En España, los servicios de educación infantil y de atención a la dependencia son, sobre todo, para quien los puede pagar. Una encuesta reciente del Instituto Nacional de Estadística muestra que el acceso a estos servicios de cuidado es mucho mayor entre los hogares con ingresos más altos que entre las familias con un nivel bajo de renta. ¿Las consecuencias? Más desigualdad, de clase y de género.
El 43,7% de las criaturas menores de 3 años acude a algún centro de cuidado infantil. Esa cifra sube al 62,5% en el caso de las familias con ingresos altos y baja al 26,3% en los hogares con menos renta. Casi el 31% de las familias manifiesta su deseo de usar más estos servicios y expresan como motivo principal para no hacerlo el no poder permitírselo.
“La educación 3-6 años está resuelta, el problema está en el 0-3. Es un asunto que afecta directamente al empleo y a la posibilidad de empleo de las mujeres. Si no tienes oferta formal de cuidado, el cuidado es informal y femenino”, dice la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Política Social por la London School of Economics, Margarita León. Cuando los ingresos de un hogar son altos el cuidado puede resolverse, por ejemplo, contratando a una persona. Si las cuentas no salen, la solución se complica. “Hay un sesgo de clase social brutal en el 0-3 que pone de manifiesto que no está funcionando como una política redistributiva”, agrega la experta.
León coordinó el estudio de Funcas 'Empleo y maternidad: obstáculos y desafíos a la conciliación de la vida laboral y familiar'. El documento señala que la mayoría de la oferta de educación de 0-3 años en España es privada o pública, pero de gestión privada: “Las altas tarifas para la atención infantil institucional privada han creado una persistente demanda sin cubrir de las plazas públicas en todas las comunidades. Desde el inicio de la crisis económica, sin embargo, los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos han sufrido graves restricciones de financiación, recortando sus aportaciones y, por consiguiente se ha producido un fuerte incremento en las cuotas para acceder a guarderías públicas”.
Desde UGT, la vicesecretaria general, Cristina Antoñanzas, subraya que los cuidados “perjudican” el acceso al mercado laboral de las mujeres. “Si no puedes pagar una guardería la que se queda cuidando es la mujer”, dice Antoñanzas, que recuerda que en 2016 el 91% de las excedencias por cuidado las asumieron mujeres.
La encuesta sobre acceso a servicios muestra que la atención a la dependencia también tiene un sesgo de clase. El 23,2% de los hogares con más renta dispuso de servicios de cuidado a domicilio frente al 9,1% de las familias con menos ingresos. Tres de cada diez hogares con personas no dependientes que necesitaban cuidados a domicilio no los pudieron tener. La principal razón fue que no pudieron permitírselo.
El impacto en el empleo
El impacto de esta carencia para hombres y mujeres es muy diferente. La última Encuesta de Población Activa muestra que 11.200 hombres y 270.500 mujeres tienen un empleo a tiempo parcial para poder cuidar. En el primer trimestre de 2017, solo 4.100 hombres de entre 30 y 39 años trabajaban a tiempo parcial porque se encargaban también del cuidado de un menor o dependiente. En la misma franja de edad, 125.500 mujeres tenían un empleo de esas características
Las diferencias existen en todas las franjas de edad, incluso entre las más jóvenes: la EPA no detecta ningún hombre con empleo a tiempo parcial para cuidar menor de 30 años y solo 300 de entre 30 y 34 años; mientras que 16.200 mujeres menores de 30 sí están en esa situación, al igual que 45.100 de entre 30 y 34 años. Los datos sitúan, además, a España como uno de los países con más parcialidad involuntaria: más de la mitad de estas personas querrían un empleo a tiempo completo.
La solución pasa por convertir la educación de 0-3 años en universal y gratuita, pero no solo. La experta Margarita León explica que las características de la demanda de cuidados para menores de 3 años hacen que no se pueda resolver solo con más centros. “Hay que hablar también de otras medidas”, apunta León, que señala los permisos de maternidad y paternidad y la flexibilidad en el empleo como algunas de las claves.
Cristina Antoñanzas también hace hincapié en la necesidad de unos permisos que poco a poco se vayan equiparando y sean intransferibles. “O legislamos en ese sentido o los empresarios no van a ver que tener un hijo es cosa de dos”, enfatiza la líder de UGT, que defiende que la negociación colectiva tiene también mucho que decir en cuanto a la igualdad en el empleo y la conciliación.
Otra de las variables en la que se puede constatar el impacto que los cuidados tienen en el empleo de las mujeres es la razón que lleva a unos y otras a no estar en el mercado laboral, es decir, a ser lo que técnicamente se llama un “inactivo”. ¿Por qué razones las personas inactivas no buscan un empleo? 477.700 mujeres aducen que tienen que cuidar de niños o dependientes para no buscar empleo, una razón que aducen solo 28.200 hombres.