Berlín remunicipaliza su red eléctrica en detrimento del gigante sueco Vattenfall
Son casi diez años los que Eric Häublein, de la iniciativa Berliner Energietisch, ha pasado militando con un objetivo en mente: la remunicipalización de la red eléctrica de Berlín. La ciudad-estado capital alemana puso en manos privadas esa infraestructura en 1997. A principios de mes, el gigante sueco Vattenfall perdió el concurso que le hubiera permitido renovar su ya dilatado control de la explotación de la red.
Ganó a Vattenfall la empresa pública Berlin Energie, una compañía surgida en 2012 a rebufo de la movilización de gente como Häublein. “La Berliner Energietisch se fundó en 2010 para volver a poner en manos públicas el suministro eléctrico de la ciudad”, dice a eldiario.es un visiblemente satisfecho Häublein al comentar las noticias sobre el triunfo de Berlin Energie sobre Vattenfall. La firma local logró en el concurso público 14.590 puntos, siendo superior a la compañía sueca (13.350 puntos). “Clara derrota para Vattenfall”, titulaba al respecto el diario generalista berlinés Der Tagesspiegel.
“Berlin Energie es el nuevo propietario de la red”, mantiene Häublein. Alude así a una gigantesca infraestructura de la que unos pocos datos sirven para hacerse una idea de su tamaño. La red eléctrica berlinesa es, entre otras cosa, más de 35.000 kilómetros en cables y vías de conducción, 79 subestaciones eléctricas y 11.000 transformadores.
Referéndum en 2013
Häublein sabe que su implicación en la Berliner Energietisch tiene mucho que ver en esta remunicipalización. En 2013, esa iniciativa, que aglutina a medio centenar de organizaciones, donde se mezclan militantes y activistas ecologistas con ciudadanos berlineses comprometidos, logró organizar un referéndum sobre la remunicipalización de la red. Una votación de esas características se pretende realizar ahora con el objetivo de expropiar a las grandes empresas propietarias del sector inmobiliario en Berlín.
La votación que lanzó la Berliner Energietisch no contó con participación suficiente como para que la decisión obligara a las autoridades a desocupar a Vattenfall. “Aún así, votaron a favor de la remunicipalización 600.000 personas y 20.000 en contra. Eso, en cualquier caso, puso el tema en la agenda política”, manifiesta Häublein.
Tanto es así que la coalición de izquierdas que dirige el alcalde de la ciudad, el socialdemócrata Michael Müller, no tardó en hacer suya la causa de Häublein y compañía. “La coalición aspira a una remunicipalización al 100% de la red eléctrica”, se lee en el contrato firmado por los representantes socialdemócratas berlineses junto a izquierdistas de Die Linke y ecologistas de Los Verdes tras las últimas elecciones celebradas en la ciudad-estado, en septiembre de 2016.
La decisión ha sido criticada por la oposición en el parlamento regional berlinés. Desde la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU) se ha puesto el grito en el cielo ante una nueva realidad que costará, según las estimaciones que han trascendido, entre 1.500 millones de euros y 2.000 millones de euros. Eso podría terminar pidiendo Vattenfall por dejar las que han sido sus instalaciones en manos de Berlin Energie. Ésta última afronta actualmente un enorme reto. Cuenta, de momento, con sólo doce empleados. La filial berlinesa de Vattenfall tiene aquí 1.300 trabajadores.
Un negocio que promete beneficios
Para Berlin Energie, las expectativas de crecimiento son ineludibles. Entre otras cosas, porque “la gestión de la red es un área donde se pueden generar beneficios”, recuerda Häublein, el responsable de la Berliner Energietisch. Así, Vattenfall registraba el año pasado en Berlín unos beneficios de 110 millones de euros.
De empezar Berlin Energie a gestionar la red eléctrica – algo que aún está pendiente de la decisión de Vattenfall de recurrir o aceptar el resultado del concurso –, nada hace pensar que esa empresa pública no pueda desempeñar con éxito la labor que ha venido desempeñando el gigante sueco.
Es más, al Berliner Zeitung, el otro gran periódico generalista berlinés, Claudia Kemfert, del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW), señalaba hace unos días que era “absolutamente sensato” hacer que una compañía regional se ocupe de las infraestructuras eléctricas. “Nuestros estudios muestran que las redes eléctricas gestionadas por empresas públicas no son menos rentables que las gestionadas por empresas privadas”, según Kemfert.
En este sentido, Jörg Stroedter, diputado del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en el parlamento regional berlinés, ha recordado que otras experiencias de remunicipalización, como la ocurrida con la gestión del agua en la ciudad-estado en 2014, han sido un éxito. “La exitosa remunicipalización del agua muestra que tiene sentido que la electricidad y el gas vuelvan a estar en manos públicas”, según Stroedter.
Häublein ve, además, otras ventajas. “Estando la red en manos de una empresa pública se puede controlar mucho mejor su actividad. Es mejor así que cuando son empresas privadas”, señala el responsable de la Berliner Energietisch. Además, a su entender, “ahora se puede recurrir más a energías limpias a través de empresas regionales y se pueden tener más en cuenta en la gestión otros factores sociales vinculados a la energía, como la pobreza energética”, abunda.
Alude Häublein a un problema social especialmente grave en Alemania. El país de la canciller Angela Merkel, uno de los más ricos de Europa, tiene la electricidad más cara de la UE. Son cientos de miles los alemanes que están en riesgo de caer en la pobreza energética. Berlin Energie, sin embargo, no podrá actuar de modo decisivo ante el precio de la luz. Como responsable de la red eléctrica, esa empresa pone la energía al servicio de las operadoras, que son las que acaban facturando a los consumidores.
“Los precios no bajarán, porque esos los ponen las empresas que explotan la energía”, concede Häublein. Remunicipalizar puede tener ventajas, pero es probable que los bolsillos de los berlineses no noten mejoría gracias a Berlin Energie.