El crédito en España no para de caer pese a que la banca asegura que está en disposición de volver a dar crédito a solventes. Pero los créditos con los que se está haciendo negocio estos días de crisis son de baja cuantía, altos intereses y dirigidos a los clientes más solventes, los conocidos como créditos al consumo. Y, además, están preconcedidos, es decir, antes de que el cliente los solicite, el departamento de riesgos ya le ha dado el visto bueno. No en vano, el banco ya conoce su historial: morosidad, vinculación con la entidad, nivel de ingresos, etcétera.
En general, todas las entidades ofrecen esta línea de créditos, aunque hay algunas más activas que otras. Una de ellas es Bankia, que ha puesto toda la carne en el asador en el negocio de crédito a empresas y consumidores. Según José Sevilla, director general de presidencia del banco, el objetivo primordial de la entidad para este año es “seguir dando cuerda a la economía con una mayor facturación de crédito”, no en vano, entre enero y febrero Bankia concedió 1.968 millones de euros de nueva financiación, un 26% más que el año pasado. Y también con créditos preconcedidos, puesto que 1,3 millones de clientes de la entidad presidida por Ignacio Goirigolzarri disponen de líneas de financiación personal que, en función de las características de cada cliente, ascienden a hasta 30.000 euros de crédito, cuentan con 60 meses (cinco años) de plazo de amortización y con un tipo de interés fijo del 9%.
Bankia va más allá en este negocio de créditos preconcedidos con su producto FinanExpress, que financia operaciones realizadas con tarjeta –tanto de crédito como de débito– mediante ofertas cerradas a clientes vía SMS a su teléfono móvil. En doce meses de funcionamiento, la entidad ha realizado 3,1 millones de ofertas, de las cuales, se han cerrado 800.000, es decir, un porcentaje de aceptación del 26%. El importe medio de este tipo de créditos es de unos 500 euros a siete meses y con un tipo de interés del 1,7% mensual. Anualizado, sería casi un 20% de interés.
Este paraíso del crédito fácil es, aparentemente, idílico, pero esconde riesgos, sobre todo para el cliente. Adicae alerta de los costes abusivos que supone este servicio, cuyo éxito radica en la rapidez de la concesión y en la ausencia de trámites, lo que agiliza la financiación. “Hemos detectado tipos de interés de hasta un 18%”, desvelan desde la asociación de consumidores de banca. Por si fuera poco, las comunicaciones no son transparentes, a juicio de Adicae, que recuerda que las ofertas deben incluir toda la información relacionada con el coste de este tipo de préstamos y el plazo de amortización correspondiente.
Además, alertan de que este tipo de créditos fomenta el consumo impulsivo que dominó en la época de la burbuja crediticia. Por el contrario, la entidad asume poco riesgo por dos motivos principalmente: la entidad concede el crédito a clientes solventes y, segundo, los altos tipos de interés que aplican permiten compensar las pérdidas de los que no pagan con los que cumplen con sus obligaciones contractuales. “De esta forma, las entidades son capaces de asumir tasas de mora del 7%”, asegura la plataforma de consumidores.
Precauciones
En Adicae, para evitar abusos, dan unos consejos prácticos. En primer lugar, el cliente debe valorar si realmente necesita el crédito, si tiene una necesidad de financiación extraordinaria. En caso afirmativo, debe calcular si es capaz de asumir el pago del crédito. Por último, es aconsejable comparar los precios de los planes de financiación de otras entidades. Solicitar un crédito por los canales tradicionales es farragoso e implica mucho trabajo, pero amplía las probabilidades de encontrar productos que se ajusten en mayor medida a las necesidades del usuario.
BBVA también es otro de los bancos asiduos a las líneas de préstamos preconcedidos. La entidad ofrece este tipo de financiación de forma multicanal –es decir a través de la banca electrónica, el cajero automático, por teléfono o e la oficina– a sus clientes que pueden disponer de entre 1.500 y 75.000 euros (máximo que se reduce a 15.000 si el cliente acepta la oferta de crédito por canales no presenciales).
Las condiciones, en este caso, son completamente personalizadas. “BBVA se pone en contacto con los clientes que pasan ciertos filtros de calidad para ofrecerles líneas de financiación con condiciones personalizadas”, asegura la entidad, que, por otra parte, no ha explorado el terreno de créditos preconcedidos en operaciones con tarjeta como Bankia. Tampoco es un ámbito del gusto de La Caixa, donde reconocen que la entidad “siempre ha sido muy activa en el negocio de créditos, en general”.
La personalización del producto de la entidad catalana es más acusada que en el caso de BBVA, puesto que ni siquiera pueden dar referencias de importes ofertados. “En función de los datos financieros de nuestros clientes, les hacemos una propuesta de préstamo rápido con un determinado importe, plazo de amortización y tipo de interés”. Todo un préstamo a medida.
En algunos casos, la obtención del cobro del préstamo es prácticamente instantánea. Es el caso de Bankinter, que a ciertos clientes con una antigüedad mínima les ofrece una línea de financiación de entre 3.000 y 48.000 euros, con plazos de amortización que oscilan entre uno y ocho años en función del importe. Si la operación asciende a 18.000 euros y se formaliza a través de Internet, el cliente obtiene el dinero “en el mismo momento en el que firma con su tarjeta de coordenadas”. Bankinter aplica un tipo de interés personalizado a partir del 8% y, además, cobra un 2% de comisión de apertura. Con estas condiciones, la entidad firma alrededor de unos 6.500 créditos al año.
Dinero fácil –y caro– por Internet
La fiebre por los créditos de baja cuantía y de rápida concesión también ha llegado a Internet. Las webs que ofrecen dinero para tapar agujeros crecen sin cesar. La última en llegar a nuestro país es Wonga. Su director en España, Julián Díaz-Santos, explica que empresas como la suya entran en un nicho de negocio en el que no operan los bancos: el microcrédito. Y su operativa es sencilla: un cliente puede pedir entre 50 y 300 euros y devolverlos en un plazo máximo de 31 días. Si el usuario es nuevo, deberá pagar un tipo de interés del 1% diario. O lo que es lo mismo, un crédito de 225 euros a 20 días implica una TAE del 2.686%.
Pero, ¿quién puede estar interesado en pedir un préstamo de 300 euros a un mes vista y a esos intereses? Díaz-Santos asegura que sus clientes suelen ser personas con ingresos estables que deben afrontar pagos extraordinarios y que necesitan un adelanto de nómina. Pero si su operativa es curiosa no lo es menos su apremio por cobrar los créditos. “Instamos a los clientes a que nos devuelvan el dinero antes del plazo acordado para reducir nuestra morosidad, favorecer la rotación del dinero y, además, reducir los gastos del cliente, pues no cobramos recargo por amortización anticipada como hacen los bancos”. Y su estrategia funciona: el 39% de sus clientes paga antes de lo acordado.