Fraude en motores, contaminación al límite... ¿Es el momento de comprar un coche eléctrico?
En 2014 el número de coches eléctricos que circulaban por el mundo ascendía a 665.000 vehículos, una cifra ínfima (0,08% del total) en comparación con la flota mundial de turismos, que suma más de 830 millones de unidades. Aunque cada año el mercado va aumentando y se va asentando más, lo cierto es que a las múltiples ventajas tanto medioambientales como económicas (por el ahorro de combustible) todavía les lastran las desventajas de un modelo poco desarrollado en el conjunto de la sociedad y con la percepción de que la autonomía puede ser un factor limitante. Estos son los principales factores a considerar antes de optar por uno de estos vehículos cuyo atractivo está reforzado para los preocupados por el medio ambiente tras descubrirse el trucaje de los motores de Volkswagen.
Impacto medioambiental
Es la gran diferencia entre un coche convencional y uno eléctrico, un nivel de contaminación que no tiene nada que ver con los vehículos de combustión que monopolizan el transporte mundial. Las cero emisiones de los coches eléctricos son el principal aliciente para su compra, no solo para el presente sino de cara a un futuro cada vez más restrictivo con las emisiones de dióxido de carbono y otras sustancias. Por ejemplo, en casos como el ocurrido en Madrid, cuando se limitó el tráfico y el aparcamiento en el centro a los vehículos convencionales, sin afectar a los eléctricos.
Sin embargo, un estudio realizado por Ademe, agencia francesa de medio ambiente y control de la energía, señala que si se compara el proceso completo que va desde la fabricación del vehículo hasta que termina en el desguace no hay tanta diferencia en la contaminación. La investigación hace hincapié en que hasta que no se consiga obtener de forma más limpia la energía para las baterías no habrá una verdadera diferencia en la huella ecológica del proceso completo de fabricación.
Otra ventaja del coche eléctrico es la contaminación acústica. Al ser vehículos silenciosos, ante la ausencia de un motor de combustión, las ciudades pasarían a tener unos niveles de ruido mucho menores en la medida en que se vayan implantando estos coches. Eso sí, parece que no por mucho tiempo, ya que tanto la Unión Europea como Estados Unidos ya han legislado para obligar a estos vehículos a contar con algún tipo de aviso acústico cuando vayan a menos de 30 km/h o marcha atrás, cuando son completamente silenciosos y pueden suponer un peligro para la seguridad vial.
Autonomía y recarga
Este es probablemente el principal argumento contra los coches eléctricos, pero en muchos casos es más una cuestión de percepción que real. La única limitación es la de hacer viajes que superen los 150/200 kilómetros de distancia. A día de hoy, el coche que mayor autonomía ofrece es el Tesla S8P5, que puede rodar hasta 500 km sin necesidad de recargar.
También pesa en contra la dificultad de encontrar un punto público de recarga de la batería, con una falta de infraestructura que permita llenar la batería durante el trayecto sin tener que modificar el recorrido. El ideal del sector pasa por tener puntos de recarga en una proporción similar a los de repostaje. Sin embargo, sigue existiendo una dificultad más, y es el tiempo de carga, que sigue siendo superior al de combustible, con una duración aproximada de entre 15 y 30 minutos en los puntos de recarga rápida, lo que supondría que el repostaje en un trayecto largo se llevaría un pellizco más del tiempo a consumir en un recorrido. En un punto de carga convencional (un enchufe corriente) puede suponer entre 6 y 10 horas tener la batería a tope.
Salvado la complicación de repostar en un trayecto largo, la recarga diaria es en realidad venajosa, ya que generalmente la carga del vehículo se hace por la noche, cuando la energía es más barata y además no interfiere en la jornada teniendo que llevar el vehículo a una gasolinera. Por ejemplo, Endesa ofrece una tarifa entre la una y las siete de la mañana con un precio energético considerablemente más bajo que el de las horas que van desde la una del mediodía a las once de la noche. Aparte y a diferencia del vehículo convencional, se hace la recarga cuando no se usa, por lo que no es necesario usar el coche para obtener la energía, hecho que sí ocurre con un coche de combustión.
A favor del coche eléctrico se encuentra el precio de la recarga, hasta seis veces más barato que llenar el depósito de combustible, ya que el coste de la electricidad es mucho más bajo que el del crudo, pese a la considerable bajada en los precios que este ha experimentado últimamente.
Precio
A día de hoy es innegable la diferencia de precios existente entre un coche eléctrico y uno convencional, mucho más alto en el primero. Sin embargo, los defensores de los automóviles eléctricos consideran que esta mayor inversión inicial queda amortizada una vez se le da uso, debido al ahorro que supone pasar del combustible a la energía eléctrica, además de otros beneficios como las ventajas fiscales en la compra o la gratuidad para el aparcamiento en zonas de estacionamiento regulado como ocurre en Madrid.
Pese a ser un segmento en claro crecimiento, a día de hoy la flota de vehículos eléctricos ni siquiera llega al millón de unidades en todo el mundo, lo que deja claro que todavía no se ha convertido en una economía de escala, hecho que ayudaría a bajar los precios una vez se empiecen a producir masivamente. Hasta entonces toca esperar, pero la tendencia es positiva, como demuestran los últimos datos publicados por la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC) y que en octubre apuntaron un aumento del 395% en la venta de vehículos eléctricos en Madrid respecto al mismo mes de 2014.
A modo de comparativa, el coche eléctrico más vendido en España es el Nissan Leaf y su precio asciende a 23.270 euros, a lo que habría que sumar el coste del alquiler de la batería. En caso de optar por la compra integral, incluyendo la propiedad de la batería, el precio del vehículo ya salta por encima de los 29.000 euros. Mientras, el vehículo de combustión más vendido, el Citroën C4, tiene un precio de mercado a partir de los 12.878 euros.
En favor del vehículo eléctrico hay que decir que cuenta con más ayudas por parte del Gobierno en la compra. Es el caso de recientemente aprobado Plan Movea, dotado con más de 16 millones de euros para 2016 y cuyas ayudas van en un rango desde los 200 euros para las bicicletas hasta los 20.000 euros de algunos vehículos de la categoría M3, esto es autobuses y furgonetas. Para un turismo tradicional (M1) de no más de 32.000 euros, con una autonomía de más de 90 kilómetros, la ayuda estatal llega hasta los 5.500 euros (a los que se puede sumar los 750 euros del achatarramiento). También hay que sumar la ayuda de 1.000 euros para poner un punto de recarga. Estas ayudas colocarían el precio de un coche eléctrico en uno de gama media con las ventajas del ahorro de combustible (el precio medio de un coche comprado el año pasado se quedó cerca de los 20.000 euros).
Para una motocicleta la ayuda puede ser de hastas 2.000 euros si tiene más de 70 kilómetros de autonomía. Y las ayudas para una infraestructura de recarga rápida llegan hasta los 15.000 euros. (Hay que consultar las condiciones detalladas para acogerse al plan).
Mantenimiento
A la hora de pasar la ITV, no hay duda de que los coches eléctricos cuentan con varias ventajas. Y es que al tener que pasar las mismas pruebas que un coche convencional, el resultado termina siendo mucho más barato y rápido, al no tener que hacer pruebas de gases o sustituciones de aceites, líquidos o filtros. El hecho de que los coches eléctricos tengan menos piezas móviles que uno convencional hace que el mantenimiento sea mucho más sencillo y por ende de un menor precio.
Por contra está la dificultad que a día de hoy existe a la hora de encontrar talleres especializados en coches eléctricos, todavía de número reducido y que obligan al que tenga un coche así a ir siempre a un taller determinado, sin tener en cuenta criterios que si se pueden seguir con los vehículos convencionales como la diferencia de precio o la proximidad al hogar.