La falta de rentabilidad de las telecos redefine el sector estratégico de las grandes operadoras en España
Comprar unas entradas para el cine, ver un partido de fútbol, el teletrabajo o avances tecnológicos como detección temprana de incendios u operaciones quirúrgicas. Todas estas actividades tienen algo en común y es que necesitan del servicio de una operadora de telecomunicaciones. Un sector estratégico, por tanto, que vive en España un momento de cambio de propietarios, fusiones y búsqueda de rentabilidad. Un aluvión de operaciones se suceden tras años de crisis de esta industria.
Las tres grandes operadoras en España (Telefónica, Orange y Vodafone) vienen sufriendo en sus resultados los efectos de la baja rentabilidad del sector, de la que culpan al empuje de empresas de bajo coste como MásMóvil, Digi y otras. Ahora, el trío de operadoras vive sacudidas internas que están llamadas a cambiar el futuro de su actividad en el país. Todas están inmersas en operaciones que transformarán su accionariado.
Solo este martes se han producido dos noticias de calado entre las telecos. Vodafone ha acordado con Zegona la venta de su filial en España por 5.000 millones de euros tras anunciar hace meses que quería desprenderse de ella. Por su lado, el Estado entrará en Telefónica a través de la SEPI un cuarto de siglo después de su privatización para hacer frente al desembarco saudí en su accionariado. A ello se suman Orange y MásMóvil, pendientes de Bruselas para cerrar su fusión.
Todas estas operaciones tienen un germen común: empresas que arrastran problemas de negocio, una gran deuda, un valor de mercado en declive y activos de infraestructuras que sí cuentan con el apetito inversor de los fondos. Sin embargo, cada una tiene una naturaleza distinta.
Telefónica fue el monopolio estatal hasta su privatización a finales de los noventa y la creación de nuevas operadoras privadas. La deuda gigantesca que acumuló tras años de inversiones ha lastrado su valor en Bolsa desde hace tiempo. En este contexto, el Estado saudí anunció en septiembre su desembarco en el accionariado de Telefónica con el objetivo de alcanzar el 9,9%. Esta entrada abría múltiples interrogantes, como el hecho de que un Estado extranjero se hiciera con una empresa estratégica con múltiples contratos con Defensa.
Tras tiempo de especulación sobre las medidas que podría tomar el Gobierno para contrarrestar la inversión de Arabia Saudí en Telefónica, este martes se ha conocido que la SEPI comprará acciones de la operadora casi tres décadas después de su salida. La sociedad estatal no ha concretado su aspiración ni el calendario para lograr un núcleo fuerte que contrarreste el eventual poder saudí en el accionariado. No es algo novedoso en el sector en Europa, ya que en países como Francia (Orange) o Alemania (Deutsche Telekom) el Estado participa en compañías de telecomunicaciones.
Al mismo tiempo que la SEPI reconocía unos rumores que el Gobierno había enfriado horas antes a preguntas de la prensa, Vodafone anunciaba el final de un proceso que se ha prolongado durante casi medio año. La operadora británica anunció la venta de su negocio en España al fondo Zegona, en una operación valorada en 5.000 millones de euros.
Salida de Vodafone tras 25 años
Esta es una operación corporativa de calado ya que supone la salida de Vodafone de España casi un cuarto de siglo después de su entrada a través de la ya desaparecida Airtel. La operadora, tercera del país en cuota de mercado, seguirá con su marca, pero ya no será gestionada por la teleco británica sino por Zegona. Vodafone justificó esta venta por ser un mercado “con retornos estructuralmente bajos”. La compañía ha reconocido pérdidas reiteradas durante los últimos años en España y ya intentó, sin éxito, fusionarse con MásMóvil, a lo que se ha sucedido un aluvión de cambios en su cúpula directiva.
Sin embargo, el fondo de inversión dibujó otra imagen sobre el mercado español. Considera que es un país que presenta “características atractivas” por el fuerte crecimiento de la economía española durante los próximos años. A ello suma que todavía ve potencial de crecimiento de ingresos mediante la venta de paquetes de servicios.
Zegona hace este análisis en un documento que emitió este martes al mercado en el que justifica sus planes para España. Para empezar, pone nombre al responsable de gestionar la nueva ‘Vodafone’ española. Será José Miguel García, consejero delegado de Euskaltel cuando el fondo fue su principal accionista, y anteriormente de Jazztel. García será el encargado de aplicar una nueva estrategia con la que intentar reconducir la mala deriva de Vodafone en España.
De ella, Zegona ya ha deslizado algunos datos. Para empezar, prevé recuperar buena parte de lo invertido (5.000 millones) mediante la venta de la infraestructura de fibra óptica del grupo. Así, plantea, incluso antes de tomar el control de la filial de Vodafone, que estos activos le pueden otorgar hasta 3.500 millones mediante la venta a un fondo o mediante la fusión con otra empresa de fibra.
En cuanto al negocio, apuesta por ampliar la base de clientes de la televisión de pago (uno de los negocios más rentables del sector) con su entrada a través de Lowi, la marca de bajo coste de Vodafone en España. También se propone renegociar los contratos de contenidos o mejorar la eficiencia en los procesos de captación de clientes.
La operación queda a la espera de un aval de las autoridades de competencia y, según ha apuntado Zegona, también del propio Gobierno. Un aval que todavía esperan Orange y MásMóvil, el tercer movimiento empresarial que afecta al sector. Este acuerdo, anunciado hace meses para crear una empresa conjunta entre la francesa y la compañía española, está a la espera de que Bruselas certifique que puede llevarse a cabo la fusión y si tiene que desprenderse de activos para cumplir con las exigencias de competencia.
Zegona está atento a esta operación. En la propia información en la que el fondo habla de la adquisición de Vodafone ya apunta a su interés por MásMóvil en caso de que fracase la fusión con Orange. El fondo considera, de hecho, que esta operación que ya intentó Vodafone tendría una aprobación de las autoridades más sencilla que la que está actualmente sobre la mesa.
Un sector de tres o de cuatro empresas
No solo el sector en España está pendiente de la operación de Orange y MásMóvil. El dictamen de las autoridades europeas de competencia marcará el futuro de una industria que aboga por concentrarse en toda Europa cada vez en menos actores para tener una rentabilidad mayor. En caso de imponer unas condiciones (remedies en la jerga del sector) muy elevados, podría afectar al futuro de esta y otras operaciones.
Este terremoto interno en el sector de las telecomunicaciones está abocado a cambiar el futuro de esta actividad casi 30 años después de su liberalización. El objetivo es pasar de un sector donde cuatro operadores controlan la mayor parte del mercado a ser tres. Con ello, reducir la batalla de precios de los últimos años y ganar en márgenes por los servicios a los clientes. De concretarse estos movimientos, Orange y MásMóvil serían el principal actor en buena parte de los negocios, con un accionariado repartido entre la teleco francesa, con el 50%, y el resto en manos de los fondos KKR, Providence y Cinven. Telefónica pasaría a ser el segundo grupo del mercado en algunas actividades, con una batalla accionarial entre el Estado saudí y el español, con otros actores, por ver quién controla el devenir de la compañía. Vodafone España, por su parte, estaría al 100% en manos de Zegona.
Sin embargo, este intento de reducir el mercado a tres operadoras que controlen más del 90% de los principales negocios podría encontrarse con una situación que ya se ha dado en el pasado. La rumana Digi es, a día de hoy, la quinta operadora del país, creciendo mes tras mes con miles de clientes procedentes de las grandes compañías por sus campañas basadas en el bajo coste. Si Bruselas obligase a Orange y MásMóvil a desprenderse de activos y paquetes de clientes, la compañía estaría dispuesta a hacerse con ellos.
Así lo evidenció Darius Varzarus, consejero delegado del grupo, en una reciente entrevista con El Mundo, en la que evidenciaba la disposición del grupo a invertir hasta 2.000 millones en ello. Fue la misma situación que se vivió cuando hace más de un lustro MásMóvil se benefició de los 'remedies' de la fusión de Orange y Jazztel para empezar a convertirse en la cuarta operadora española. “Creemos que España necesita un mercado de telecomunicaciones con cuatro operadores de telefonía móvil fuertes”, aseguró Varzarus.
Los próximos meses dictaminarán el escenario final del sector y la envergadura del cambio. Lo que ya apuntan los movimientos anunciados hasta ahora es que nada volverá a ser como antes en uno de los sectores estratégicos de la economía.
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