“A veces hay problemas porque somos jodidamente ilegales”, puede leerse en una filtración de documentos secretos sobre la compañía de transporte Uber filtrados al diario británico The Guardian y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y sus medios colaboradores, El País y La Sexta en España.
Los archivos internos de la compañía, siempre rodeada de polémica, desvelan los detalles sobre cómo la empresa preparaba su llegada a nuevos mercados, como el español. En primer lugar, intentaban sortear las leyes para después organizar a su red lobista encargada de presionar a políticos de alto rango que elegían minuciosamente. Si todo esto no funcionaba, les quedaba el “botón del pánico”, que consistía en desactivar las máquinas de los servidores de la empresa e imposibilitar el acceso a sus contenidos.
Una cadena de correos entre dos directivos de Uber desvela cómo la compañía buscaba desembarcar primero, para luego hacerse cargo de los problemas que fueran surgiendo, como las protestas surgidas entre los taxistas. “No, no hay ejemplos, no hay investigación, no nos paramos a entender el marco legal”, dicen los mensajes, y reconocen: “A veces tenemos problemas porque, bueno, es que somos jodidamente ilegales”. En los mercados más complejos, como resultó ser el español, la estrategia es la de desarrollar “tácticas para enfrentarse a las autoridades”, llegan a reconocer, según la documentación publicada por El País y La Sexta.
Hoy por hoy, Uber ya se ha consolidado como medio de transporte en España. En Madrid, se estima que hay más de 3.000 taxistas que utilizan la app de Uber para conectar con sus viajeros.
Varias hojas de cálculo recogen a más de 1.800 personas de interés para la empresa y sus directivos los diferencian según su grado de “hostilidad” o de influencia. Por ejemplo, intentaron, aunque no siempre con éxito, llegar a políticos de primer nivel como Mariano Rajoy o Matteo Renzi. También hay detalles de reuniones privadas para discutir la legislación del sector con Macron –entonces titular de Economía- o con Joe Biden en Davos.
La confrontación fue su estrategia: “En Italia, España, Países Bajos y Bélgica han desarrollado tácticas interesantes para enfrentarse a las autoridades”. Esto escribe en un correo el director de Uber para Europa Occidental, Pierre-Dimitri Gore-Coty.
Al proceso lo llegan a definir como “la pirámide de la mierda”, en cuya base están “las querellas de los conductores”, más arriba las “investigaciones regulatorias”, después los “procedimientos administrativos” y arriba del todo las “acciones legales directas”.
Uber tenía un plan, un “botón del pánico”, para desconectar sus servidores llegado el caso tras la gran suma de investigaciones y redadas. La existencia de dicho botón no es algo nuevo, pero sí el hecho de que llegara a utilizarse hasta seis veces en 2015.
La reunión con Rajoy y otros españoles clave
En abril de 2015, Jim Messina, exasesor del presidente estadounidense Barack Obama, tiene una reunión con el entonces presidente español Mariano Rajoy. Meses antes, Messina había escrito a Mark MacGann, responsable de Políticas Públicas para Europa en Uber, hablándole de este encuentro y le pregunta si quiere que le transmita algo a su favor. “Sería muy útil decirle a Manuel Rajoy (sic) que podemos traer empleos e ingresos fiscales, si tan siquiera alguien de su partido nos escucha”, responde McGann, según recoge La Sexta.
De esta manera, la cadena de correos pone en evidencia las maniobras de la compañía para presionar a las autoridades españolas y que permitieran su actividad en el país. Según fuentes cercanas a Rajoy que recoge La Sexta, la reunión con Messina no ocurrió. Señalan que el entonces presidente nunca se vio con “intermediarios ni lobistas”.
Pero las gestiones de Uber para conseguir el beneplácito gubernamental de España se remontan meses antes de su llegada. Un dossier de la compañía incluye 131 nombres clave del sector del transporte español a los que tenían que convencer para aterrizar en el país. Entre ellos se encuentran los ministros de Empleo y Hacienda, Fátima Báñez y Cristóbal Montoro, el director de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, diputados, jefes de asociaciones de consumidores, distintos directivos…
La firma logró reunirse con la secretaria general de Transportes del Ministerio de Fomento, Carmen Librero, de la que señalan que “se mantuvo en un guion basado en el respeto a la ley y en tratar los asuntos de transporte urbano en un ámbito municipal”. Sobre la entonces ministra Ana Pastor, la definen como una “experimentada política”, “intervencionista” y “dura negociadora”. Fuentes del entorno de Pastor han revelado a El País y La Sexta que no se reunió con ningún representante de la empresa y que no recuerda encuentro alguno.
Otros responsables con los que se reunió Uber incluyen al exsecretario de Estado de Telecomunicaciones, Víctor Calvo-Sotelo o el entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, quien llegó a decir que los taxistas tendrían que “adaptarse”.
Al poner el ojo en Catalunya, en la lista de tareas de la empresa en 2014, se recogía “conseguir que el presidente Artur Mas vaya a las oficinas de Uber en California durante su visita oficial”. Pero desde la oficina del expresidente apuntan que no ha tenido ningún contacto con responsables de la compañía.