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El caso Deliveroo o cómo los falsos autónomos son la cara precaria de lo que llaman emprendedores

Los repartidores de Deliveroo han celebrado su primera huelga: reclaman mejoras laborales, como un mínimo de pedidos y horas garantizadas al mes. De fondo, sin embargo, late otro conflicto, el de si en lugar de ser autónomos deberían ser trabajadores asalariados contratados por la empresa.

Los llamados falsos autónomos están a la orden del día, también en sectores tradicionales, como los de seguros, diseño gráfico o transporte. En total, hay en España ya 3,3 millones de autónomos, prácticamente la misma cifra que en pleno boom de 2008 cuando el empleo asalariado aún está a casi cuatro años de alcanzar el nivel previo a la crisis. Los ritmos de crecimiento del trabajo por cuenta ajena se dispararon en los inicios de la actividad económica. En 2014, se afiliaron prácticamente tantos trabajadores por cuenta ajena como por cuenta propia. Pero a este colectivo, que algunos califican como emprendedores, se han apuntado por necesidad miles de trabajadores que han encontrado así la única forma de tener unos ingresos.

¿Qué es un falso autónomo? Trabajadores que están bajo la dirección de una empresa, no tienen medios propios y no pueden decidir unilateralmente sus vacaciones pero que, sin embargo, se hacen cargo de su propia Seguridad Social. “Las empresas se libran de asumir la cotización y se ahorran ese coste”, explica Sergio Pérez, que forma parte de la directiva de la asociación de autónomos Uatae. 

Es difícil conocer cuántos falsos autónomos hay en España. El Instituto Nacional de Estadística, a través de la Encuesta de Población Activa, estimó hace unos años que hasta 150.000 personas podrían estar en esa situación. Más allá de compañías concretas, el fenómeno está extendido en sectores como el de seguros, el comercial, el transporte, el diseño gráfico o el periodismo. 

Aunque el foco está en las empresas de la nueva economía, la Inspección de Trabajo ha encontrado irregularidades en grandes compañías. En 2016, Gas Natural fue obligada a dar de alta a 146 comerciales que trabajaban como falsos autónomos después de que la inspección encontrara indicios de fraude en las condiciones laborales de la subcontrata de una subcontrata de la multinacional. Los afectados no cobraban un salario, sino que percibían una comisión por cada cliente, corrían con todos los gastos y Gas Natural les fijaba el horario y las vacaciones. 

Hace dos años, otra gran empresa, Movistar, vio que cientos de instaladores que trabajaban para sus contratas y subcontratas secundaron una huelga por la mejora de sus condiciones laborales. Muchos denunciaban ser falsos autónomos y cobrar salarios de 800 euros de los que tenían que descontar la Seguridad Social. 

Sergio Pérez puntualiza, sin embargo, que hay que diferenciar entre la figura del falso autónomo y los llamados autónomos económicamente dependientes (TRADE). Estos últimos están reconocidos por ley y tienen unas características especiales: facturan solo para una empresa o bien el 75% de toda su facturación depende de solo un cliente. “Son un híbrido entre el asalariado y el autónomo, pero se les reconoce como autónomos”, explica Pérez. 

Por su situación particular el Estatuto del Trabajo Autónomo les reconoce más protección. Tienen, por ejemplo, derecho a 18 días de vacaciones pagadas. Los autónomos puros, por decirlo de alguna manera, pueden coger vacaciones pero no tienen derecho a que sean pagadas.

Las empresas están obligadas a registrar con estas personas un contrato de autónomos económicamente dependiente que sirva para reconocer su situación y sus derechos. La fórmula, sin embargo, no funciona: actualmente hay solo unos 10.000 registrados. Con la EPA en la mano Uatae calcula que hay unas 300.000 personas con estas condiciones, es decir, 290.000 no tendrían reconocida su condición de TRADE.

“Es un menoscabo de sus derechos. Muchas veces la empresa no lo comunica porque les sale mejor así y mucha gente no sabe ni siquiera que existe esta figura y que tienen derecho a ella”, señala el miembro de Uatae, que reclama una mejor definición legal de la figura, más difusión y más inspecciones de trabajo.