A estas alturas de la pandemia parece estar claro que el SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19, resulta especialmente peligroso para aquellas personas con patologías previas. En el mundo empresarial, pasa algo muy parecido. Abundan las empresas que sufrían antes de la llegada del coronavirus y que ahora, por culpas de la crisis que ha traído el nuevo agente infeccioso, afrontan decisiones existenciales.
De esta situación no se salvan tampoco los grandes grupos, ni siquiera firmas con 200 años de historia como el gigante metalúrgico alemán ThyssenKrupp. Esta empresa, uno de los referentes europeos del metal, ha reconocido estar abierta a la entrada de dinero público en sus arcas. Algo así parece hacer falta para sacar a la compañía de sus, entre otras cosas, problemas de liquidez.
“Una participación del estado es una opción”, ha dicho recientemente la CEO de ThyssenKrupp, Martina Merz, según unas declaraciones recogidas por la prensa alemana. “Hay combinaciones en las que el estado entra y luego toma el control alguien que estuviera antes [a los mandos de la empresa]”, según los términos de Merz.
De un rescate como el que parece considerar Merz ya se han beneficiado importantes firmas germanas. La compañía aérea Lufthansa es la que probablemente más destaque. En la operación de salvamento financiero a la que el Gobierno de la canciller Angela Merkel ha sometido al “paciente Lufthansa” han sido necesarios 9.000 millones de euros.
Nadie se atreve por ahora a cifrar el precio de un eventual salvamento de ThyssenKrupp. Pero lo que parece estar claro es que no puede ser barato. La empresa da trabajo, sólo en Alemania, a unas 27.000 personas. Indirectamente, son empleos relacionados con el trabajo de este gigante del metal el de otras 150.000 personas en Alemania, según los datos que presenta IG-Metall, el sindicato mayoritario del sector.
El futuro de miles de personas depende de que ThyssenKrupp encuentre una solución a sus dificultades. El coronavirus ha hecho que esos problemas sean urgentes en materia de liquidez. Debido al frenazo económico que ha impuesto el coronavirus, la empresa presenta pérdidas por valor de más 800 millones de euros en los últimos tres trimestres.
Que la industria del automóvil –uno de sus principales mercados– frenara su actividad durante las semanas de mayores restricciones contra la propagación del coronavirus explica en buena medida esas pérdidas. Sin embargo, sería un error achacar todos los problemas ThyssenKrupp al coronavirus.
Basta observar como, desde principios de 2018, el valor de las acciones de la compañía ha caído del orden de un 80%. Actualmente se paga la participación en ThyssenKrupp a unos 4,71 euros. A principios de 2018 se pagaban 26,26 euros por cada acción. En esa caída, para los críticos, mucho tiene que ver la compañía haya “quemado” 8.000 millones de euros en inversiones fallidas en Brasil y Estados Unidos en los últimos años.
Una empresa con “patologías previas”
Influye igualmente en la mala racha de la empresa que la industria del automóvil esté cambiando hacia los vehículos eléctricos, menos necesitados de componentes que los que llevan motor de combustión. En definitiva, no sorprende que para el diario Der Tagesspiegel, ThyssenKrupp sea un “grupo empresarial con patologías previas” en tiempos de coronavirus.
Tampoco hay sorpresa por las poco halagüeñas previsiones que se hacen para el sector de la empresa. Así, un reciente estudio del Instituto Leibniz para la Investigación Económica de Essen preveía que en el sector del metal van a ser necesarios hasta 3.000 en despidos el próximo año.
Con Martina Merz, que llegó a la jefatura de ThyssenKrupp hace un año en una situación aquí descrita como de crisis de liderazgo, se ha tomado decisiones difíciles que hacían pensar que la empresa podría reinventarse dentro de un sector muy emisor de dióxido de carbono y necesitado de modificar sus estándares para hacerlos menos contaminantes.
17.000 millones de euros y la incertidumbre del coronavirus
Por ejemplo, a finales de febrero, antes de que pandemia golpeara la economía mundial, ThyssenKrupp vendía su rentable división de ascensores, escaleras mecánicas y puertas automáticas por 17.000 millones de euros. Pero ese dinero ha servido hasta ahora, más que para trabajar en el futuro de la empresa, para pagar el muy costoso parón del coronavirus.
“Puede que siga habiendo dinero, pero no sabemos lo que va a durar la crisis del coronavirus, y no podemos esperar a que esta crisis pase. La empresa necesita desarrollarse para poder cambiar los altos hornos de carbón por otros a base de vapor de agua más ecológicos”, comenta a elDiario.es Mike Schürg, portavoz de IG-Metall en Renania del Norte Westfalia. En ese Land alemán tiene ThyssenKrupp su sede central.
La situación es tal que en IG-Metall han llegado a organizar movilizaciones masivas de trabajadores – hasta 3.000 se dejaban ver en Düsseldorf (oeste alemán) la semana pasada – para pedir la participación del estado en las arcas de la empresa. En este sindicato entienden que la compañía no va a poder sanear si situación por sí misma. “Necesitamos que el estado entre, y que lo haga ahora”, decían los manifestantes de Düsseldorf.
El presidente del estado federado que es Renania del Norte-Westfalia, el conservador Armin Laschet, ha señalado que la empresa es “de relevancia sistémica” para el país. “Pero Laschet no ha aclarado de qué forma el estado podría participar”, precisa Schürg, el sindicalista de IG-Metall.
Hubo dinero para Lufthansa, ¿y para ThyssenKrupp?
“Para el caso de Lufthansa, el dinero del estado llegó relativamente rápido. Habría que explicarles a los miles de trabajadores de ThyssenKrupp cómo es posible que para Lufthansa el dinero estuviera ahí pero no para los empleados del metal no cuando se dice que es un sector de relevancia sistémica”, abunda Schürg.
Por su parte, el vicecanciller alemán y ministro de Hacienda, el socialdemócrata Olaf Scholz, comentaba hace unos días que ahora es tiempo de hacer “consideraciones concretas” sobre ThyssenKrupp. En este contexto, el diario Handelsblatt daba cuenta en su edición de este lunes del interés en ThyssenKrupp de la firma británica Liberty Steel.
Aunque “no hay una oferta concreta de dicha empresa”, según apuntan en IG-Metall, el Handelsblatt informaba de que Liberty ha propuesto hacerse con el control de ThyssenKrupp. Kevin Knitterschedit, uno de los editorialistas de ese diario, entiende que la oferta de la firma británica ofrece “una interesante alternativa”. No lo es, sin embargo, para los trabajadores.
“No hay una propuesta seria, ni una oferta considerable. Y cuando uno mira lo que esta empresa ha hecho en el pasado, en los últimos años han hecho negocio vendiendo fábricas de acero ruinosas en el este de Europa. ThyssenKrupp no es algo así”, comenta con escepticismo Schürg. “Ahora están tratando de hacer negocio como si ThyssenKrupp fuera un todo a cien y no lo consideramos una oferta seria”, concluye este portavoz sindical.