La pandemia supuso una convulsión sin precedentes, que hizo desplomarse la economía como nunca antes. El país se paró casi por completo, salvo en lo imprescindible, y durante meses numerosas actividades permanecieron muy restringidas. Ahora, imaginen este escenario sin los ERTE, la principal herramienta de protección del empleo y las empresas durante la crisis. Un grupo de investigadores acaba de publicar un estudio para Caixabank Research en el que destacan el “importantísimo papel” que jugaron los ERTE y la protección social para evitar un incremento de la desigualdad sin precedentes.
“¿La recuperación económica está llegando a todos los bolsillos?”, se pregunta la investigación, que ha publicado el departamento de estudios de la entidad bancaria en su informe mensual de octubre. Uno de los autoores del estudio, Oriol Aspachs, lo difundía en sus redes sociales con un apunte breve: “Esta vez parece que sí”.
Con la premisa de que “la recuperación de la actividad finalmente es una realidad palpable” que se refleja ya en diversos indicadores económicos, como la mejora del empleo hasta niveles prepandemia, los investigadores se proponen abordar si “está llegando a todos” a través de los datos de desigualdad de renta. A falta de las estadísticas oficiales al respecto, que aún no están disponibles, los economistas miden la brecha de rentas gracias a la información de más de 3 millones de nóminas domiciliadas en CaixaBank. Estos datos incluyen a asalariados y desempleados, pero no han computado para el informe a pensionistas y autónomos.
Notable cambio respecto a la crisis financiera
La pasada crisis financiera es un ejemplo claro de cómo el aumento del empleo y del PIB no necesariamente se refleja siempre en una mejoría para todas las capas de la sociedad. La Gran Recesión trajo consigo un importante aumento de la desigualdad y, cuando desde 2014 comenzaron a mejorar los indicadores macroeconómicos, hicieron falta años para que esta se redujera y lo hizo muy lentamente. De hecho, la pandemia irrumpió en 2020 y los niveles de desigualdad (medidos con el indicador Gini) no habían logrado retornar a niveles precrisis, como muestra el siguiente gráfico del estudio.
Los investigadores ilustran dos medidas: la desigualdad de renta antes de tener en cuenta las transferencias del sector público (Gini-pre), así como la desigualdad teniendo en cuenta las transferencias que realiza el sector público (Gini-post). La protección social que se ha tenido en cuenta son las prestaciones y subsidios por desempleo, y en esta ocasión también los ERTE, explican a elDiario.es Josep Mestres y Alberto Graziano, coautores del informe.
¿Qué ha ocurrido en la crisis por la COVID-19? El estudio muestra un enorme aumento de la desigualdad (de 10 puntos entre los meses de febrero y abril), ante un desplome de la economía también sin precedentes. Pero en esta ocasión hay dos importantes novedades respecto a la pasada recesión: la desigualdad ha quedado mucho más amortiguada por la protección pública, como ilustra el indicador Gini-post en el siguiente gráfico, y además esta se está reduciendo mucho más rápido.
Un año después de la irrupción de la pandemia, la desigualdad todavía es mayor a la que existía antes de la emergencia sanitaria, advierten los investigadores, pero esta ha mermado con mucha más velocidad que en la década pasada, cuando se necesitaron años para reducir la brecha en términos similares.
Hay que recordar que desde las ONG como Oxfam Intermon advertían en plena pandemia de que la COVID también era un “virus de la desigualdad”, ya que los contagios impactaban más en barrios más humildes y la crisis derivada estaba resintiendo más la economía de los que menos tenían.
Un reciente estudio de los economistas Mónica Martínez-Bravo (CEMFI) y Carlos Sanz (Banco de España) pone cifras a esto último: la pandemia desplomó mucho más los ingresos de los que menos tenían respecto al resto. En concreto, cuatro veces más, del 7% al 28% entre el grupo del 20% de población más rica y la más pobre, respectivamente.
Los salvavidas: protección social y empleo
Los economistas responsables del estudio de Caixabank Research concluyen que se pueden identificar ya varios elementos que evitaron que la desigualdad se incrementara mucho más en esta pandemia.
“La actuación de las Administraciones Públicas jugó un papel importantísimo en esta crisis. En los meses más duros de la pandemia, abril y mayo del pasado año, las prestaciones de paro y, sobre todo, las transferencias realizadas a trabajadores que estaban en ERTE amortiguaron el 80% del incremento de la desigualdad salarial”, reza el informe. Durante los últimos meses, “las transferencias públicas aún compensaban alrededor del 56% del aumento de la desigualdad salarial”, añade.
Además, el informe subraya el valor de la protección social para hacer desaparecer prácticamente las diferencias en el aumento de la desigualdad entre las distintas Comunidades Autónomas, alimentada por las diferencias en el modelo productivo y por las restricciones a la movilidad, apuntan los autores.
La investigación además defiende que el empleo es “el factor más importante para reducir la desigualdad” en España, tanto en esta crisis como en la financiera. Dado que la recuperación de los puestos de trabajo perdidos por la pandemia está siendo bastante rápida y que los ERTE “hibernaron” muchos puestos protegiendo a sus trabajadores, la desigualdad no ha escalado todo lo que podría haberlo hecho y se está reduciendo con más velocidad.
No está todo hecho, ni mucho menos. La desigualdad, que ya era alta en España, sigue por encima de antes de la pandemia y las organizaciones sociales alertan de que la pobreza se ha incrementado por el lado de los más vulnerables, según las situaciones de emergencia social que atienden.
“Mejorar la empleabilidad de los trabajadores para que nadie se quede atrás así como aumentar su 'intensidad' en el empleo son las herramientas claves para que el aumento en la desigualdad no se convierta en una cicatriz permanente de la pandemia”, recomienda el informe.