El Brexit, un fondo de 140.000 millones de euros y cómo salir de la crisis: lo que se juega España en la UE

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Las crisis abren oportunidades, decía Albert Einstein. Y el desafío está en si los claroscuros de las crisis alumbrarán monstruos o un país mejor. España es el país más golpeado en la Unión Europea por la crisis sanitaria y económica. Lo dicen los datos médicos de incidencia del coronavirus, que han situado a España a la cabeza desde el inicio de la pandemia. Y lo dicen los datos económicos, que también han colocado a España entre los que más recesión y paro van a sufrir a consecuencia del coronavirus. A todo ello, se une la incertidumbre sobre cómo terminará el Brexit, con acuerdo comercial o no. Las próximas semanas son claves para cerrar el acuerdo o para que todo salte por los aires..

España, según los cifras aportadas por el Gobierno a la Comisión Europea en su Plan Presupuestario entregado este jueves, ha destinado 200.000 millones a la crisis del coronavirus, entre los ERTE, avales a las empresas y transferencias a las comunidades autónomas.

Pero aún no ha empezado a llegar el dinero europeo.

“Tenemos que sacar algo que es histórico”, explica una fuente comunitaria, “no hay que olvidar que la decisión de julio de los líderes de la UE es una decisión histórica que no tiene precedentes y que probablemente es una de las cosas más importantes que ha hecho la Unión Europea desde su fundación. Es un cambio en muchos sentidos de paradigma y salto en un modelo de integración que para España y para muchos ciudadanos europeos era un objetivo de hace muchos años”.

A finales de este mes se espera que comience la emisión de deuda por parte de la Comisión Europea para poner en marcha el programa SURE para la financiación de los ERTE. España tiene adjudicados 21.300 millones en préstamos blandos, y se espera que en las próximas semanas pueda llegar una tercera parte, unos 7.000 millones.

La apuesta del Gobierno español por los ERTE ha sido clave para sostener una sangría en el empleo, y aun así se cerrará el año en el entorno del 17% de paro. Pero, ¿qué pasaría si ni siquiera se pudieran contar con esos 21.300 millones?

España no sólo se juega prolongar los ERTE. España tiene ante sí 140.000 millones en tres años, 72.000 millones en subvenciones y 68.000 millones en préstamos. ¿Para qué? “Para aprovechar la crisis para sentar las bases de un modelo de país más digitalizado y más sostenible”, explican en el Gobierno.

Negociaciones complicadas en la Eurocámara

¿Los riesgos? Hay muchos. El primero es que después del acuerdo político de los líderes de la UE después de cinco días de negociaciones en julio, las negociaciones con el Parlamento Europeo están siendo complicadas: la Eurocámara pide más dinero para partidas clave del presupuesto comunitario, mientras los gobiernos no quieren aumentar los techos globales, y exige mayores condicionalidades en relación con el Estado de Derecho, asunto en el que además está operando la pinza entre Hungría y Holanda.

Es decir, aún quedan días de negociaciones, mientras que cada día que pasa la situación empeora en toda Europa, si bien fuentes parlamentarias apuntan a que las negociaciones con la Eurocámara pueden estar entrando ya en un ámbito puramente técnico que permita deshacer los nudos.

Pero, una vez que se produzca ese acuerdo entre la Comisión Europea, el Consejo –los gobiernos– y la Eurocámara, será necesaria la tramitación parlamentaria en los 27 para una operación extraordinaria, que requiere crear nuevos impuestos y aumentar los techos de gasto para emitir deuda por parte de la Comisión Europea por valor de 750.000 millones de euros.

Todo eso no se hará en dos días.

A continuación, habrá nuevos plazos: de hasta ocho semanas para que la Comisión Europea evalúe los planes de reforma de los países antes de que llegue el último visto bueno del Consejo, lo cual puede demorar en hasta tres meses la aprobación. En definitiva: será difícil que empiece a llegar el dinero antes del verano, y el Gobierno cuenta con 27.000 millones –25.000 del plan de recuperación y 2.000 del plan React EU de la Comisión Europea–en sus planes presupuestarios de 2021.

Hay dos puntos de crecimiento del PIB de diferencia para la economía española entre que llegue todo lo esperado o no.

“Tenemos que sacar un expediente que es muy complejo”, explica una fuente diplomática, “que los ciudadanos lo están esperando. Y la economía europea y la economía española lo necesita, de ello depende mucho, ya no solo a la salida de la crisis económica macro general, sino la vida y el bienestar de muchísimos ciudadanos”.

Un reglamento que incluye límites de deuda y déficit

Por el camino hay otra dificultad para España, que ha planteado en las reuniones en Bruselas con el resto de países: el reglamento final del fondo de recuperación incluye la necesidad de tener que respetar los márgenes fiscales so pena de ver cortada la llegada de los fondos. ¿Y eso que quiere decir? Que los países deben cumplir los límites de déficit y deuda establecidos por el semestre europeo –mecanismo de gobernanza económica de la Comisión Europea– a través del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Ahora bien, ese pacto está en suspenso desde el inicio de la pandemia y, ha anunciado Bruselas, lo estará todo 2021.

El problema podrá venir cuando se quiera reactivar, con países con déficits y deudas desbocadas, en función de cómo se vaya a reactivar. De ello dependerá si Bruselas puede exigir o no más o menos recortes y ajustes económicos, y en qué áreas. En la anterior crisis, se decretaron sacrificios económicos en forma de recorte de pensiones, servicios sociales, sanitarios, empleados públicos e inversiones. De momento, la senda está siendo otra, pero el Gobierno español está pendiente de la evolución de este debate.

España no ha bloqueado el reglamento del fondo, aunque haya un endurecimiento de las condiciones, y tampoco ha bloqueado el del cumplimiento del Estado de Derecho, aunque su planteamiento sea tan limitado que permitirá a Holanda y Polonia ser tan iliberales como lo están siendo; del mismo modo que en las negociaciones con el Parlamento Europeo, está del lado de la presidencia alemana rotatoria, en lugar de la ponente socialista. ¿Por qué? Porque España, en estos días, no se está jugando solo un gran volumen de dinero, sino una forma de salir de la crisis distinta a la anterior y un modelo de país, con el acecho, además, de una incertidumbre añadida: el Brexit.

El Brexit de nunca acabar

El 31 de enero de 2020 Reino Unido abandonó la UE. Y el 1 de febrero comenzaba un periodo de transición, en el que prácticamente no cambia nada, salvo que Reino Unido deja de tener voz y voto, dedicado a la negociación del acuerdo de relación futura entre la Unión Europea y Londres.,

El jueves por la noche los 27 apretaban desde Bruselas al primer ministro británico para rematar el Brexit con el acuerdo de relación futura a partir del 1 de enero, pero este viernes Johnson ha sido contundente: “Si la UE no cambia, las conversaciones están rotas. Estamos listos para el no acuerdo”. Para llegar al 1 de enero con un acuerdo en vigor, es necesario un pacto de aquí a dos o tres semanas. ¿Y cuál es el escenario del no acuerdo? Que las relaciones comerciales, como le gusta decir a Johnson, serían “a la australiana”. Es decir, regidas por las reglas básicas de la Organización Mundial del Comercio, sin ningún tipo de ventajas especiales propias de quien ha estado 45 años en la UE y con quien hay tanta relación de vecindad, vínculos comerciales centenarios y de ciudadanía entre los miles de europeos que viven en Reino Unido y los británicos en la UE.

La falta de acuerdo comercial supondría un golpe para la decena de países con relación más estrecha con Reino Unido, entre ellos España, cuya flota pesquera es muy dependiente de las aguas británicas, y en cuyas costas hay miles de británicos viviendo por temporadas. Además, podría tener consecuencias en la relación con Gibraltar y en la situación económica del Campo de Gibraltar“.