Luis Bárcenas ha asegurado ante el juez que llegó a ganar hasta seis millones de euros sólo con una operación en Endesa y que buena parte de su fortuna se debe a los beneficios obtenidos con la gestión de sus inversiones en Bolsa. A priori, cualquiera podría pensar que estamos ante todo un crack de los mercados, pero analizando la documentación que las autoridades españolas manejan sobre sus movimientos financieros, la imagen que se obtiene de él queda bastante lejos de la de ser un buen gestor.
Los registros de su actividad están plagados de contradicciones. La composición de su cartera de productos financieros no pasaría ni el nivel más básico de gestor profesional y posibilidad de que más que intuición financiera, su fortuna esté ligada a la información privilegiada ha llevado, incluso, a que la Asociación Europea de Inversores Profesionales ASINVER haya presentado ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) una denuncia para que el organismo regulador investigue posibles prácticas de información privilegiada, al menos, en el caso de la operaciones con Enel y Endesa.
Lo cierto es que las prácticas de Bárcenas como gestor financiero están muy lejos de su propia definición como inversor. “Sólo me interesan las inversiones con rendimientos seguros y bajo riesgo”, aseguraba a Dresdner Bank en agosto de 2007. Esta declaración está recogida en un documento, redactado en español, que el banco pasó a Bárcenas para conocer su perfil como inversor. Sería algo similar al cuestionario de idoneidad que la normativa Mifid exige y que tienen que cumplimentar, desde agosto de 2007, todos los inversores españoles cuando se acercan a un banco para formalizar una inversión. En él, Bárcenas también reconoce que quiere invertir entre el 20% y el 50% de su patrimonio con el objetivo de obtener una renta periódica.
El resto de contestaciones que ofrece Bárcenas en ese documento ya levantan sospechas acerca de esa dócil definición de sí mismo. Por ejemplo, contesta que en caso de que una inversión suya generara una pérdida del 20%, su reacción sería volver a invertir. Y que si el 20% fueran beneficios vendería para recogerlos y vuelta a empezar. También afirma estar muy pendiente de la evolución diaria de las Bolsas. Actitudes propias de inversores a los que les gusta el riesgo.
En cualquier caso, los test de definición del riesgo son documentos que en muchos casos responden más a los intereses de los bancos que a la realidad de los clientes, al no haber uno homologado sino que cada entidad aplica el suyo propio y decide qué respuestas son las que ponderan más y menos. Tal vez la simple definición del inversor que hace Bárcenas sobre sí mismo se queda en anécdota ante otras respuestas mucho más arriesgadas u otras comunicaciones en las que informa al banco que es él mismo quien gestiona sus inversiones.
Una inversión de máximo riesgo
Con la información recabada en el sumario, se puede hacer una reconstrucción de la composición real de su cartera, recogida en otro documento fechado meses antes, en el que se aprecia que el perfil de riesgo de Bárcenas puede calificarse de cualquier cosa menos de conservador. Al menos entre 2007 y 2009, el 90% de sus inversiones se concentraban en Bolsa. “Si comparamos esto con un fondo de inversión. Podríamos estar hablando de un riesgo 7 que es el mayor que puede existir”, explica un gestor de fondos que no quiere ser identificado. Por supuesto en estos documentos no hay ni rastro de sus operaciones con obras de arte, aunque las comunicaciones internas entre los gestores del banco sí hablan de ellas y de la imposibilidad de seguir un registro porque, según dicen, “como es habitual en España, estas transacciones se hicieron con dinero en efectivo”.
Volviendo a las finanzas; cualquier cartera equilibrada intenta combinar la renta fija (fondos, bonos del Estado, depósitos) con la renta variable (acciones, productos mixtos, derivados). Pero nada de esto aparece en el portfolio de Bárcenas, según los datos manejados por la Policía financiera y las autoridades judiciales y fiscales. “Es demasiado caótico para ser una gestión que responda a criterios coherentes en la práctica habitual de los profesionales financieros”, asegura este gestor.
El 24 de enero de 2007, Dresdner Bank emite un documento resumen con el contenido de la cartera gestionada por la Fundación Sinequanon, propiedad de Bárcenas, con domicilio en el paraíso fiscal de Panamá, pero con dirección postal en Ginebra. En ella se reflejan inversiones por valor de 20.063.682 euros. De los cuales, 72.585 millones de euros están depositados en efectivo y los 19.227.291 euros restantes, invertidos en acciones. No hay ni rastro de fondos de inversión (para compensar riesgos), pero tampoco de complicados productos estructurados, que Dresdner Bank ofrece continuamente a su cliente, pero que el político español rechaza de modo sistemático entre 2007 y 2009.
De telecos a banca
A él sólo le interesan las acciones. En esa cartera de activos, que podría denominarse pre-crisis, ya que Lehman Brothers no se había hundido todavía, Bárcenas apuesta principalmente por las telecomunicaciones. Sus principales inversiones están en Telefónica, DT Telekom, FRTelecom. “Las telecos son los típicos valores que se incluyen en una cartera que quiere obtener ingresos a través de dividendos. Ya que este es uno de los sectores donde el reparto de dividendos es más cuantioso”, explican los gestores consultados. No falta un clásico de los adictos a recoger dividendos, como es Banco de Santander. La constructora Abertis y la ingeniera Zardoya Otis son otros de su activos. Ambas estaban en procesos de ampliaciones de capital por aquella época y en las que su alta volatilidad reportó pingües beneficios a los que supieron jugar con ella.
Pero sin duda, a principios de 2007, la niña bonita de la cartera de Bárcenas, en Dresdner Bank, es Enel. Junto a ella tiene posiciones en la italiana Eni y la española Endesa. Todas ellas estarían implicadas, muy poco tiempo después, en una tormentosa Oferta Pública de Acciones (OPA), con muchas derivadas políticas. Esta es la operación que ha levantado la sospecha de Asinver para denunciar a Bárcenas por posible uso de información privilegiada ante la CNMV.
Otro documento resumen de similares características es emitido por Dredsner Bank, dos años y diez meses después. El 23 de octubre de 2009. En este momento, Iván Yáñez ya ejercía como gestor de Bárcenas. La pérdida patrimonial de la cartera de Sinequanon en ese período es del 5%, ya que en este momento las inversiones totales no llegan a los 12 millones, en concreto, el montante total es del dinero en cuenta es de 11.853.961 euros. Todo un logro, con más de 90% del capital invertido en acciones, y si se tiene en cuenta que en ese período la Bolsa española perdió más del 18% y la estadounidense, un 22%.
Pero, ni siquiera la comparativa de ambos documentos permite asegurar que esa caída de rentabilidad sea fruto de la mala evolución de los mercados en esos años. Ya que también hay registrados documentos que aseguran que Yáñez sacó el dinero de Sinequanon para traspasarlo a otras cuentas. Una de ellas a nombre de la empresa Tesedul S.A., la sociedad con la que se ha acogido a la amnistía fiscal, también gestiona por Dresdner Bank, pero ubicada en Uruguay, país que entonces era considerado un paraíso fiscal.
Estrategia suicida
A finales de 2009, y pese a la dureza de la crisis, la cartera de Bárcenas estaba lejos de ser la de aquel inversor que aseguraba buscar rendimientos seguros y bajo riesgo. Una vez más, el mayor porcentaje de sus inversiones está en Renta Variable, a pesar de que en marzo las Bolsas europeas y estadounidenses habían marcados mínimos históricos. “En aquella época los inversores huían de la Bolsa como de la pólvora. Cualquier gestor profesional habría intentado diversificar y, como mucho, elegir las acciones más representativas de los sectores en los que se quiere estar posicionado.
Por ejemplo banca, que se había hundido y que se podría esperar una recuperación. Pero repetir tantas empresas de los mismos sectores no tiene ningún sentido“, asegura otro experto bursátil. Por eso, es complicado explicar que Bárcenas esté posicionado en Fortis (el banco belga que había sido rescatado en 2008), en casi toda la banca española (BBVA, Banesto, Banco Popular, Banco Santander) e, incluso, Intesa San Paolo, una de la entidades financieras más potentes de Italia. Las telecos siguen teniendo una fuerte presencia en la cartera, en esta ocasión es Telecom Italia la mayor apuesta, seguida de Telefónica. También mantiene la presencia en Enel, aunque ahora el peso de la eléctrica italiana es menor en el porcentaje total. Completan el portfolio: la italiana Eni y Realia Business, la inmobiliaria de FCC y, en aquel momento, Caja Madrid.
Otra de las grandes contradicciones de la actividad financiera de Bárcenas en su relación con Dresdner Bank es que en la documentación que posee el banco, el senador del PP asegura que es él mismo quien toma sus propias decisiones de inversión. Algo que, por un lado, está prohibido ya que como senador español (él lo es desde 2009) la Ley 5/2006 de 10 de abril y el Real Decreto 432/2009 le impide gestionar su propio patrimonio y le conmina a encargar esa tarea a un gestor profesional. Un trámite, que además, ya había hecho marzo de 2009 al nombrar como tal a Iván Yañez. También sorprende a los expertos, el aparente caos que hay en la composición de las inversiones que no se corresponde con la profesionalidad y el prestigio que como gestor se le reconoce a Iván Yáñez. “Si Yáñez estaba al frente, esa cartera no responde a una típica gestión en la que el cliente se limita a pedirle a su apoderado que le consiga la máxima rentabilidad. Otra cosa es que estemos ante una argucia financiera que ya se me escapa”, asegura un experto del mercado.
A pesar de las pérdidas totales de la cartera que refleja la documentación aportada por Dresdner Bank, los datos barajados por la Agencia Tributaria española contabilizan cuantiosos beneficios en operaciones puntuales. En la cuenta de Sinequanon habría 1.988 euros abonados en concepto de intereses. Por acciones españolas habría ingresado 312.780, 12 euros, junto a otros 633.310 euros procedentes de las posiciones tomadas en empresas extranjeras.
Además, según la Agencia Tributaria española, por la venta de sus 68.000 acciones de Endesa obtuvo una ganancia patrimonial de 1.535.762,26 euros. 569.676,21 ganó al vender las 28.000 acciones de Iberdrola. Gracias a la teleco francesa France Telecom se embolsó algo más de 810.000 euros. Y con las 13.750 acciones de Abertis ganó 225.127 euros.