La explotación sexual genera el 66% de las ganancias que proceden del trabajo forzoso

21 millones de personas en el mundo son víctimas de alguna forma de trabajo forzado, y algo más de la mitad (el 55%) son mujeres. La mayor parte de las víctimas sufren explotación laboral, sin embargo, las ganancias más elevadas proceden de la explotación sexual, según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre trabajo forzado.

El 68% de las personas que padecen trabajo forzoso son explotadas laboralmente en sectores como la agricultura, la construcción, el trabajo doméstico o la industria. Su trabajo genera 51.000 millones de dólares de ganancias. Por el contrario, el 22% son víctimas de la explotación sexual comercial, un porcentaje menor que, sin embargo, genera unas ganancias mucho más elevadas: 99.0000 millones, lo que supone dos terceras partes de los beneficios que proceden del trabajo forzoso.

El organismo calcula que las ganancias totales obtenidas por el uso del trabajo forzoso en la economía privada suponen 150.000 millones de dólares dal año. La mayor parte se generan en Asia y proceden de la explotación sexual que tiene lugar en el continente.

“Las ganancias per cápita son más altas en la explotación sexual comercial, lo cual puede explicarse por la demanda de estos servicios y los precios que los clientes están dispuestos a pagar, por la poca inversión de capital y los bajos costos operativos asociados con esta actividad”, explica el informe.

El trabajo doméstico es uno de los nichos donde tiene lugar la explotación laboral de miles de personas, la mayoria mujeres. La OIT apunta que los hogares que emplean a trabajadores domésticos en condiciones de trabajo forzada ahorran unos 8.000 millones de dólares al año por no pagar salarios o pagar menos de lo debido a estas personas. De media, perciben un salario que supone el 40% del que deberían recibir.

La causa principal: pérdida de ingresos

¿Qué hace a las personas vulnerables ante el trabajo forzoso? El estudio apunta a una causa fundamental: las pérdidas imprevistas de ingresos. A pesar de las diferencias entre países y entre condiciones económicas, la OIT subraya que los hogares pobres, que apenas pueden afrontar una crisis de ingresos o que viven en la pobreza alimentaria, son especialmente vulnerables.

“En presencia de este tipo de crisis, los hombres y las mujeres sin redes de protección social tienden a pedir préstamos para satisfacer sus demandas mínimas de consumo a aceptar cualquier trabajo para sí mismos o para sus hijos, aún bajo condiciones de explotación. Esto puede resultar en una fuente de dependencia de sus acreedores, reclutadores o empleadores sin escrúpulos, quienes sacan provecho de su situación de vulnerabilidad”, asegura la organización.

La OIT insta a fortalecer la legislación y las políticas contra el trabajo forzoso y la trata de seres humanos, así como a reforzar la inspección de trabajo y mejorar la protección social de las personas. El organismo señala que deben abordarse los factores de riesgo específicos y las causas económicas que están en el origen de la trata de personas. “Esto debería estar asociado con un sistema rápido de identificación de las víctimas y de su protección eficaz”, recuerda el informe.