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El Banco de España reconoce el impacto positivo del SMI y el apoyo de la reforma laboral al consumo

Daniel Yebra

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El Banco de España sorprendió este martes con dos valoraciones inusuales en su recetario económico clásico. Por un lado, reconoció el impacto positivo de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) porque favorece a los trabajadores más precarios en la actual crisis de inflación. Por otra parte, admitió el apoyo de la reforma laboral al consumo en los últimos meses.

Sobre el SMI, Ángel Gavilán, director general de Economía y Estadística, concedió: “No nos parece mal una subida del salario mínimo, entendiendo que se dirige a los colectivos más vulnerables, y enmarcándola dentro del pacto de rentas”. Este acuerdo debería buscar repartir el daño de las subidas de los precios y los costes entre familias y empresas, con moderación de las subidas salariales, límites a los beneficios y medidas del Gobierno focalizadas en ayudar a los sectores y hogares más golpeados.

De momento, este pacto de rentas ha sido imposible. Y Gavilán matizó que “si se va por esa vía [de subida del SMI, que ya prepara el Ejecutivo] sería necesario, además de evaluarlo, desarrollar medidas complementarias para que ayudaran a que, si hay efecto negativo en empleabilidad, tratar de minimizarlo”.

Al impacto positivo de la reforma sobre el consumo, el Banco de España le ha dedicado incluso un cálculo demostrativo, en base a lo que gastaron los trabajadores respecto al total de sus ingresos en 2019 según el tipo de contrato que tenían.

El modelo de la institución estima un crecimiento del 0,3% en el consumo de los empleados durante los últimos meses (cerca de 3.000 millones) por la conversión de contratos temporales en indefinidos.

La caída de la temporalidad es uno de los efectos más importantes de la última reforma laboral, según se viene observando en los últimos datos del mercado de trabajo. Y según demuestra el Banco de España, está funcionando de dique de contención respecto a la histórica pérdida de poder adquisitivo que supone la inflación, al ofrecer estabilidad y certidumbre a un mayor número de trabajadores, favoreciendo que se haya incrementado la ratio de gasto respecto a la renta.

Según el punto de partida de los economistas de la institución, en 2019 los empleados con contrato indefinido dedicaron (en promedio) un 81% de la renta de su hogar al gasto, mientras que quienes tenían un contrato temporal dedicaron un 72%.

Además, según continúan en el Banco de España, la conversión de un contrato temporal en indefinido ha conllevado, históricamente, un aumento del gasto del 20% (aproximadamente) en los dos trimestres siguientes.

Con estas premisas, el ejercicio concluye que la conversión de contratos temporales en indefinidos podría haber contribuido a sostener el gasto en los últimos meses. Concretamente, “el aumento observado en el peso de los empleados con contrato indefinido (sobre el total de la población) habría supuesto un incremento de la ratio agregada de gasto sobre renta de 0,3 puntos porcentuales, aproximadamente”, como se observa en el primer gráfico.

El Banco de España advierte de que “estos ejercicios no suponen una valoración de la reciente reforma laboral, que deberá realizarse en múltiples dimensiones. Por ejemplo, impacto sobre el empleo, sobre las carreras laborales de trabajadores con distintos contratos y su acumulación de capital humano, sobre la rotación laboral, sobre el tipo de puestos de trabajo ofertados, sobre la productividad empresarial, y exigirá disponer de más información para identificar adecuadamente relaciones causales”.

Los ejercicios “están basados en la evidencia histórica –en la que los contratos fijos discontinuos han tenido un peso muy reducido sobre el total de contratos indefinidos–, por lo que los resultados podrían no ser completamente extrapolables a la coyuntura actual”, insisten los economistas de la institución.

Mientras, aunque todavía no ha completado la recuperación tras el shock de la COVID-19, el gasto en consumo de las familias de nuestro país resiste y no ha parado de crecer, pese a la crisis energética y de precios. Incluso a mayor ritmo que la actividad en general en los momentos más asfixiantes (como el tercer trimestre), según se observa en el gráfico anterior, gracias principalmente a las medidas del Gobierno y la fortaleza del mercado de trabajo. “La reforma laboral está contribuyendo a que la evolución del empleo sea diferente [a otras crisis]”, reconocen en BBVA Research.

El ahorro extraordinario no apoya al consumo

En otro informe reciente, el Banco de España destacó que el exceso de ahorro atesorado por las familias en España durante 2020 y 2021 fue de cerca de 130.000 millones de euros. Una cifra histórica que se concentró en las familias más ricas, que mantuvieron los ingresos prácticamente intactos durante la pandemia pero que no pudieron gastar con normalidad.

El uso de esta bolsa de dinero es clave para la economía en general en la actual crisis de inflación. Pero, de momento, no está apoyando la resistencia del consumo ante las subidas de precios, según la institución.

En concreto, dos terceras partes del ahorro extraordinario por las restricciones que fueron necesarias para contener la COVID-19 las acumularon las rentas altas. Las familias con ingresos medios y bajos ahorraron menos o no ahorraron nada por la pérdida de poder adquisitivo, pese a los impedimentos para consumir y pese a la respuesta del Gobierno, con la financiación de los ERTE, el diseño del IMV o las ayudas directas a las empresas como principales medidas de choque.

“Es bien conocido que, durante las fases de mayor incidencia de la pandemia de COVID‑19, los hogares españoles [en conjunto] acumularon una cuantiosa bolsa de ahorro como consecuencia, principalmente, de las dificultades que enfrentaron –en presencia de restricciones sanitarias relativamente severas– para consumir algunos de los bienes y –especialmente– de los servicios que formaban parte de su cesta de consumo habitual”, explica Carmen Martínez-Carrascal, economista del Banco de España.

“Desde entonces, determinar en qué medida y a qué ritmo iban las familias españolas a recurrir a esta bolsa de ahorro acumulada para sostener o impulsar sus niveles de gasto ha sido una de las principales fuentes de incertidumbre a la hora de valorar el grado de dinamismo que podría exhibir el consumo agregado en nuestro país”, continúa la experta de la institución.

El equipo de analistas de BBVA Research estimó hace unas semanas que “si los hogares desahorrasen durante los próximos dos años al mismo ritmo al que acumularon este ahorro, el consumo privado podría crecer casi 3 puntos adicionales de aquí a 2024”.

Sin embargo, lo cierto es que, de momento, este “desahorro” o gasto de parte del ahorro extraordinario no está ocurriendo y, por lo tanto, no está apoyando el dinamismo del consumo durante los últimos meses.

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