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Otra forma de medir la productividad que tira por tierra la versión neoliberal

Trabajadores en la fábrica de Ford en Almussafes, Valencia.

Daniel Yebra

29 de febrero de 2024 23:31 h

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No se podía subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y crear puestos de trabajo. No se podía financiar los ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) sin entrar en una crisis de deuda pública. No se podían subir los sueldos para aliviar el daño de la inflación sin retroalimentar las subidas de precios. No se podía poner un tope al gas... Por supuesto, tampoco se puede reducir la jornada laboral porque la productividad está estancada.

Los mantras neoliberales sobre la economía están cayendo uno a uno en la respuesta social (e inédita) a los 'shocks' encadenados de la pandemia y de la crisis energética exacerbada por la invasión rusa de Ucrania. El último, el que intenta frenar la propuesta de reducir el tiempo oficial de trabajo sin reducir el salario está pintando una falta de eficiencia de nuestra economía, y en concreto, de los trabajadores.

Sin embargo, esta visión sombría de la productividad choca con el crecimiento de la actividad de los últimos años (el PIB ha avanzado más en España que el resto de grandes economías europeas) y con la creación de puestos de trabajo de calidad, menos precarios y en sectores y ocupaciones de mayor valor añadido que en otras épocas expansivas. Además, la brecha de productividad con el resto de la eurozona o su propio cálculo se prestan a distintas críticas. Algunas fueron analizadas recientemente en esta información.

Ahora, Comisiones Obreras (CCOO) ha publicado otra forma de medir la productividad que tira por tierra la versión neoliberal. El sindicato la ha calculado con los datos registrados de beneficios de las empresas (valor añadido) y de sus asalariados y señala una mejora del 16% desde 2018 (fecha previa al inicio del ciclo de incrementos del SMI del primer Gobierno de Pedro Sánchez). Precisamente, por el incremento del empleo de calidad.



“El Observatorio de Márgenes Empresariales, que elaboran la Agencia Tributaria y el Banco de España, utiliza fuentes tributarias para ofrecer una panorámica del sector privado no financiero [el valor añadido que se puede extraer de sus registros alcanza el 50% del PIB, porque faltan datos de autónomos, del sector público y de bancos, aseguradoras...]. Desde la pandemia, los datos de Contabilidad Nacional muestran una evolución diferente a la que ofrecen otras estadísticas oficiales a partir de datos administrativos, que en parte se ha corregido mediante revisiones al alza de las estimaciones iniciales del INE sobre sus cifras [las sucesivas revisiones al alza del nivel PIB, que han sido analizadas en elDiario.es]”, explica el informe de CCOO.

“En un contexto de crecimiento neto del empleo, la productividad nominal [incluyendo el efecto de la inflación] por asalariado habría aumentado un 35,3% acumulado entre 2018 y 2023 y la productividad real por asalariado un 16,4%. Ese salto de escalón en la productividad tiene lugar especialmente en 2021 y 2022, años de recuperación y creación de empleo”, continúa el sindicato. “Somos conscientes que este indicador estará abierto a la discusión”, aclara Luis Zarapuz, economista del Gabinete Económico de CCOO. “Pero es una pieza que encaja muy bien con el contexto actual de fortaleza del mercado laboral”, prosigue.

La forma más extendida de aproximarse al concepto de productividad es la relación entre la producción y las horas trabajadas, según la Contabilidad Nacional del INE. Aunque también se puede cambiar el denominador por los ocupados o por los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. En los tres casos, para conocer la productividad de una economía en conjunto, hay que poner el Producto Interior Bruto (PIB) en el numerador. Por lo tanto, si el PIB está subestimado, la productividad también. Al margen, el dilema es que las curvas cuentan historias diferentes.



Una recuperación más social

Según el nuevo indicador, sería la primera vez en la historia reciente que la economía española es capaz de mejorar la productividad en una fase de crecimiento del empleo. Históricamente, la economía española ha dado los saltos de productividad en fases de recesión, donde la destrucción del empleo era mayor que la caída de la actividad económica, aumentando la productividad de forma pasiva. Posteriormente, con la recuperación y crecimiento basados de nuevo en empleo precario en actividades de bajo valor añadido, la productividad se estancaba o incluso caía hasta la siguiente recesión y salto en la productividad. “El 'Observatorio de Márgenes' muestra una transformación en el origen de las mejoras de la productividad en España”, defiende CCOO.

“Es necesario seguir subiendo salarios y se puede reducir la jornada laboral. Nuestro informe demuestra que se puede discutir con datos que la productividad está creciendo en España”, incidió Unai Sordo, secretario general de CCOO, este mismo jueves.

“El gran riesgo es recuperar las viejas inercias especulativas, extractivas y parasitarias del capitalismo español, por decirlo así, en una frase un poco rimbombante. Ese es el gran riesgo y creo que lo que hay que hacer es cambiar el sistema de incentivos, es decir, que nadie se forre porque paga salarios de 700 euros, que nadie se forre porque tiene jornadas laborales interminables, porque especula con los precios de inversión en un alquiler, en una compraventa de vivienda, porque esto hará que la inversión se canalice a otros sectores, basados en parámetros distintos el empleo de calidad, la formación permanente o, por ejemplo, con la digitalización de las empresas”, destacó en rueda de prensa.



La gran transformación del mercado de trabajo que permite esta mejora de la productividad es “el aumento del empleo en ocupaciones técnicas y cualificadas, que se explica por la mayor creación de empleo en sectores donde estas ocupaciones ya eran mayoritarias entre sus plantillas (servicios técnicos y actividades profesionales, información y comunicaciones, finanzas y seguros, educación, sanidad...), pero también por el avance de estos perfiles técnicos y cualificados en otros sectores donde hasta ahora su presencia era más minoritaria: actividades de servicios sociales, comercio al por mayor, construcción, administración pública, industria manufacturera, energía y agua...”, recalca el informe del sindicato.

Las nuevas empresas son más productivas

De vuelta a los datos del Observatorio de Márgenes Empresariales, “si tomamos las cifras de población constante (es decir, la misma muestra de empresas), la productividad entre 2018 y 2023 habría aumentado un 31% en términos nominales y un 12,7% en términos reales. Son tasas inferiores a las indicadas previamente para todas las empresas incluidas en el 'Observatorio'. Esto indica que las empresas que ya existían están mejorando su valor añadido, y, además, que la composición del tejido productivo está mejorando y evolucionando hacia actividades mayor valor añadido y productividad de las previamente existentes”, concluye CCOO.



“La gran tensión está entre un mundo que se tiene que abrir paso con empresas distintas que se rentabilicen en base a criterios distintos o volver a las viejas inercias y a las viejas dinámicas del modelo más extractivo del capitalismo español de hacer dinero, básicamente especulando y manipulando el precio de las cosas. Ese creo que es el gran reto que tiene nuestro país”, argumenta Unai Sordo.

“Los sectores pujantes se caracterizan a la vez por un marcado sesgo exportador y un tamaño empresarial por encima de la media nacional, estimulando las mejoras en la organización del trabajo y la búsqueda de eficiencia productiva. Tienen en común la menor dependencia del mercado interior, y su fragmentación como consecuencia de todo tipo de normas territoriales, algo que perjudica el tamaño empresarial y la eficiencia en sectores tan importantes como la construcción, por ejemplo”, reflexionaba, hace unos días, Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas (fundación de la Confederación Española de Cajas de Ahorros y uno de los centros de análisis más importantes de nuestro país).

En el debate sobre la productividad, el tamaño de las empresas y la formación de los trabajadores y los directivos son dos patas que suelen ser enfocadas en España como una debilidad. Sobre todo, por la predominancia de pequeñas y medianas empresas respecto al total. “La dimensión media de la empresa en nuestro país es demasiado pequeña, y es uno de los problemas para dar un salto de productividad que se base en elementos como los que estamos citando: mejora de los sistemas de trabajo, la mejora digital de los procesos de producción de bienes y servicios, la inversión productiva a largo plazo, la propia formación de los trabajadores...”, considera el secretario general de CCOO.

Sobre esto último, “a veces se instala la idea de que en España hay un tejido productivo que exige empleos de una cualificación que luego no se encuentra dentro de la oferta de trabajadores y las trabajadoras. Pero esto es una realidad que empieza a existir ahora, y es una realidad marginal”, añade Unai Sordo. “Hay que mejorar los sistemas de formación y de cualificación permanente para que las competencias de los trabajadores y las trabajadoras se adapten de forma más rápida a los cambios disruptivos que se están produciendo en la forma de producir bienes y servicios. Pero históricamente el problema de España ha sido más bien el contrario, que hemos tenido una clase trabajadora que ha accedido a niveles de cualificación muy superiores a la calidad de los puestos de trabajo que se demandaban”, finaliza.

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