- Reseña: El nuevo señor deudal
Introducción
Amigo lector, este libro que tiene en las manos desarrolla dos ideas, que ya es mucho. Considérelo un regalo con los tiempos que corren, y al precio al que se ha puesto todo, cosa que no está nada mal.
El primer planteamiento argumenta por qué la economía no explica nada, y la segunda parte describe cómo nos estamos acercando a una Nueva Edad Media (a partir de ahora, NEM). Al final, en la tercera parte explico cómo salvar el mundo, pero, como comprenderán, ese apartado es cortito y fácil de entender.
Si es usted fan de la economía, epistemólogo o le intriga por qué tanto Premio Nobel del ramo no da una a derechas, empiece por la primera parte. Hágalo también si es una persona ordenada, a la que no le gusta leer en plan Rayuela.
Si es fanático de las pelis de zombis, de catástrofes o sigue la serie Juego de Tronos, empiece por la segunda parte. Si es trabajador asalariado o autónomo, también le aconsejo que emprenda la lectura a partir de la mitad del libro, para que se escalofríe.
Tanto si comienza por un sitio como por otro, creo que acabará leyéndose todos los capítulos, más que nada porque ya ha pagado el libro y no estamos para desperdiciar nada.
¿Qué es la Posteconomía?
“The party is over”
Nancy Pelosi
Presidenta del Congreso Norteamericano 29 de septiembre del 2008
En una rigurosa descripcioÌn del teÌrmino, podriÌa afirmar, casi sin temor a equivocarme, que post economiÌa es lo que viene despueÌs de la economiÌa. Hasta ahiÌ estariÌamos de acuerdo. Pero ¿Porque es necesario acunÌar una palabra para designar estos tiempos en los que precisamente, la economiÌa de toda la vida, inunda toda nuestra experiencia vital? Es cierto. Pero el libro necesitaba un tiÌtulo y, despueÌs de un profundo trabajo de investigacioÌn mirando el Google, descubriÌ que este teÌrmino no estaba muy pillado. AsiÌ que la posibilidad de poner una palabra relativamente nueva en el tiÌtulo y llamar con ello la atencioÌn de ustedes, vendriÌa a ser el motivo fundamental del acunÌamiento del teÌrmino.
Aunque estaÌ tambieÌn el hecho que intentareÌ justificar (demostrar seriÌa demasiado vanidoso) de que la economiÌa claÌsica ya ha sufrido una mutacioÌn irremediable que la ha desnaturalizado hasta tal punto, que precisa una nueva categoriÌa. Por su cambio de meÌtodos, reactores y de objetivos, la economiÌa ya no hace honor a su nombre.
AsiÌ pues, la posteconomiÌa es una forma de dominio basada en el miedo y la deuda, que genera una obediencia servil a un nuevo estamento senÌorial que rige por encima de la geografiÌa, el estado y la ley. Es un poder escolaÌstico. Es postcientiÌfica y no racionalista. Funciona por exaltacioÌn e imitacioÌn. No tiene discurso, se explica con siÌmbolos y gestos. Recupera la analogiÌa y la semejanza. El pathos de la posteconomiÌa no es el progreso sino la notoriedad, el arjeÌ, el principio de fama que movioÌ a Aquiles hasta Troya.
La Post es la economiÌa que ya no se lo cree. Cuando se deja de lado toda intencioÌn cientiÌfica, toda esperanza de bienestar, toda funcioÌn instrumental y la economiÌa deviene directamente en una doctrina, en una teologiÌa, cuando se transforma en un complejo tabuÌ.
Si lo econoÌmico fuese como la Iglesia, la diferencia entre economiÌa y posteconomiÌa es la que hay entre San Francisco de AsiÌs y Alejandro VI, el papa Borgia. Entre los guisantes de Mendel y el Papa Inocencio II, aquel que proclamoÌ la primera cruzada al grito de“ Dios lo quiere!”.
Postulaba el monje Juan Escoto EriÌgena, en el cachondo y desmadrado sigo IX, que Dios se explica a siÌ mismo en la multiplicidad de la physis. Lo que eÌl llamaba “deus explicitus”. De la misma manera, la naturaleza, su caos diverso, es la manera que tiene lo posteconoÌmico de manifestarse. Ya no se trata del dios padre de MoiseÌs, arbitrista y fisioÌcrata. Ni el dios relojero de Newton que alumbroÌ con su mecanicismo y causalidad la economiÌa y el capitalismo. Nuestro nuevo dios se explica con las leyes de la biologiÌa. Vamos pues hacia una especie de panteiÌsmo en lo econoÌmico. Y si no me creen, escuchemos a Paul Krugman en La organizacioÌn espontaÌnea de la economiÌa: “Toda economiÌa dinaÌmica compleja presenta la estructura que en teoriÌa de la evolucioÌn se conoce como equilibrio puntuado, esto es, largos periodos de inactividad seguidos de cortos periodos de cambios precipitados...” Calmas y tormentas en una sucesioÌn caoÌtica, impredecible e ingobernable. La posteconomiÌa volveriÌa a invocar la fuerzas naturales con la uÌnica intencioÌn de aplacarlas, no ya de someterlas a su imperio.
En la economiÌa mandaba el ciclo, en posteconomiÌa la crisis. La economiÌa era un riÌo, la posteconomiÌa un remolino, un MaeÌlstrom. La crisis, la burbuja ya no son periodos de purga entre nuevos ciclos productivos shumpeterianos, La crisis es el arma, la catapulta con la que la econocracia asalta los viejos estados y las empresas. La crisis es una forma de guerra. Es la versioÌn financiera de la razzia, de la correriÌa medieval. Dar el harb, la casa de la guerra. Mordor, todos contra todos. Peste alta.
En la posteconomiÌa el feudo no estaÌ en la tierra, en el espacio. Se situÌa en el tiempo. Las luchas senÌoriales ya no se libran por el dominio de la tierra sino de la deuda. Y la deuda no es maÌs que tiempo enfeudado, tiempo que ya no nos pertenece. Al endeudarnos, accedemos a nuestro futuro y se lo cedemos al nuevo senÌor deudal. Por otra parte, las complejiÌsimas, relaciones clientelares devienen vasallajes. La hipoteca, el terror securitario, el temor a la epidemia y al extranjero fijan a la gente a un territorio y a un amo. Desde el punto de vista intelectual y de la academia, el acatamiento a lo real ha sustituido a la interpelacioÌn y la indagacioÌn. La dependencia de fondos, el miedo a la discrepancia y el consenso como medio conciliar de establecer la verdad, hacen que el pensador devenga en una suerte de oratores, clero dogmaÌtico cuya funcioÌn es sostener y justificar el reÌgimen senÌorial. Queda asiÌ descrito el concepto. Pasemos pues, a destriparlo y, a ser posible, descabezarlo.