La semana pasada empezó con el anuncio de la dimisión de Matteo Renzi tras perder el domingo el referéndum constitucional, y acabó con la noticia –no confirmada– de que el Mecanismo Único de Supervisión bancaria europea denegaba a la Banca Monte dei Paschi di Siena (MPS) una prórroga de unas cinco semanas para completar su recapitalización, originalmente planeada para la semana pasada y la próxima. El domingo, el presidente Sergio Mattarella ha encargado al hasta ahora ministro de Exteriores Paolo Gentiloni la formación de gobierno, lo que da paso a la nacionalización inminente de la entidad.
El nombramiento de Gentiloni no será firme hasta que jure su cargo junto a los ministros elegidos por él, pero esto puede ocurrir relativamente rápido. Entonces se podría decretar la nacionalización de MPS, que según la prensa italiana está lista desde hace tiempo. El gobierno prevé inyectar 7.000 millones de euros. La deuda subordinada de MPS se convertiría en acciones o se cancelaría totalmente. Se compensaría a los preferentistas que puedan demostrar que se les malvendieron las participaciones.
Todo está acordado con las autoridades europeas de Competencia desde el verano, pero esta “recapitalización cautelar” depende de una interpretación laxa de la Directiva de Reestructuración y Resolución Bancaria (DRRB).
Jean Claude Juncker es consciente de que una quita masiva de preferentistas acarrea el riesgo de que el Movimiento Cinco Estrellas gane las siguientes elecciones. Si éstas no se han convocado ya es en parte por la crisis bancaria, y en parte porque Mattarella exige que se reforme antes la ley electoral para reparar la crisis causada por el referéndum fallido.
Se criticará la decisión de permitir una inyección tan grande como 7.000 millones de euros, sin quitas previas al 8% del pasivo como exige la DRRB. No sólo se han expresado en contra el ministro alemán Wolfgang Schäuble, el presidente del Eurogrupo Jeroen Dijsselbloem, o la presidenta de la Junta Única de Resolución Elke König. La semana pasada los eurodiputados verdes Ernest Urtasun y Sven Giegold se posicionaron contra un rescate de MPS con fondos públicos, aunque sí pidieron que se compense a los preferentistas sin límite.
Un trabajo inacacabado
A finales de octubre, MPS había presentado un ambicioso plan para resolver su crisis. El banco se desharía, el próximo año, no de un tercio de sus 28.000 millones en préstamos morosos sino de la totalidad de ellos. Para ello contaría con la ayuda de un nuevo fondo “Atlante II”, extensión del primer “Atlante” que se había creado originalmente para este propósito pero que gastó casi toda su pólvora en adquirir Banca Popolare di Vicenza y Veneto Banca cuando fallaron sus respectivas salidas a bolsa en la primavera.
El plan de MPS dependía de una ampliación de capital de 5.000 millones de euros que se ejecutaría en diciembre. El Mecanismo Único de Supervisión (MUS) aprobó el plan de negocio.
Todo iba según el plan hasta el referéndum constitucional. Si Renzi lo hubiese ganado, o incluso si lo hubiese perdido por un margen estrecho, se habría mantenido en el gobierno garantizando la estabilidad política suficiente para atraer inversores extranjeros a la ampliación de capital de MPS. La incertidumbre política llevaba a suponer que el fondo soberano de Qatar, que iba a actuar como inversor de referencia en la ampliación de capital, se retiraría. Pero, paradójicamente, los mercados reaccionaron favorablemente. Subió la bolsa de Milán impulsada por los bancos. Bajó la prima de riesgo.
Mientras tanto, Renzi aceleraba la aprobación del presupuesto de 2017 en el Senado, la condición dada por el Mattarella para aceptar su dimisión que se hizo efectiva el miércoles. A pesar de las prisas, parecía que el próximo gobierno tardaría un par de semanas en formarse.
El mismo miércoles el banco más antiguo del mundo pidió al MUS permiso para retrasar su ampliación de capital al 20 de enero. De esta manera se esperaba poder evitar la escapada de los qataríes. La bolsa siguió subiendo. La acción de Monte dei Paschi, también. Según el Financial Times, la actitud de los italianos era de echar la culpa al MUS de cualquier crisis.
Pero, a media tarde del viernes, se filtró a Reuters que el MUS denegaría la solicitud de MPS, abocando su ampliación de capital al fracaso y el banco a la reestructuración o al rescate.
Una filtración que puede ser delictiva
La filtración –ni confirmada ni desmentida por el MUS– ha levantado ampollas en Italia, donde existe la convicción de que el supervisor quiere dar ejemplo con MPS. La decisión del consejo supervisor está sujeta todavía al asentimiento del consejo de gobierno del BCE, que lo considerará mediada la semana que viene.
En ausencia de reacciones oficiales, Monte dei Paschi di Siena emitió un comunicado el viernes por la noche negando haber recibido comunicación alguna de Frankfurt. Lo que la filtración sí ha conseguido es que los mercados presionen al gobierno italiano, lo que no habían hecho hasta el viernes. La filtración es suficientemente seria para que el BCE se plantee investigarla por las vías civil y penal.
La razón probable por la que el MUS rechazó la prórroga solicitada por el banco italiano es el riesgo de que el banco se quede sin liquidez antes del fin de la prórroga. Los bancos deben mantener liquidez suficiente para financiar todas sus obligaciones durante al menos 30 días. El último valor dado por MPS para su ratio de cobertura de liquidez es de 53% sobre el mínimo regulatorio, que se puede perder en menos de tres semanas. Si eso ocurriese, el MUS y la autoridad de resolución se verían obligados a intervenir para corregir la situación. Y esto podría ocurrir antes de fin de año. La filtración del viernes hace este escenario más probable.
Así que se está a la espera de varios acontecimientos inmediatos de los que no se sabe muy bien el orden: la retirada de los qataríes, la negativa oficial del BCE a la prórroga y la toma de posesión del nuevo Gobierno. Entonces el Gobierno de Gentiloni nacionalizaría MPS con una “recapitalización cautelar”.
Mientras, ya se adivina la siguiente fase de la crisis. Hay al menos tres bancos que necesitan capital adicional para deshacerse de sus préstamos morosos, igual que MPS: los ya mencionados Popolare di Vicenza y Veneto Banca, y el genovés Carige. De los cuatro bancos nacionalizados hace algo más de un año, UBI está dispuesto a adquirir tres, Marche, Etruria y Carichieti, siempre que el MUS le autorice a absorber sus créditos fiscales. Del cuarto, Carife, nada se sabe. Finalmente, Unicredit planea una inmensa ampliación de capital, del orden de 13.000 millones de euros. La primavera italiana se presenta movida.