El domingo se cumplió el primer lustro de la caída de Lehman Brothers. Cinco años de crisis financiera se llevaron muchas cosas por delante, pero ninguna condujo a un banquero a la prisión. El consejero delegado de Lehman, Dick Fuld, está en paro, sí, pero en mejor lugar, al menos financiero, que los millones de personas en el mundo que han perdido el trabajo a causa de aquella onda expansiva.
Las consecuencias de la quiebra fueron casi inmediatas en la economía pero todavía no han cosechado resultados en el aspecto legal. En EEUU, ninguno de los grandes banqueros de la época que llevaron entidades sistémicas (demasiado grandes para caer) ha ido a la cárcel. Se han cerrado demandas civiles, algunas millonarias, y se ha llevado a la cárcel a financieros muy menores o a delincuentes de guante blanco como Bernard Madoff. Pero los que realmente mandaban en la época (el consejero de Bear Stearns, Jimmy Cayne, el de Merrill Lynch, Stan O’Neal o el de Citigroup, Chuck Prince) han sorteado el entramado de responsabilidades penales.
El fiscal general de EEUU, Eric Holder, se comprometió a perseguir implacablemente los posibles crímenes financieros. Pero establecer la causa-efecto, entre mala praxis y pérdidas, y lidiar con los gigantes bancarios y sus decenas de abogados en nómina, ha sido más difícil de lo que el propio Barack Obama había previsto. Con todo, entre los seis mayores bancos de EEUU han pagado multas por valor de 62.200 millones de dólares (más de 50.000 millones de euros) y los cálculos dicen que pueden caer otros 25.000 millones de dólares en cerrar las demandas pendientes.
Sin embargo, gracias a la tradición estadounidense de cerrar este tipo de disputas poniendo el dinero sobre la mesa, ningún banquero ha sido obligado a pedir perdón, ni siquiera a reconocer que se habían comportado de forma equivocada en la gestión de las entidades. La complejidad de las operaciones financieras ha sido sin duda uno de los elementos que más ha frenado los procesos judiciales. Baste recordar que en la anterior crisis financiera en EEUU, en la década de los ochenta, hasta 1.000 banqueros fueron condenados.
Paradójicamente, un español ha sido recientemente detenido por ocultar pérdidas multimillonarias en un banco, en este caso, el estadounidense JP Morgan. La entidad perdió 4.600 millones de euros en 2012 en operaciones peligrosas y ahora acusa a Javier Martín Artajo de ser el responsable de aquel desfalco.
Cada país ha tenido su escándalo financiero en esta época, pero la mayoría corren idéntico resultado. En Reino Unido, al escándalo de los excesos de la City se sumó el de la manipulación del Líbor, el índice de referencia hipotecario. Un año después, y tras pagar las consabidas multas, los señores del Támesis parece que se van a librar también de procesos judiciales más serios. Con todo, la principal consecuencia de esta manipulación del mercado es la adopción de una legislación más restrictiva en el mundo bancario.
Siguiendo las conclusiones de la comisión de banca del Parlamento británico, se endurecerán las penas de cárcel para castigar la mala gestión de los banqueros. También se han limitado los bonus, en línea con las recomendaciones del G20 y lo aplicado en la zona del euro.
Acumulación de casos en España
En España también se aplicaron límites en las remuneraciones, pero las posibles consecuencias penales están todavía en marcha. El principal marasmo judicial viene de la depuración de las responsabilidades en la quiebra de las cajas de ahorro, lideradas por el caso Bankia y en parte por el fiasco de las preferentes. En mayo pasado, hasta 25 políticos estaban imputados en la caída de las cajas de ahorro. Pero en total, hasta un centenar de banqueros están ya imputados y la lista no deja de crecer.
Hace apenas diez días la Fiscalía Anticorrupción acusó a toda la plana directiva de Caixa Catalunya, incluido su expresidente Narcis Serra, de manipular las pensiones y otro tipo de remuneraciones. La fiscalía pide así la imputación de hasta 52 directivos de la caja catalana que fue una de las primeras nacionalizadas.
Además, Miguel Blesa, exresponsable de Caja Madrid, ha sido el único en pasar una noche entre rejas, aunque las consecuencias reales del caso que le llevo a Soto del Real parece que serán más bien pocas.
Con todo, hay que reconocer que la crisis financiera comenzó en España casi dos años después que en el resto del mundo, y los procesos están aún abiertos o, incluso abriéndose. Además, en España se ha logrado la primera imputación a un banquero de HSBC por blanqueo de capitales, algo insólito en el resto de Europa.