G20, Davos o la prensa financiera: el debate del impuesto a los ricos gana fuerza a nivel internacional

Diego Larrouy

2 de marzo de 2024 22:03 h

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“Aquellos que más tienen, ya sean países, empresas o individuos, deberían ser presionados a ser más generosos”. Estas palabras son de Bill Gates, una de las mayores fortunas del mundo al ser preguntado por un impuesto específico a los ricos. La idea no es nueva, pero sí lo es el hecho de que esté ganando presencia en foros donde antes no llegaba. Como Gates, plataformas de millonarios de todo el mundo reclaman medidas de este tipo. Pero también organismos como el G20 o reuniones de poderes económicos como el foro de Davos han tratado en los últimos tiempos esta materia. O medios financieros nada sospechosos de socialismo como el Financial Times han hecho especiales informativos abogando por ello. La idea gana fuerza ante el escaso control y presión fiscal a los más adinerados.

Estos días se han reunido en Brasil los ministros de finanzas del G20. La reunión descarriló sin un acuerdo unificado para un comunicado debido a los distintos conflictos geopolíticos que marcan la economía. Sin embargo, sí sirvió para que asomase en el debate esta idea de crear un impuesto mínimo global para las grandes fortunas, al estilo del de las grandes multinacionales, cuya implantación ya está en marcha. La medida fue propuesta por el ministro de finanzas brasileño, Fernando Haddad.

“Sinceramente me pregunto cómo, nosotros, ministros de Economía, permitimos que una situación como esa [baja tributación] continúe. Si actuamos juntos tenemos la capacidad de hacer que esos pocos individuos contribuyan para nuestra sociedad y para el desarrollo sostenible del planeta”, apuntó en los días previos a la reunión. “Es un hecho incuestionable que los milmillonarios del mundo continúan evadiendo nuestros sistemas tributarios por medio de una serie de estrategias”, añadió.

No fue el único país que vio con buenos ojos una propuesta que ya se ha planteado en círculos académicos desde hace tiempo. El ministro de finanzas francés, Bruno Le Maire, respaldó la idea. “Actualmente, las personas más ricas pueden evitar pagar el mismo nivel de impuestos que otras personas menos ricas. Queremos evitar esa optimización fiscal”, aseguró antes de la reunión. “Queremos que Europa haga avanzar esta idea de una imposición mínima a los individuos lo más rápido posible, y Francia estará a la vanguardia”, subrayó.

Al final, el debate no se impuso, por ahora. Según informó este jueves la agencia EFE, una parte de los ministros de finanzas citados en Sao Paulo prefirió terminar de implantar el impuesto a las multinacionales antes de que se trabaje en el nuevo gravamen global para los ricos. Esa misma medida también tardó años en gestarse hasta que se acordó en 2021.

Sin embargo, pese a que la idea no se haya concretado en la reunión, la propuesta está ganando cada vez más presencia en el debate internacional, saliendo de los habituales círculos de la izquierda y la socialdemocracia internacional. La pandemia ha dado un nuevo protagonismo a los estados en la economía, con un horizonte en el que aspectos como el envejecimiento o la transición ecológica van a requerir de mayores recursos públicos.

El 'tax the rich' se ha convertido en un lema político por todo el mundo. Como imagen, el controvertido vestido de la congresista estadounidense demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en la gala anual del Museo Metropolitano donde se recaudan donativos de grandes patrimonios para el mantenimiento de su colección. Sin embargo, ha tenido problemas para calar entre los sectores más neoliberales a nivel internacional, tradicionalmente reticentes a gravar la riqueza.

Ahora, distintos detalles hacen prever que la situación está cambiando. Ya en el año 2022, la OCDE, organización que engloba a las economías más desarrolladas del mundo, constató en un informe que tras la pandemia ha ido ganando fuerza la idea de gravar las propiedades de los más ricos. “Las reformas del impuesto a la propiedad involucraron predominantemente aumentos de impuestos, ya sea a través de aumentos en las tasas impositivas o medidas de ampliación de la base impositiva”, aseguró, apuntando a que se dirigieron fundamentalmente a “personas o entidades que utilizan propiedades predominantemente como un vehículo de inversión, así como a personas de mayor patrimonio neto”. 

Para que la idea gane fuerza, también precisa del apoyo mediático en sectores fuera de los tradicionales defensores. El Financial Times, periódico de referencia de la city financiera londinense, ha publicado distintas columnas y especiales sobre el debate del impuesto a la riqueza. La última de estas publicaciones, hace apenas unas semanas llevó como título 'El momento de gravar a los milmillonarios'. “Los estados deberían cobrar impuestos a los multimillonarios porque ahí es donde está el dinero”, planteaba el texto. La publicación británica apuntaba que hoy es “más factible” gravar a las grandes fortunas ante la mejora del intercambio multilateral de información bancaria. Este mismo medio señalaba en una columna de opinión en otoño que tampoco hay que creer mucho en las amenazas de los millonarios de exiliarse si les suben los impuestos.

Distintos colectivos de millonarios a un lado y otro del Atlántico han abogado por los impuestos más altos para ellos. Plataformas como Proud to Pay More (Orgullosos de pagar más) o Patriotic Millionaires plantearon hace un mes en el foro de Davos, que reúne durante unos días en la localidad suiza a los poderes económicos mundiales, la idea de gravar más la riqueza. “Somos las personas que invertimos en nuevas empresas, damos forma a los mercados de valores, hacemos crecer las empresas y fomentamos el crecimiento económico sostenible. También somos las personas que más se benefician del status quo”, apuntaron en una carta abierta a los líderes políticos. “Nuestra petición es simple: les pedimos que nos cobren impuestos a nosotros, los más ricos de la sociedad”, solicitaban, defendiendo que eso “no alterará fundamentalmente nuestro nivel de vida, ni privará a nuestros niños, ni dañará el crecimiento económico de nuestras naciones”.

En este colectivo no estaban los Elon Musk o Jeff Bezos que lideran las listas de los más ricos del mundo, pero sí decenas de empresarios o herederos de imperios corporativos con fortunas millonarias. Sí estaban algunos nombres como Abigail Disney, heredera de uno de los fundadores de la compañía de Mickey Mouse, o Valerie Rockefeller, descendiente del clan de banqueros. También estaban otros nombres famosos como los actores Brian Cox, conocido por su papel de Brandon Roy en Succession, o Simon Pegg.

El impuesto a la riqueza tiene todavía una presencia limitada entre las grandes economías. En Europa, por ejemplo, prácticamente existe únicamente en Francia o España, además de en algún país nórdico. En nuestro país ha tenido especial intensidad el debate durante el último año. Con las comunidades gobernadas por la derecha retirando el impuesto sobre Patrimonio, el Gobierno central aprobó un impuesto sobre las grandes fortunas que fuese complementario para que ningún patrimonio mayor de tres millones de euros quedase sin tributar. Pese al discurso al alza en favor de los impuestos a los más ricos, la derecha española aboga todavía por su eliminación y llevó este tributo ante el Constitucional, aunque con un resultado contrario a sus intereses.

250.000 millones de recaudación

En los distintos debates que se han ido produciendo en los últimos tiempos se han hecho referencias recurrentes a economistas que han estudiado en los años más recientes modos de gravar de manera común a la riqueza. Es el caso de Thomas Piketty o de Gabriel Zucmann. Éste último dirige el Observatorio Fiscal de la UE, una plataforma que realiza estudios sobre elusión fiscal y el impacto de los paraísos fiscales en la pérdida de recaudación de los países.

Este observatorio trazó en otoño una propuesta para gravar a los más ricos de la que se hicieron eco grandes medios financieros como el propio Financial Times o Bloomberg. Es, además, la idea que ha intentado poner Brasil sobre la mesa del G20, sin éxito por el complejo contexto geopolítico. La propuesta, en la práctica, se dirigía a un colectivo muy pequeño de la población mundial. En concreto, sobre los grandes patrimonios que superan los 1.000 millones de riqueza. En España esto incluye a personas como Amancio Ortega, su hija Sandra, Rafael del Pino, Juan Roig, Tomás Olivo o Alicia Koplowitz, entre otros. A nivel mundial, empresarios como Elon Musk, Bernard Arnault, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg, entre muchos otros.

En concreto, el observatorio cifraba 2.750 milmillonarios a nivel mundial. A ellos, se les gravaría, según esta propuesta, con el 2% de su patrimonio. De acuerdo a esta proposición, se estima que a nivel mundial se podría recaudar 250.000 millones de euros, de los que 42.300 millones se recaudarían únicamente en Europa. Supondría un gran aumento de ingresos frente a lo que actualmente pagan estos milmillonarios a nivel global. Según sus cálculos, en 2021 apenas sumaron 44.000 millones, con unas tasas de entre el 0% y el 0,5% de su riqueza.

El impuesto global a la riqueza a día de hoy es solo una idea, como lo fue en su día el tipo mínimo de Sociedades para las grandes multinacionales. Sin embargo, el debate está vivo y alcanzando a sectores donde antes no llegaba. La intención política marcará su futuro.

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