El Corte Ingles presenta este viernes su plan para vender activos inmobiliarios no estratégicos con el objetivo de reducir en 2.000 millones su deuda. La reducción del pasivo de la compañía de grandes almacenes es una de las exigencias para subir su grado de riesgo de inversión que ahora está a niveles del bono basura.
El objetivo es desprenderse de edificios de oficinas, terrenos y algunos centros comerciales hasta reducir la deuda al menos a la mitad. A 31 de agosto de este año la deuda ascendía a 3.652 millones de euros, 347 millones menos que el año anterior según la entidad.
Con la emisión de bonos se pretende financiar el pago de un crédito puente de 1.200 millones que se tiene que afrontar a principios de 2019. En enero de este año El Corte Inglés suscribió suscrito un contrato de financiación con Banco Santander, Bank of America Merrill Lynch y Goldman Sachs por un importe máximo de 3.650 millones de euros para refinanciar su deuda. Este contrato está compuesto por un préstamo puente de 1.200 millones, a un plazo de doce meses con dos opciones de extensión hasta un vencimiento máximo de dos años; un préstamo de 1.450 millones a cinco años; y una línea de crédito de hasta 1.000 millones, a un plazo de cinco años.
Los fondos obtenidos se destinaron a reemplazar el crédito sindicado suscrito en noviembre de 2013 (con un saldo vivo de 2.153 millones), a reordenar el programa de pagarés de los trabajadores (saldo vivo de 1.315 millones) y a cubrir otras deudas menores.
Con esta situación financiera, en octubre la compañía cerró una emisión de bonos a cinco años y medio por valor de 600 millones de euros y un cupón anual del 3%. Aunque fuentes de la empresa de distribución aseguraron que “la operación fue un éxito”, la realidad es que la agencia de calificación Standard & Poor’s calificó la emisión como bono basura: una nota de BB+, es decir, títulos “especulativos” con capacidad de pago limitada, y le dio un BB a la compañía. Moody´s no fue mucho mejor,una nota de Ba1, lo que se traduce en “calidad de crédito cuestionable”.
Este jueves el gigante de centros comerciales realizó una extensión de esta emisión sacando al mercado otros 90 millones en bonos con el argumento del “interés y la demanda” que alcanzó la primera emisión y con el objetivo de que “los fondos se utilizarán para amortizar deuda”.
Con esta estrategia de financiación es necesario tener un grado de inversor superior, por lo que es necesario reducir la deuda, objetivo primordial de la compañía por el que presenta su plan de venta de activos inmobiliarios. Este plan tuvo su prólogo este martes cuando se conoció la venta de sus centros madrileños de Parquesur (Leganés) y La Vaguada (Madrid) por 160 millones de euros a la inmobiliaria Unibail-Rodamco-Westfield (URW), según publicó Cinco Días.
Los problemas de El Corte Inglés con su deuda no son recientes. Hace solo dos años, la compañía dirigida entonces por Dimas Gimeno inició una operación para poner en venta 200 activos inmobiliarios cuyo valor alcanza los 1.000 millones de euros, con la intención de reducir su pasivo. El movimiento formaba parte del Plan de Negocio que empezó en 2015, tras la entrada en el accionariado con un 10% del inversor catarí Sheikh Hamad Bin Jassim Bin Jaber Al Thani. Los problemas entre las familias accionistas que terminaron con la salida de Gimeno de El Corte Inglés frustraron el plan de negocio.
Además de las necesidades de reducir la deuda, las agencias también le exigen un plan estratégico solvente que le permita ser más solido ante la competencia digital para lo que la compañía de centros de distribución anunció solo hace unas semanas una alianza con Ali Baba.