“En la mesa de discusión que estamos teniendo, se habla de herramientas antiguas. Y con herramientas viejas con anteojos viejos, no podemos afrontar los desafíos de hoy”. Así resumía en eldiario.es el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, lo que está ocurriendo en las negociaciones en la UE para dar una respuesta acorde con la crisis total del coronavirus.
Y esa es la clave: usar herramientas e instrumentos alumbrados en la crisis de 2008 –y no nuevos, como los eurobonos–, que era una crisis financiera y de deuda que no golpeó a todos los países por igual, y con la misma mirada de entonces, cuando se abordó con los recortes de la troika. Tanto para el momento actual como para la recuperación posterior –el plan Marshall que pedía España–, las dos fases de esta crisis.
Así, el paquete completo que está encima de la mesa, con vistas a ser negociado en el Eurogrupo del martes –reunión de los ministros de Finanzas de la eurozona–, en estos momentos se queda cojo para España, Italia y Francia, además de que se limita a la primera fase de la crisis, la del momento actual.
Por un lado, está el reaseguro de empleo anunciado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, de 100.000 millones para ayudar en los ERTE y bautizado como SURE. Es un reaseguro que ha saludado España, pero que se queda corto con respecto a la ambición expresada por el Gobierno español, en tanto que es limitado a los tiempos de la crisis de coronavirus.
Por otro lado, está el Banco Europeo de Inversiones, que ha propuesto crear un fondo de garantía de 25.000 millones de euros que permitiría movilizar hasta 200.000 millones. Este fondo de avales se sumaría al acordado a mediados de marzo por valor de hasta 40.000 millones de euros.
Los fondos del BEI se destinarían a facilitar préstamos puente, periodos de carencia y otras medidas para aliviar la falta de liquidez de pequeñas y medianas empresas (pymes), y para las empresas de mediana capitalización (midcaps).
Y, por último, está el punto de fricción respondido con el plante de España e Italia en la última cumbre de líderes de la UE. Que tiene que ver con el fondo de rescate europeo, el MEDE (Mecanismo de Estabilidad Europeo). El MEDE tenía la función de prestar dinero a países que necesitaran ser rescatados –como Grecia, como España con la banca– a cambio de reformas: es decir, recortes de servicios públicos, pensiones, salarios públicos, subidas del IVA, etc.
El MEDE responde al paradigma de una crisis financiera y de imposibilidad de acudir a los mercados financieros por tener una prima de riesgo desbocada: la crisis de 2008, que se quiso resolver por la vía de los reequlibrios macroeconómicos de los países, lo que en la UE llaman Semestre Europeo y Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Es decir: un déficit por debajo del 3% y una deuda pública por debajo del 60%.
¿Pero qué ocurre ahora, argumentan España, Italia y Francia? La crisis del coronavirus no es financiera, no es atribuible a desajustes macroeconómicos de los países –al contrario, se produce en un momento de economías relativamente saneadas–, afecta a todos los países europeos y del mundo y debe tener una respuesta específica y en dos fases: una primera para responder a la crisis sanitaria y la caída en picado de la economía y una segunda de recuperación.
Pero para Alemania y Holanda es una crisis que no requiere instrumentos nuevos –no quieren ni oír hablar de eurobonos– y, en tanto que es así, hay que aplicar las normas que rigen los instrumentos existentes.
Bueno, Holanda sí que propone un nuevo instrumento, una suerte de conferencia de donantes como fondo sanitario para España e Italia en forma de “regalo”. Y Portugal ha tachado de “repugnante” la actitud holandesa en esta crisis.
El dinero del MEDE, que tiene hasta 410.000 millones de euros para prestar, debe ir acompañado de un memorandum –MoU–, de condicionamientos económicos –reformas– y, por tanto, del estigma de país rescatado e intervenido. Y la pugna está por que esas condicionalidades económicas sean inexistentes.
Para España, la condicionalidad no debería tener que ver con sacrificios económicos. “Es evidente que, si se ajustan los instrumentos disponibles para responder a la emergencia del coronavirus, la condicionalidad tiene que estar relacionada con la financiación de la respuesta a dicha emergencia”, decía la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, este domingo en El País.
“Les hemos dicho a todos los países: 'Gasta el dinero y salva la vida de las personas'. Pero si no garantizamos la deuda que todos los países tendrán, nos encontraremos en una situación de quiebra de los presupuestos nacionales”, decía Sassoli en eldiario.es.
En efecto, la Comisión Europea activó dos herramientas poderosas para liberar a los países de los férreos márgenes fiscales: la cláusula de escape del Pacto de Estabilidad, que permite a los países saltarse los límites de deuda, y la mano ancha con las ayudas estatales a las empresas. Mientras, el BCE ha movilizado casi un billón de euros para rebajar las primas de riesgo de los países y facilitar, asimismo, su endeudamiento.
Pero, ¿qué pasa luego con esa bolsa de deuda que se va a acumular? ¿Y qué va a pasar si el dinero que se presta va de la mano de sacrificios económicos en pleno tsunami por una pandemia?
El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, está proponiendo a los países un instrumento especial contra el coronavirus de 80.000 millones de euros, al que cada país podría acceder según su contribución al MEDE. En este caso, España, con un 11,8% de cuota en el MEDE, podría acceder a 9.440 millones. Este fondo tendría muy pocas condicionalidades y podría ser del agrado de España, si no fuera por lo escaso de su tamaño.
Y es que, junto a este instrumento de 80.000 millones con pocas condicionalidades, se viene hablando ya desde el anterior Eurogrupo de unas líneas de crédito del MEDE de hasta el 2% del PIB de los Estados miembros. Es decir, España tendría derecho a recibir hasta 25.000 millones. ¿El problema? De nuevo, que es una cantidad insuficiente y, además, si no se cambia el procedimiento habitual de funcionamiento del MEDE sería necesario un memorando de entendimiento –MoU–. Es decir, una suerte de rescate con condiciones fiscales y reformas estructurales.
El vicecanciller y ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz (SPD), ha afirmado recientemente que los créditos del MEDE “pueden hacerse sin Troika”.
“Desde mi punto de vista es especialmente importante asegurar que si un país dice que quiere usar estos fondos, que no haya un montón de delegados que vayan allí y pasen primero semanas discutiendo con ellos cómo deben cambiar sus políticas económicas en los próximos años”, dijo Scholz.
Pero, ¿cómo se traduce el “no hace falta la Troika” en términos de relajar las condicionalidades del MEDE? Es lo que falta por concretar en las próximas horas.
“Desde el punto de vista del Gobierno federal la discusión debe centrarse en instrumentos a los que se pueda recurrir de forma rápida”, dice un documento que prepara el Ministerio de Finanzas para la próxima reunión de los ministros del Eurogrupo al que ha tenido acceso Der Spiegel.
Los coronabonos, según el documento, no están entre esas herramientas ya que sentar las bases jurídicas para su creación “podría tardar dos años” mientras que al MEDE se puede recurrir de forma casi inmediata. “El MEDE está a disposición en la actual crisis. Una línea de crédito preventiva del MEDE podría contribuir a estabilizar el acceso a los mercados de algunos miembros de la eurozona”, añade el documento.
El propio director del MEDE, Klaus Regling, publicaba un artículo en 15 periódicos europeos este viernes en el que, lógicamente, defendía la idoneidad de su institución, incluso para emitir deuda: “Estas tres instituciones [el BEI, la Comisión y el MEDE] han emitido deuda mutualizada, es decir, deuda europea, desde hace muchos años. Los tres proporcionan financiación a tasas de interés muy por debajo de los costes de la mayoría de los estados miembros de la UE y han demostrado ser efectivos y exitosos, incluso en circunstancias adversas. Y podrían hacer más en este momento”.
“En este momento”. Esa es otra clave. Porque hay dos momentos: el de la caída libre y el de la recuperación. Y el diseño de ese segundo momento, el de la recuperación, ha sido encomendado a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien quiere abordarlo a través del presupuesto de la UE 2021-2027, pendiente de negociar, y que supone 1,1 billón de euros –el PIB anual de España– para 27 países a lo largo de 7 millones con partidas muy estancas, y al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Y para la recuperación, para enjugar todo ese pico de deuda que se va a producir irremediablemente, España e Italia no renuncian a los coronabonos, a la mutualización de esa deuda que acumularán todos los países de la UE, ya sean cigarras, frugales, halcones o amigos de la cohesión. Madrid y Roma no renuncian a una batalla que saben que tienen perdida mientras Berlín no levante el veto. Y no parece que eso vaya a pasar.
“EspanÌa no va a renunciar a los eurobonos”, decía este sábado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, “porque esta deuda, esta crisis económica y su impacto en nuestras cuentas públicas, tiene que ser comunitaria porque está afectando al conjunto de la Unión Europea”.
“Que podamos alumbrar un fondo de desempleo europeo complementario a la prestación por desempleo que nosotros tenemos en nuestros países sin duda alguna será un éxito [el programa SURE de la Comisión]. El que podamos volcar todos los recursos de los fondos estructurales, sin condicionalidad, en aquellos países que teníamos asignados esos fondos estructurales pues será también una gran noticia [un total de 37.000 millones, a España le corresponden 4.145 millones]. El que podamos establecer líneas precautorias en el mecanismo de estabilidad económica, sin ningún tipo de condicionalidad, será también una extraordinaria medida. Pero que nadie se equivoque, el Gobierno de España va a trabajar, va a defender y nunca va a renunciar a los eurobonos, porque eso es solidaridad, eso es Europa y desde luego la determinación del Gobierno de España en esto es total y absoluta”.
Una alternativa a los eurobonos vinculados al coronavirus es el fondo propuesto por Francia, “excepcional y de carácter temporal”, cuya función sea acelerar la recuperación de la economía de la UE una vez superada la fase crítica de la crisis sanitaria. “Las reglas políticas de Europa tratan de la solidaridad, tratan de la seguridad, de la dignidad humana (...) Estas son las reglas a las que debemos volver”, ha defendido el ministro francés de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, quien ha apuntado que este instrumento paneuropeo tendría la capacidad de emitir deuda con la garantía común de los países miembros que será servida mediante contribuciones nacionales o mediante un impuesto de solidaridad de carácter nacional.
“Hace falta un plan de estímulo postcrisis”, ha defendido, al tiempo que ha expresado la necesidad de que Europa haga uso de todos los instrumentos a su disposición, señalando entre las opciones encima de la mesa la activación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) con una condicionalidad “light” y sin “estigma para ningún país”.
Mientras, los contactos entre todas las capitales no cesan hasta la reunión del martes del Eurogrupo. El Gobierno español, de momento, evita dar el visto bueno a la propuesta de Centeno mientras estudia el monto del dinero que se movilizaría del MEDE, hasta qué punto se suprimen las condiciones, hasta qué punto cumpliría la función de mutualizar una parte importante del riesgo que supondrán las medidas para afrontar la crisis y hasta qué punto se plantean medidas adicionales para mutualizar el riesgo a la hora de financiar políticas que permitan sacar a la UE de la crisis en la que la sumirá la epidemia.
“Vamos a proponer un nuevo paquete para defender la zona euro y la UE”, explicaba el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, en una entrevista con varios medios internacionales, entre ellos El País: “Hemos trabajado en tres redes de seguridad: para la deuda soberana, para las empresas y para los trabajadores. Debe ser un plan lo más integral posible para todos los sectores de nuestra economía. Estamos trabajando en una línea de crédito abierta a todos los países de hasta 240.000 millones de euros. Será una nueva línea de defensa. Segundo, tenemos una propuesta del Banco Europeo de Inversión (BEI) con una garantía paneuropea de hasta 200.000 millones. Los detalles no están acabados, pero será para la UE y sobre todo para pequeñas y medianas empresas. Además, la Comisión presentó el jueves la medida de 100.000 millones de euros para crear una red de seguridad para sistemas de protección de empleo. Estas tres medidas representan una malla de protección de alrededor de medio billón de euros”.
Y, en cuanto a la condicionalidad del MEDE, añadía: “El MEDE está preparado, o lo estará, para desacoplar sus líneas de crédito de la lógica de la crisis de la deuda soberana. Esto está muy claro. No tiene sentido vincular la crisis provocada por esta pandemia a programas de privatizaciones o a reformas laborales, por ejemplo. Las condiciones deben estar relacionadas con el coronavirus y, a largo plazo, el Estado miembro beneficiario debe volver a una posición estable, a una senda sostenible. Esto está diseñado así con un fin, que es evitar cualquier estigma hacia los países y respetar el gran sufrimiento que están pasando nuestros ciudadanos con los más de 50.000 fallecidos ya en esta crisis, pero también a raíz del sufrimiento económico y social que conlleva. Si no lo respetamos, no estaremos honrando el legado de los padres fundadores de Europa en los últimos 70 años. Y será un gran error”.