienen la misión de volver a generar conciencia. “En paralelo tenemos nuestros feminismos, que ahí sí movilizan porque hay un fruto maduro. Está el descontento y la conciencia colectiva de que eso no puede ser así”, defiende.
Para Antón Saracíbar, el 14D es una oportunidad para recordar el papel que pueden cumplir los sindicatos como canalizador de reivindicaciones sociales y como actor político. Los movimientos sociales que han sacado a miles de personas a la calle en el último año, como el feminista y el de los pensionistas, pueden aportar a los sindicatos. “Hay que conectar con esos movimientos sociales emergentes, no deben ir en contra de los sindicatos, ni los sindicatos en contra de ellos”, opina. Como reto, el sindicalista cree que las organizaciones de trabajadores deben adoptar una actitud “menos defensiva y más ofensiva”.
Más allá de la reflexión y las lecciones para el futuro, los sindicatos coinciden en la necesidad de conocer y reconocer el “hito histórico” que supuso el 14D. “No es solo memoria de lo que hicieron los sindicatos, es el recuerdo de una gran lucha, una llamada de atención de la población que vivía algo que no era lo que decían que era”, expresa Mora. Casi el 90% de los trabajadores paró hace 30 años para manifestarlo. Lo consideran el día que se paralizó España.