A los 14 años era aprendiz en una gran fábrica de cerámica y desde la semana pasada es la nueva jefa de la “policía laboral” en España, la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Carmen Collado Rosique (Valencia, 1959) es un ejemplo, poco frecuente, del ascensor social que lleva a lo más alto a personas de ambientes humildes y sin tantas oportunidades de origen. Sus padres provenían de familias muy pobres, de “miseria”, cuentan fuentes muy cercanas a la nueva directora de la Inspección. El mundo laboral y la conciencia social, que venía de casa, la llevaron a unirse e impulsar el movimiento sindical en los últimos coletazos del franquismo. Retomó sus estudios por las tardes, a los que acabó sumando la carrera de Derecho y dos oposiciones. Subinspectora de Trabajo primero e inspectora después, ha sido nombrada para liderar a sus compañeros después de años de defensa interna de los derechos de la plantilla. Ahora, la jefa es ella.
La salida de Héctor Ilueca del Ministerio de Trabajo, para tomar el cargo de vicepresidente del Gobierno valenciano, dejó libre la Dirección de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Carmen Collado, también inspectora de Trabajo valenciana como Illueca, estaba al frente de la Oficina Nacional de Lucha contra el Fraude desde que en 2020 fue nombrada por la ministra Yolanda Díaz. “Mucho le han tenido que insistir a para que acepte el cargo”, dicen personas del entorno cercano de Collado, que destacan que a sus 62 años y al final de una vida laboral tan larga, llevar las riendas de la Inspección es “un reto” que puede darle más quebraderos de cabeza que alegrías.
La semilla de la inspectora de Trabajo que terminó siendo Carmen Collado germinó cuando era “una obrera”, explican en su entorno. En concreto, cuando trabajaba siendo adolescente en una gran fábrica valenciana y estaba dentro de una cadena “taylorista pura”: “Era un número más, una pieza en un engranaje en el que no se da ningún valor al trabajador”.
Se enfrentó en la práctica a una conciencia de clase que sabría nombrar más tarde, pero que había escuchado desde niña. Sus padres eran del Partido Comunista (PCE). Uno de sus tíos, con cargo en el partido, se exilió a Francia cuando se impuso el régimen franquista. “Era gente con intereses democráticos. El padre tenía una gran curiosidad y era muy inteligente. En su infancia no tuvo nada. La familia del padre no tenía casa, eran temporeros, iban de un lugar a otro buscándose la vida. Se dedicaban a la chatarra. La madre contaba que no tuvo un par de zapatos hasta los nueve años”, ejemplifican en el entorno más cercano de la nueva directora general sobre el origen humilde de Collado.
Por eso, cuando Carmen pasó del “cuadro de honor” a despistarse de los estudios, los padres no tardaron en ponerla a trabajar. Estudiar había que ganárselo, que aprovecharlo, en una familia que había carecido de todo y en la que no sobraba el dinero. Primero en talleres pequeños y desde los 14 años en una gran fábrica, Collado comenzó a trabajar siendo adolescente. Pero en cuanto tuvo ocasión retomó los estudios. Primero, gracias al convenio que tenía la propia fábrica, había dos horas de “escuela” que aprovechó para sacarse el graduado. Entre las opciones más elegidas para esas dos horas estaban actividades como baloncesto y dibujo.
En el origen de CCOO al final de la dictadura
Cuando superó la educación básica, Carmen Collado se matriculó en el instituto nocturno. Y después, inició la carrera de Derecho. En el camino, se involucró en los primeros pasos de Comisiones Obreras en la Comunidad Valenciana al final del franquismo, como recoge el proyecto Sindicalistes Feministes, que está coordinando Vicent Gregori para la Secretaría de Mujeres de CCOO en la Comunitat Valenciana. El trabajo trata de dar voz y recuperar la memoria de mujeres sindicalistas que estuvieron en los inicios del sindicato “cuyas historias se desconocen”, destaca Cloti Iborra, que dirige hoy la secretaría. En los próximos días se publicarán las entrevistas con Collado, que se podrán consultar junto al de decenas de mujeres que también sentaron las bases del movimiento sindical de la etapa democrática.
Dentro de la fábrica, Collado se movilizó pronto para intentar mejorar las condiciones de las trabajadoras. “Era muy joven. Tenía unos 18 años o así cuando la conocí y ya era solidaria, combativa y tenía mucho prestigio entre la plantilla”, explica Alberto Guerrero, sindicalista jubilado que estuvo en la organización más temprana de CCOO en la Comunitat Valenciana. Carmen Collado se convirtió en representante legal de los trabajadores de su fábrica en las primeras elecciones sindicales libres, en 1978, y fue elegida presidente del comité de empresa. Puesto que desempeñó hasta que se marchó de la compañía, en el año 84.
“Carmen era muy activa y tenía un gran apoyo, pese a que entonces había mucha conducta antisindical en las empresas. Gracias a ella conseguimos muchos delegados y personas afiliadas”, sostiene Alberto Guerrero. En el entorno de Collado explican que llegó a descubrir “detectives” que controlaban qué hacía después de trabajo, para “intentar detectar si hacía otras cosas en las horas sindicales”.
Cuando la empresa para la que trabajaba afrontó una crisis e iba a reducir personal, Carmen Collado salió de la compañía para centrarse en un último año de la carrera de Derecho. Mientras estuvo en el paro, aumentó su colaboración con CCOO, para el que hacía asesoramiento como voluntaria. “Se iba a pueblitos y pasaba consulta jurídica. Veía posibles casos que podía defender el sindicato, o si solo eran dudas legales fáciles, las resolvía”, explican desde su entorno.
En el último curso de la licenciatura de Derecho, salieron las primeras oposiciones para lo que entonces se llamó “controladores de empleo” y que más tarde se conoce como la Subinspección de Trabajo. Collado se sacó la oposición a la primera, con plaza primero en Córdoba y, más tarde, logró el traslado a Valencia.
De inspectora de calle a dirigir el 'big data' contra el fraude
Desde que entró en la Inspección de Trabajo, primero como subinspectora y luego como inspectora, Carmen Collado ha mostrado ser “muy trabajadora” y “muy comprometida” con los trabajadores, “que son la parte débil de la relación laboral”, destacan varios miembros de la Inspección consultados que la han tenido como compañera.
Con una mirada especial para “el sector del campo y las empleadas del hogar”, mencionan varias de ellas, Collado se ha decantado en su trabajo a pie de calle por la protección laboral de grupos de trabajadores especialmente excluidos, como los temporeros y trabajadoras migrantes del hogar. “Defender a aquellos que no saben cómo hacerlo o no están preparados para ello”, indican sus compañeros.
En los últimos años, la movilización de Collado ha pasado al terreno político, con su afiliación a Podemos. Sus hijos, que estuvieron en las movilizaciones del 15M, fueron los que la llevaron a involucrarse en el proyecto, explican en su entorno. Finalmente, la inspectora de Trabajo se presentó a las primarias del partido por Valencia y forma parte en la actualidad de la Comisión de Garantías del partido que ahora lidera Ione Belarra.
Sus compañeros destacan también su apuesta por la “innovación” y la “modernización” de la “policía laboral”, que adolece de medios materiales y personales, como denuncian continuamente los sindicatos de inspectores. Collado de hecho continuó su participación en la lucha sindical dentro de la propia Inspección desde uno de estos sindicatos, UPIT.
Se fue especializando en el fraude a la Seguridad Social, como la infracotización de trabajadores y las empresas ficticias, entre otros abusos, y acabó dirigiendo el equipo contra empresas ficticias de la Inspección en la Comunidad Valenciana. “Es su trabajo más importante. El equipo fue en varias ocasiones el que mejor resultados tenía en España”, destaca una persona de esta división. Su éxito más mediático fue en cambio el caso de Factoo, sobre la que redactó con su compañera subinspectora el primer informe que declaraba que era una falsa cooperativa.
Como directora de la Oficina Nacional de Lucha contra el Fraude, Collado siguió incidiendo en utilizar los cruces masivos de datos (el llamado 'big data') para detectar fraudes laborales. Siempre de la mano con la Tesorería de la Seguridad Social. En su mandato, se han puesto en marcha campañas inéditas, como la primera que alcanzaba a trabajadoras del hogar.
Ahora, la nueva directora general de la Inspección de Trabajo se enfrenta a la tarea de liderar un organismo que sigue requiriendo de más personal y medios, como los que ha demandado mediante la movilización sindical durante años. “Los compañeros estamos expectantes, pero tenemos confianza. Espero que pueda hacer cosas y reforzar la Inspección”, indica un miembro del organismo público. “Le digo que ahora que es la 'jefaza' de la Inspección no se olvide de los trabajadores. Que se vaya a comer de vez en cuando con alguna trabajadora explotada, que en estos puestos hacen mucho la pelota. Que no se olvide de lo importante”, dice Alberto Guerrero.