La presión de los supervisores, las alertas sobre los riesgos climáticos y los posicionamientos de algunos grandes inversores están llevando al sector financiero parecen dar sus frutos y algo se mueve en los últimos tiempos, buscando reducir su presencia en los sectores más contaminantes. Prueba de ello son los anuncios realizados en los últimos días, casi a la par, por Banco Santander y BBVA. Ambas entidades españolas, las dos con mayor presencia en el exterior, han puesto fecha al abandono de la financiación de las empresas más expuestas a la producción energética con carbón o a la extracción de combustibles fósiles: 2030.
Los anuncios de Santander y BBVA llegan en un contexto en el que el supervisor bancario europeo, la EBA, ha anunciado que va a tener una mayor vigilancia sobre la exposición de las entidades financieras a los riesgos vinculados al cambio climático. De hecho, en 2022 se realizará el primer test de estrés a la banca europea, donde participarán estos dos grupos, sobre su resistencia en caso de concretarse estos riesgos relacionados con el clima. A ello se suma que la EBA haya puesto sobre la mesa que los bancos tengan que informar sobre el peso que tienen los activos verdes sobre el total del balance de un banco.
Hasta ahora, los bancos han avanzado en otros frentes vinculados con la sostenibilidad, como tener una actividad propia neutra en emisiones, algo que ya han anunciado buena parte de las principales entidades, o la emisión de bonos verdes, aquellos vinculados expresamente a proyectos medioambientalmente sostenibles, y que ha vivido un gran auge en los últimos años a medida que las energías limpias han ido convirtiéndose en negocios más rentables. Sin embargo, quedaba por constatarse compromisos en cuanto a la reducción de la financiación a la industria del carbón, algo más complejo y que conlleva importantes esfuerzos por parte de las entidades.
Una tarea pendiente que tiene el sector financiero, como han apuntado supervisores como el BCE o el FSB, que aglutina a los bancos centrales de las principales economías del mundo, es la transparencia en cuanto a la exposición que tienen los bancos a los sectores más problemáticos. De hecho, la intención de la EBA para imponer la publicación de ese ratio de activos verdes es la de que pueda existir una información uniforme y comprable entre las entidades financieras que sirva tanto a autoridades, como a clientes o a inversores.
Para conocer la exposición de estos actores a la financiación a la industria del carbón hay que acudir, por tanto, al trabajo que hacen de manera independiente en Europa diversas oenegés por el clima, que analizan de dónde reciben los fondos las empresas del sector del carbón. Precisamente, a finales de febrero se publicó la Global Coal Exit List, que analiza los principales financiadores de las mayores 900 empresas de la industria del carbón a nivel mundial. En el largo listado, realizado por una treintena de organizaciones como Urgewald, Reclaim Finance o Rainforest Action Network, incluye a bancos españoles entre los financiadores de la industria del carbón.
En concreto, según este estudio, los bancos españoles han financiado con al menos 12.000 millones de dólares (10.000 millones de euros) solo entre octubre de 2018 y el mismo mes de 2020. Es decir, la cifra de créditos vivos en esta industria serían superiores contabilizando créditos previos a esa fecha. A ello, el informe suma la participación de las gestoras de fondos de inversión que tienen estos bancos españoles tanto en acciones como en bonos de deuda de estas empresas. En conjunto, son casi 14.000 millones de dólares (unos 11.700 millones de euros). Precisamente, Santander y BBVA encabezan el listado de entidades financieras.
Una de las organizaciones que participaron en ese informe, Reclaim Finance, elabora una herramienta, Coal Policy Tool, para medir las políticas de la banca europea respecto al carbón. De las casi 500 entidades que estudia se encuentran Abanca, Bankia, CaixaBank, BBVA, Santander, Sabadell y la aseguradora Mapfre, así como las gestoras de fondos de algunos de estos grupos. La organización mide cinco variables: la exclusión de minas y plantas de carbón, la exclusión a empresas que tengan proyectos de construcción de estas plantas, la exclusión de compañías según el peso que tenga el carbón en su balance, eliminar como clientes a las empresas de mayor uso intensivo del carbón y, por último, la estrategia para dejar de financiar por completo al carbón.
El análisis es muy negativo para la banca española en comparación con la de otros países de nuestro entorno como Francia. En concreto, la organización señala que los bancos analizados apenas tienen estrategias diseñadas para lograr estos objetivos o son “débiles” sus compromisos. Únicamente se destaca a Santander y CaixaBank por sus avances en no financiar nuevos proyectos o a BBVA y Mapfre en su discriminación según el peso del carbón en la empresa en cuestión.
Los proyectos de los bancos españoles
En línea con estas tareas pendientes se encuentran los planes presentados por Santander y BBVA en las últimas semanas. El grupo que preside Ana Botín fijó “sus primeros objetivos de descarbonización” el 26 de febrero, al hacer pública su intención de haber dejado de dar servicios financieros a clientes de generación de energía eléctrica cuyos ingresos dependan en más de un 10% del carbón término y eliminar “por completo” su exposición a la minería de carbón térmico en todo el mundo. Aunque la entidad desarrollará su estrategia a lo largo de este año, ha avanzado ya algunas medidas, como “aumentar su información pública” o “trabajar en la medición de emisiones financiadas”. A ello se suman compromisos en los que ya trabajaba como los vinculados con la financiación verde o reducir la huella medioambiental de su propia actividad.
A los pocos días de conocerse este plan le toco el turno a BBVA, quien presentó ya un mayor desarrollo de las líneas estratégicas de la entidad para su descarbonización. El nuevo marco fue aprobado el 4 de marzo por la dirección de la entidad y establece igualmente el año 2030, tanto en la minería como en la energía, para el proceso de descarbonización. Eso sí, fija en 2040 el periodo para los países emergentes. No financiará para entonces a clientes cuya generación eléctrica con carbón sea superior al 5%, la construcción de nuevas centrales, o a empresas cuyo 5% del negocio dependa de la extracción de combustibles fósiles. El documento presentado por BBVA también incluye disposiciones para sectores como el agroalimentario, las infraestructuras o material de defensa.
La tercera entidad española en financiación al sector del carbón es CaixaBank. El grupo, que está a punto de absorber a Bankia, no ha fijado públicamente una fecha para la eliminación de la financiación al carbón. Sin embargo, fuentes de la entidad señalan a este medio que desde el año 2019 existen limitaciones en CaixaBank en cuanto a la financiación al carbón como no asumir riesgo de crédito en nuevos proyectos de minería de carbón o no financiar nuevas operaciones de empresas que dependan del carbón en más de un 40% de sus ingresos.
La cuarta entidad del país, Sabadell, también camina hacia una estrategia para reducir su exposición al carbón, aunque todavía menos desarrollada que sus competidores. El informe anual de 2020, presentado hace unas semanas, señalaba que el banco ha realizado un análisis de sus activos, especialmente aquellos más intensivos en CO2 con el objetivo de tener una métrica de activos relacionados con el carbón, que pretende “aterrizar” durante este ejercicio. Además, añade que está desarrollando “normas sectoriales” para incluir restricciones a la financiación de determinados sectores como “energía, minería, infraestructura o minería, con actividades de alto impacto medioambiental, entre las que se encuentra actividades relacionadas con el carbón, como nuevas minas de carbón o centrales de carbón”.
Vanguard, el mayor inversor del mundo en la industria del carbón
El sector financiero mundial cuenta todavía con más de 2 billones de euros en activos en la industria del carbón, según el citado informe Global Coal Exit List. En lo que se refiere a las inversiones en acciones y bonos destaca el peso que tienen las mayores gestoras de fondos del mundo. Vanguard es el principal inversor en esta industria, seguido por Blackrock. Este último, el inversor más grande del mundo, ha hecho bandera en voz de su consejero delegado, Larry Fink, del impulso de la economía verde, pero a cierre de 2020 contaba con 84.000 millones de dólares invertidos en industrias intensivas del carbón. Los inversores estadounidenses tienen el 58% de toda la inversión mundial en este sector. Por su parte, son los bancos chinos y japoneses los que lideran el ranking mundial de financiación a estas industrias.
Las organizaciones que han elaborado este informe advierten que, pese a los compromisos que han adquirido buena parte de las entidades bancarias a nivel mundial, la financiación a empresas del carbón ha crecido desde que se firmaran los acuerdos en la Cumbre de París. Si en 2016 la financiación de los bancos había sido de 491.000 millones, alcanzó los 543.000 millones en 2020. Mientras los créditos han disminuido, han crecido las operaciones conocidas en la jerga como 'underwritting', que a líneas generales es el dinero que adelanta un banco cuando coloca en el mercado acciones y deuda de una compañía. “La gran mayoría de las políticas de carbón de los bancos tienen tantas lagunas que su impacto es casi insignificante”, lamentaba en la presentación del informe Yann Louvel, analista de la ONG Reclaim Finance.