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Las aportaciones a pensiones privadas caen al nivel más bajo en ocho años con la reducción de beneficios fiscales

Diego Larrouy

4 de noviembre de 2021 22:38 h

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Reducidos los beneficios fiscales, se frena el crecimiento de los planes individuales de pensiones privadas. Los datos del sector muestran cómo ha afectado la entrada en vigor del recorte en los beneficios fiscales que funcionaban en España para las aportaciones a estos vehículos de ahorro complementarios a la pensión pública. El Gobierno, en voz del ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, se ha puesto como objetivo trasladar los incentivos que tenían estos productos a aquellos vinculados con el trabajo. Como resultado, en los primeros nueve meses del año, entre enero y septiembre, los planes individuales han reducido de manera drástica sus aportaciones, a su nivel más bajo en ocho años.

Hasta el pasado 1 de enero, los clientes con planes de pensiones individuales podían aportar hasta 8.000 euros al año a estos vehículos de ahorro. A cambio, esas aportaciones se las podrían reducir en su declaración del IRPF. En los Presupuestos Generales de este año, que se aprobaron en diciembre de 2020, se incluyó un cambio a la baja. El listón máximo de aportaciones se redujo a los 2.000 euros, entre protestas de los sectores afectados, que incluyen a la banca, las aseguradoras o los fondos de inversión. A partir de enero, el límite volverá a rebajarse, hasta los 1.500 euros.

Las estadísticas que elabora el propio sector, a través de la patronal Inverco, muestran el efecto disuasorio que está teniendo para los que eran clientes de estos vehículos la reducción de su atractivo fiscal. Entre enero y septiembre se aportaron a estos planes de pensiones particulares 1.575 millones de euros, lo que supone el nivel más bajo desde 2013, cuando la economía española todavía se encontraba inmersa en la crisis financiera provocada tras 2008. Comparado con 2020, estas aportaciones se han desplomado un 22% o, lo que es lo mismo, unos 450 millones de euros. Con ello, se ha truncado la evolución al alza que cosechaba este negocio desde 2015.

El sistema de pensiones consta de tres pilares. El primero es el de las pensiones públicas, cuya reforma se está negociando ahora en la mesa entre el Gobierno y los agentes sociales. Esta reforma ya cumplió con el primer bloque, que se encuentra en tramitación parlamentaria, incluía cambios de la anterior regulación aprobada por el Gobierno del Partido Popular, eliminando aspectos como el índice de revalorización del 0,25% anual o el conocido como factor de sostenibilidad. Ahora se está abordando la segunda vuelta, con aspectos como el mecanismo de equidad intergeneracional, la cotización de los becarios o la viudedad en parejas de hecho.

El segundo pilar es el de los planes de empresa. Estos fondos privados están vinculados al empleo y son complementarios al ahorro público. Escrivá ha fijado el desarrollo de este segundo pilar como uno de los objetivos de su ministerio en cuanto al sistema de pensiones. Para ello, se ha avanzado el plan de crear un fondo público de pensiones de empleo que compita con los grupos privados y haga crecer un negocio que todavía está en unos niveles muy bajos de partida, fundamentalmente presente en las grandes compañías del país y con escasa impronta en las pymes. Además, al tiempo que ha reducido los incentivos fiscales de los planes individuales, ha aumentado los del segundo pilar. De hecho, los 500 euros que se han restado en los primeros para los Presupuestos del año próximo se han trasladado a este segundo pilar.

Las estadísticas de Inverco muestran que al tiempo que los planes individuales han pegado un frenazo, los de empleo están alcanzando sus niveles más altos de aportaciones. Eso sí, los niveles todavía son muy inferiores. En los nueve primeros meses del año las aportaciones a los planes de empresa han sido de 826 millones de euros, su nivel más alto en los últimos ocho años y suponiendo ya la mitad de las aportaciones que se hacen a los planes individuales.

El tercer pilar del sistema de pensiones es, precisamente, el de los planes individuales. Este pilar había crecido en los últimos años al calor de sus importantes incentivos fiscales y del impulso que le ha dado el sector bancario en los últimos años dentro de su estrategia por negocios de gestión de activos de sus clientes que otorgan un aumento de ingresos recurrentes que se habían perdido con los bajos tipos de interés. Ahora, con la pérdida de los incentivos fiscales, los planes individuales no ven solo cómo caen sus aportaciones. A 30 de septiembre, en España había 7,4 millones de partícipes en planes de pensiones. En apenas nueve meses, desde que entrara en vigor el recorte de los incentivos fiscales, han salido de estos vehículos más de 108.000 personas, hasta su nivel más bajo dese 2004. A ello se suma que han desparecido 46 planes de pensiones individuales, dejando 930 en activo, remontando los registros igualmente a niveles de hace 17 años.

Rechazo en el sector

El sector ha criticado ampliamente esta estrategia y ha defendido la necesidad de que existan políticas que impulsen los vehículos privados de ahorro, entre ellas los incentivos fiscales para quienes invierten en ellos. “El tercer pilar no se cuestiona fuera, pero aquí nos hacen elegir”, lamentaba hace unos días la directora general de Inverco, Elisa Ricón, en un evento sobre pensiones organizado por la aseguradora Caser. “Sin tener desarrollado el segundo pilar [planes de empleo], nos cierran el tercero”, insistió. Ricón deslizó que hay un cierto vicio en el debate sobre el futuro de las pensiones al asegurar que existe un “mensaje continuo de que las pensiones públicas se pueden adaptar a lo que se demanda socialmente sin hacer caso a los números”.

Sin embargo, los beneficios fiscales que han tenido hasta ahora los planes individuales no han estado exentos de debate. El pasado año, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), el organismo del que procedía Escrivá antes de llegar al Gobierno, emitió un informe que analizaba el gasto público y ponía en tela de juicio estas deducciones por no cumplir con los objetivos para los que se realizaron. En concreto, solicitaba una “reformulación completa” puesto que aunque persigue fomentar el ahorro a largo plazo, no lo lograba y, además, el 66% del beneficio fiscal se concentraba en el 10% de la población con más renta, siendo claramente “regresivo”.

Estas conclusiones son rebatidas por el sector. Ricón aseguró en el citado encuentro que estos beneficios fiscales se ven compensados cuando el cliente rescata su plan de pensiones. “De eso no se habla, las memorias de beneficios fiscales no se fijan tanto en ello”, aseguró. “El beneficio fiscal era insuficiente y era necesario reformarlo, se toman decisiones en base a las conclusiones de los informes que se adecúan a ideas preconcebidas”, añadió la representante de la patronal Inverco.

Pese al freno en las aportaciones al sistema privado individual, el patrimonio bajo gestión de estos fondos no ha dejado de crecer. A cierre de septiembre se superaba la barrera de los 86.000 millones de euros, lo que supone un incremento de más de 4.000 millones de euros. Este es un negocio que está fundamentalmente controlado por los grandes bancos. El principal operador es CaixaBank, que tras la fusión con Bankia, tiene una cuota de mercado de casi el 34%. Le sigue BBVA, con el 17% y Santander, con el 12,5%. Juntos controlan casi dos de cada tres euros en planes privados individuales. En cuarta posición, ya lejos, aparece la primera aseguradora, Mapfre, con una cuota de mercado en torno a un 5%.