El BCE se prepara para frenar las subidas de tipos en verano ante la caída de la inflación

Se acumulan las señales que apuntan a un freno de las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) al final de la primavera. Los últimos comentarios de los banqueros del Consejo de Gobierno de la institución sugieren dos aumentos de 0,5 puntos en febrero y en marzo (un punto más en total), hasta dejar los tipos de interés oficiales en el 3,5% y parar ahí, o al menos cerca, el encarecimiento de hipotecas y del resto de préstamos en la eurozona.

Uno de los últimos banqueros centrales en expresar esa opinión ha sido el de Eslovaquia, Peter Kazimir, quien este lunes defendió en un artículo una subida de 0,5 puntos en la reunión del órgano decisorio del BCE este 2 de febrero y otra igual en marzo. Desde julio hasta ahora los ha elevado desde el 0% hasta el 2,5%, al ritmo más agresivo de la historia como estrategia para luchar contra la inflación. “Si fuera por mí, me iría a las vacaciones de verano con el ciclo de ajuste completado”, escribió el eslovaco.

En la relación de fuerzas dentro del BCE, Kazimir se sitúa entre los 'neutrales'. En el bando de los menos agresivos (conocidos como palomas en el argot de la política monetaria y que representan a los países más sobreendeudados y vulnerables ante el aumento del coste de la financiación) está el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, quien en sus últimos discursos ha marcado el 3,5% como techo de los tipos de referencia en la eurozona.

Más moderado que el español es el griego Yannis Stournaras, quien este mismo lunes habló de que las próximas decisiones del BCE deben tener en cuenta “la alta incertidumbre, la agitación geopolítica y el frenazo de la de la economía”. Pero en su caso, no hizo previsiones concretas.

En el bando contrario, el de los halcones, el holandés Klaas Knot sí puso números este domingo, y coincidió en 0,5 puntos en febrero y otros 0,5 puntos en marzo. Pero añadió un matiz que delata su posición: “El momento de reducir el ritmo de las alzas todavía está lejos”.

Los halcones son los miembros más agresivos del Consejo de Gobierno del banco central, entre los que destacan las visiones ortodoxas de Alemania y Países Bajos, estados menos endeudadados y financiadores en términos netos, cuyas economías ganan con las subidas de tipos. Aunque su agresividad choca con las previsiones de desinflación en la segunda parte del año, sobre todo por la bajada de la energía y ante la previsión de que se contraiga la demanda y la actividad en general en la eurozona, y especialmente en las propias economías del norte.

Hace solo unos días, Christine Lagarde, presidenta del BCE, se situó más cerca de estos halcones en su intervención en el Foro Económico Mundial de Davos que de las palomas: “La inflación sigue siendo demasiado elevada, y será necesario seguir el camino hacia el territorio restrictivo”. Cuando habla de restringir, se refiere a que el encarecimiento de hipotecas y préstamos acabe dañando críticamente la capacidad de consumir de las familias y de invertir de las empresas.

“No nos empujen a hacer más de lo que es necesario”

Es decir, la estrategia ha sido y es ahogar la demanda para bajar los precios. Un golpe que se suma al daño de la inflación y que efectivamente ya sufren los hogares que han tenido que actualizar sus hipotecas, o firmar nuevas mucho más caras que hace un año. Y también las empresas que han necesitado financiación en los últimos meses. O el Tesoro de España y del resto de países cuando han acudido a los mercados financieros a colocar bonos.

Hubo una afirmación de Lagarde en Davos muy relevadora: “No nos empujen a tener que hacer más de lo que es necesario”. Con esa amenaza, que hace referencia al peligro de que los estímulos de los gobiernos no focalizados en las familias más vulnerables (como las bajadas de impuestos generalizadas), la presidenta del BCE muestra cierta sensibilidad hacia el riesgo de provocar una recesión y hasta conciencia del impacto de la estrategia de la institución, que, en cambio, no tiene capacidad de actuar sobre los precios de la energía en los mercados internacionales.

Revalorización del euro

Al margen de los comentarios de Lagarde y de los miembros del BCE, en los últimos días ha habido más pistas y señales sobre el futuro de la política monetaria y de los tipos de interés. Quizá la más relevante es la apreciación del euro en su cruce con el dólar, que se explica porque la expectativa es que la Reserva Federal (Fed, el banco central de Estados Unidos) no va a subir mucho más los tipos de interés y así la eurozona va a recuperar terreno en los próximos meses.

La brecha de los tipos oficiales del BCE y la Fed es una de las razones que han justificado la agresividad de Lagarde y los suyos desde julio. Al empezar el banco central de Estados Unidos antes a aumentar el 'precio del dinero' y haberlo llevado ya al 4,25%, las mayores rentabilidades que los inversores han encontrado en los activos financieros denominados en dólares han atraído dinero hacia la primera economía del mundo.

Estos movimientos en los mercados financieros fortalecieron a la divisa estadounidense y debilitaron al euro, lo que automáticamente encarece las importaciones, lo que se compra fuera. Y las facturas más importantes de los países europeos en el extranjero son de energía (con el petróleo y el gas ya disparados por la invasión rusa de Ucrania), que se vende en dólares.

Moderación ya en diciembre

En las actas de la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE (la de diciembre, en la se decidió una subida de 0,5 puntos, tras dos consecutivos de 0,75), se leyó otra señal de cierta moderación entre los banqueros centrales y los miembros del Comité Ejecutivo. “Inicialmente, un gran número de miembros expresaron su preferencia por 0,75 puntos”, recogen dichas actas.

“Algunos de estos miembros, sin embargo, expresaron su voluntad de estar de acuerdo” [con una subida de 0,5 puntos], continúan. Y así se aprobó finalmente por una “amplia” mayoría.

Además de subir de los tipos de interés, el BCE ha tocado todas las palancas para retirar los estímulos extraordinarios que mantenía hasta 2022 para favorecer la recuperación tras el shock de la COVID. Desde julio del año pasado, la institución no 'crea' dinero para comprar deuda de estados y empresas de la eurozona, pero sí ha reinvertido los vencimientos de todo lo que había adquirido anteriormente, lo que ha garantizado la demanda.

Desde marzo, cada mes el BCE dejará de reinvertir 15.000 millones de esos vencimientos, y de esa forma 'retirará' dinero de los mercados financieros. Aún así, su presencia seguirá siendo crucial para apoyar la búsqueda de financiación de los países.

Y, antes de comenzar este proceso, diseñó un mecanismo, el TPI, para volver a comprar deuda si es necesario en algún momento por un encarecimiento muy acusado por ejemplo de los bonos de Italia o de España. Aunque este mecanismo exigiría condicionalidad (medidas de austeridad para controlar los déficit), lo que recuerda a los rescaste de la crisis del euro de 2012.

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