El coronavirus se ha cobrado la vida de 28.355 personas en España, según los datos oficiales, y ha infectado a unas 300.000. Pero la pandemia está dejando otros muchos daños, que se están evaluando poco a poco. Una gran encuesta entre trabajadores asalariados de la Universidad Autónoma de Barcelona y CCOO muestran importantes deterioros en la salud de los empleados, como un gran aumento de la tensión en el trabajo, de los problemas de sueño, de la inseguridad a perder el empleo o a rebajas salariales y un notable incremento en el consumo de tranquilizantes, sedantes o somníferos durante la pandemia.
El estudio 'Condiciones de trabajo, inseguridad y salud en el contexto del Covid-19' (aquí el PDF) ha contado con una numerosa muestra, de 20.328 participantes, que respondieron al cuestionario online entre finales de abril y mayo sobre sus condiciones laborales y su estado de salud durante estos meses de pandemia, desde la declaración del estado de alarma.
Casi la mitad de los trabajadores sufre “alta tensión”
Uno de los resultados del informe señala que casi la mitad de los trabajadores, un 44,3% de los empleados encuestados, enfrenta una situación de “alta tensión”, que se define como aquella “en que la persona está expuesta a altas exigencias pero tiene bajo control”. El estudio explica que es el estado más desfavorable en uno de los modelos de análisis del estrés laboral, medido en función del equilibrio entre las demandas psicológicas del trabajo y el nivel de control del trabajador sobre estas.
Uno de los responsables del estudio, Salvador Moncada, epidemiólogo e investigador de ISTAS-CCOO, ha recordado que el alto estrés laboral tiene consecuencias probadas en la salud de los empleados. Por ejemplo, ha mencionado que se estima que el 5% de los casos de enfermedad cardiovascular en España entre población trabajadora podrían ser atribuidos a la alta tensión, así como casi el 20% de los trastornos mentales.
La alta tensión es “un efecto muy claro de una organización del trabajo autoritaria, arcaica, basada en el ordeno y mando”, ha explicado Moncada, que ha recomendado modelos más democráticos en las empresas para reducir este estrés desmedido, no solo a través de la consulta de los representación de los trabajadores sino también de manera individual. “Quien mejor conoce su trabajo es quien lo hace cada día y debería tener un margen de autonomía suficiente para decidir muchas cosas”, ha defendido.
El informe subraya el gran incremento de estos datos –prácticamente se han duplicado– respecto a la última encuesta realizada por ambos organismos, en 2016, que recogía que un 22,3% de la población asalariada residente en España estaba en situación de alta tensión.
Albert Navarro, académico de la UAB y coautor del estudio, ha explicado que la intención es repetir la encuesta dentro de unos meses para valorar cómo evoluciona la salud y las condiciones laborales tras los peores momentos de la pandemia. Uno de los retos que se plantean los investigadores es mostrar no solo los problemas que han enfrentado los trabajadores durante el estado de alarma sino analizar si alguno de los daños permanece y empeora la salud de los trabajadores más allá del pico de coronavirus.
Gran inseguridad a perder el empleo y salario
El líder de CCOO, Unai Sordo, ha destacado otra de las cuestiones más relevantes del informe, la gran inseguridad laboral que dicen sufrir los trabajadores, como un factor determinante que alimenta el estrés de muchos empleados.
El 42,6% de las personas que participaron en la encuesta estaban preocupadas por la pérdida de su empleo y tres de cada cuatro (75,6%) por la dificultad de encontrar uno nuevo en caso de perder el actual. Además, el 70% de los trabajadores mostraba su temor una disminución de salario.
Sordo ha sostenido que el riesgo a los recortes salariales en los próximos meses es real y ha exigido de nuevo abordar con celeridad el desmontaje de la reforma laboral de 2012 para reformar varios elementos que permiten las acciones “más verticales, más autoritarias” en las empresas, a través de decisiones unilaterales o con muy poco espacio para la negociación en este sentido.
La escasa sensación de protección frente al contagio del virus de las personas que han acudido a sus centros de trabajo también ha sido destacada por Sordo como otro elemento de tensión. Más del 70% de las personas que han trabajado fuera de su domicilio lo ha hecho en algún momento sin las medidas de protección adecuadas, según las respuestas de la encuesta, con un dato mayor aún en el caso de las personas empleadas en las consideradas actividades esenciales, del 73,5%.
La salud de los trabajadores se ha resentido
Todos estos y otros elementos han tenido notables consecuencias en la salud de los trabajadores. Una de cada tres personas (36,7%) considera que su estado de salud general empeoró en relación al que tenía antes de que se decretara el estado de alarma. En este punto y muchos otros, se evidencia cómo la pandemia ha afectado más a las mujeres y a los trabajadores más precarios.
El deterioro en la salud es más frecuente entre mujeres que entre hombres (41,6% frente a 31,9%) y más de dos de cada cinco participantes con salarios más bajos (no pueden cubrir a menudo sus necesidades básicas) declaran haber empeorado su estado de salud durante la pandemia, “casi un 10% más que entre quienes sí cubren sus necesidades básicas”, indica el informe.
Destaca también que un 13,1% de los trabajadores que han asistido a sus puestos de trabajo afirma haberlo hecho en algún momento con síntomas compatibles con
la COVID19, como fiebre, tos, dificultad respiratoria o malestar general. Este dato es superior, del 18%, entre los empleados con sueldos bajos. Entre las causas que suelen explicar la asistencia al puesto de trabajo pese a estar enfermo, los responsables del estudio han mencionado la solidaridad para que otros compañeros no carguen con más tareas, la cuestión económica y el miedo a represalias por faltar al trabajo, entre otras.
Los problemas de sueño han sido un problema muy frecuentes de la pandemia. El 42% de las personas encuestadas manifiesta haber dormido mal “muchas veces o siempre” a lo largo del último mes y tres de cada diez (30,6%) “algunas veces”, De nuevo, los datos son peores entre las mujeres, con el 50% que asegura haber dormido mal “muchas veces o siempre” y entre las personas con salarios bajos “el 51%”.
Sordo ha destacado los datos de los jóvenes, el colectivo por edad más afectado por los problemas de sueño, a los que muchas veces se les acusa de una actitud despreocupada en esta crisis.
El informe destaca el gran deterioro en la salud mental de los trabajadores, con un “55,1% de las personas participantes” que mostró un “alto riesgo de mala salud mental”. En la encuesta de 2016, el dato era del 23,8%.
El estudio analiza este riesgo por ocupaciones y destaca que algunas de las profesiones más elementales en esta pandemia alcanzan niveles muy elevados, mayoritarios, de alto riesgo de mala salud mental: las auxiliares de geriatría y gerocultoras (73%), las auxiliares de enfermería (72%), los trabajadores de supermercados y tiendas de productos básicos (68%) y limpiadoras (67%), por ejemplo.
Se disparó el consumo de tranquilizantes y somníferos
En este contexto, los trabajadores han recurrido mucho más a fármacos para aliviar las situaciones que enfrentaban. Más de una de cada cinco personas encuestadas (21,5%) han consumido tranquilizantes/sedantes o somníferos durante el último mes. Destaca que de todas ellas, “más de la mitad” son nuevos consumidores, mientras que de las personas que ya consumían estos fármacos antes del inicio de la pandemia, “uno de cada tres aumentó la dosis o cambió a un fármaco más fuerte”.
El estudio también refleja en este punto un elemento preocupante respecto a la población más joven. Aunque el consumo es superior entre las personas mayores de 49 años (uno de cada cuatro aproximadamente), el mayor incremento respecto a la situación pre-pandemia se observa entre los jóvenes “(del 4,7% que consumía estos fármacos a más del doble en el momento de la encuesta, 11,9%).
Los autores del estudio y el líder de CCOO han destacado la relevancia de analizar todas estos problemas en la salud laboral, especialmente mejorando las políticas de prevención de los riesgos laborales, tanto para reconducir la situación como para evitar que se repliquen del mismo modo si tiene lugar un fuerte rebrote del virus.