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España se juega en la cumbre europea la recuperación tras la crisis frente al bloqueo de Holanda

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
16 de julio de 2020 21:57 h

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“Los holandeses quieren los tirantes y el cinturón”, dice una fuente europea con ironía, intentando ilustrar hasta qué punto Países Bajos está bloqueando la aprobación de un fondo fundamental para salir del descalabro económico en el que se encuentra la Unión Europea y, en especial, los países más golpeados por el coronavirus, como España o Italia.

Holanda y sus socios, autodenominados frugales –Austria, Dinamarca y Suecia– discuten el monto del presupuesto plurianual para 2021-2027 –que se menor de los 1,074 billones que recoge la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel– y la composición del fondo de recuperación, de 750.000 millones –de los cuales 560.000 son del nuevo instrumento de recuperación y 190.000 están repartidos en el presupuesto–; dividido entre 500.000 en transferencias o subvenciones y 250.000 en préstamos.

En total, España aspira a unos 140.000 millones –77.000 en subvenciones y 63.000 en préstamos, grandes rasgos–, teniendo en cuenta que las previsiones de Bruselas son que se acabe el año con una caída del 10,9% del PIB, siempre y cuando una segunda ola no agudice el descalabro.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha entrado a las 10.00 al edificio Europa del Consejo Europeo donde se celebra la cumbre de líderes de la UE, y ha afirmado: “Estamos todos obligados a llegar a un acuerdo que tiene que plantear un fondo de recuperación que transforme las economías para hacerlas más resilientes, más verdes y más digitales, con la cohesión social y territorial como objetivo”. 

El presidente del Gobierno ha asegurado que “España acude a esta cumbre con el ánimo de llegar a un acuerdo, de defender nuestros intereses nacionales, como es el caso de la agricultura, y sobre cómo concebimos la gobernanza, donde están las políticas en las que se tiene que centrar el fondo y el presupuesto de la UE, pero con un ánimo constructivo de llegar a un acuerdo”.

Pero, más de 180.000 muertos después en la UE, desde que estalló la pandemia del coronavirus, la situación permanece bloqueada, con Holanda como el país más duro en las negociaciones. “Prácticamente hay 22-23 países que están conformes con la propuesta”, explica una fuente diplomática, aludiendo a la oposición de los frugales más Finlandia, “pero el más intransigente es Holanda”.

Y es que el primer ministro holandés, Mark Rutte, no sólo discute la composición del presupuesto y el fondo de recuperación, sino que está reclamando unas exigencias en su gobernanza inéditas en la gestión de cualquier fondo de la UE. “Nosotros no queríamos que la Comisión Europea fuera a los mercados para endeudarse y luego repartir dinero en subvenciones, no en préstamos”, afirman fuentes holandesas, “pero en tanto que eso va a ser así, la experiencia nos dice que la Comisión Europea no ha aplicado las reglas fiscales por igual a todos los países. Por tanto, queremos que el Gobierno holandés y el Parlamento holandés vigilen que se cumplen las condiciones para conceder el dinero”.

“Los detalles valen cientos de miles de millones”

“Los detalles valen cientos de miles de millones”, explica una fuente comunitaria, dando idea de lo que está en juego en una cumbre puesta en jaque por el bloqueo holandés por su posición en torno de la gobernanza del fondo de recuperación: “Países Bajos está en una posición, por decirlo así, en algunos temas única, sobre todo en el tema gobernanza”, explican las fuentes: “El resto de frugales no comparte la visión de los Países Bajos de pedir la unanimidad a diestro y siniestro”.

De acuerdo con la propuesta que está sobre la mesa, del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la gobernanza del fondo es así: un Estado miembro prepara un plan de reformas con el que pide un dinero a la Comisión Europea, que lo analiza y, posteriormente, pasa al Consejo Europeo, a los gobiernos, que deben aprobarlo por mayoría cualificada. España es más partidaria de la mayoría cualificada inversa, mientras que Holanda defiende la unanimidad.

Según la propuesta de Michel, la financiación debe ir a reformas vinculadas con el semestre europeo –el mecanismo de gobernanza económico del Ejecutivo comunitario, que incluye límites fiscales de deuda y déficit ahora desactivados–, las prioridades estratégicas europeas –transición ecológica y digital–, las recomendaciones de país que hace periódicamente la Comisión Europea a los 27. Pues bien, Holanda quiere que el dinero circule en la medida en que sean efectivas esas reformas.

El primer ministro holandés, Mark Rutte, señalaba esta semana en el Parlamento holandés a los países que necesitan el fondo de recuperación por el descalabro económico, como España e Italia, de no haber hecho “reformas en los últimos treinta años”, para justificar una condicionalidad “estricta” a cambio del fondo anticrisis. Rutte se refería a reformas en el mercado laboral y en el sistema de pensiones que, según el primer ministro holandés, ya han sido reclamadas por la Comisión Europea. “Solo tienen que hacerlo”, decía Rutte en el Parlamento holandés, donde auguró que será “muy difícil” llegar a un acuerdo este fin de semana. Para recibir los subsidios, “los países deben adoptar las reformas propuestas por la Comisión Europea”, dijo Rutte, quien defendió que Países Bajos pueda verificar que las reformas se aplican cuando se transfiere el dinero.

“Están hablando de una nueva unanimidad eventual que pudiera ocurrírsele a alguien para poner en marcha los programas de gasto una vez aprobados los planes nacionales”, explican fuentes diplomáticas: “Que haya también una discusión política parece que puede generar no solamente una dificultad de aprobación o no, sino también retrasos innecesarios para unos gastos que deben estar comprometidos en muy poco tiempo”.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llegará este viernes a la cumbre de Bruselas, que puede prologarse todo el fin de semana y acabar sin acuerdo, después de celebrar un homenaje a las víctimas de la pandemia al que han asistido los máximos representantes de las instituciones europeas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; y el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.

“Si retrasamos la respuesta vamos a retrasar la recuperación”

“Espero llegar a un acuerdo en julio, lo necesitamos. Si retrasamos la respuesta vamos a retrasar la recuperación. Todos tenemos que hacer un esfuerzo para llegar a ese acuerdo. Es importante mandar un mensaje a los ciudadanos, mercados y el resto del mundo”, ha dicho este miércoles el presidente del Gobierno junto con el primer ministro sueco: “Evidentemente, todos tendremos que hacer renuncias para poder llegar al acuerdo, porque lo importante es que demos una respuesta común”.

Es decir, “una inyección muy robusta de programas muy sólidos, bien financiados, para que realmente lo que estamos poniendo en marcha tenga el efecto de recuperación, resiliencia y de reforma que todos buscamos”, según fuentes españolas.

“Yo creo que el acuerdo es perfectamente posible este fin de semana, pero me puedo equivocar porque en este debate hay cosas que no son europeas, y los debates no europeos en un contexto europeo producen muchas veces consecuencias impredecibles”, explica otra fuente diplomática: “Por la importancia del tema, por el grado de acuerdo general en muchos de los elementos, por las consecuencias de un no acuerdo, incluso aunque sea posponiendo unos días y, sobre todo, por la enorme dificultad que entraña reunir también a los líderes nuevamente en estas condiciones, todo apuntaría a que pudiéramos llegar a un acuerdo. No es tan fácil decir que no con todas estas circunstancias acumuladas. Dicho esto, no excluyo en absoluto que no lo haya”.

“Vamos a hacer un poco de memoria”, dice una fuente holandesa, “en un Eurogrupo tomamos la decisión de movilizar 540.000 millones, de los cuales 240.000 son préstamos ventajosos a través del MEDE [mecanismo de rescates de la UE] sin ninguna condicionalidad. No es la troika, no hay condiciones. ¿Y alguien lo ha solicitado? No. Así que no debe haber tanta urgencia. No entiendo ese rechazo a recurrir al MEDE que tienen algunos países”.

Países Bajos argumenta que es un “elemento democrático” tener capacidad de veto a las partidas del fondo anticrisis. “Pero que se puede perseguir con una unanimidad o una supermayoría?”, se pregunta una fuente diplomática: “Porque, claro, lo que uno ve cuando lo ve desde La Haya, a lo mejor si lo ve desde Budapest tiene menos gracia. Y, claro, si uno decide que lo que uno puede bloquear a los demás se convierte en lo que los demás le pueden bloquear a uno, pues a lo mejor ya empieza a pensarse que es complicado. No hay más que ver lo que ha pasado en algunas cuestiones relativas al Estado de derecho, por ejemplo”.

En efecto, además de las condicionalidades económicas, la propuesta de reparto tiene en cuenta el respeto a las normas democráticas y valores de la UE, que tan a menudo pone en riesgo el Gobierno de Viktor Orbán (Fidesz/PPE). “Fiarse mucho de que uno tiene una capacidad que los demás no tienen y, por tanto, alimentar el arsenal propio pensando que los demás no lo van a utilizar es un poco un poco suicida. Los ponentes de esas mayorías calvinistas deberían pensar que a lo mejor otras religiones podrían utilizarlo en su contra”.

Pero, ¿habrá acuerdo este fin de semana? “Ha sido una dura semana”, dice una fuente comunitaria, “pero no estoy deprimido. Soy realista. Estamos convencidos de que se puede lograr un acuerdo. Pero aún hay diferencias entre loa 27”.