“El hidrógeno es un vector [...] clave para alcanzar un futuro energético limpio, seguro y asequible, porque permite descarbonizar sectores donde es complejo introducir soluciones sostenibles, como el transporte pesado, la siderurgia, el cemento, la industria química…”, defendió en diciembre de 2021 el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Lo hizo con motivo de la aprobación en Consejo de Ministros del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) de Energías Renovables, Hidrógeno Verde y Almacenamiento (Erha), ligado al Plan de Recuperación financiado con fondos europeos.
La crisis energética, exacerbada por la guerra de Ucrania desde febrero de este año y la amenaza de un corte de gas ruso, ha resaltado la importancia de las renovables. Y el hidrógeno verde y las tecnologías de almacenamiento son claves en esta transición desde las fuentes fósiles (principalmente petróleo y, por supuesto, gas). Sin embargo, el Gobierno solo ha puesto en marcha, de momento, una tercera parte de los fondos europeos previstos en el Plan de Recuperación para proyectos de hidrógeno renovable y sistemas de baterías.
El centro de análisis Fedea ha realizado este cálculo en un informe publicado este lunes con datos hasta julio de este año. Y mientras apenas se han movilizado cerca de 987 millones de euros de los 2920 millones previstos para estas tecnologías de renovables, del total (casi 70.000 millones) del Plan de Recuperación Next Generation EU se ha puesto en marcha casi un 50% (ver gráfico).
Fuentes de Transición Ecológica explican a elDiario.es que había que “crear desde cero” un mercado nuevo y eso se hace “progresivamente”. “Hay que incentivar tanto la producción como la demanda”, continúan desde el Ministerio de la vicepresidenta tercera Teresa Ribera. Y hay que tener en cuenta que “tanto el almacenamiento como el hidrógeno son tecnologías inmaduras”, inciden.
Ángel de la Fuente, director de Fedea y autor del informe, observa que, dado que el Plan de Recuperación no se inició “hasta el segundo semestre de 2021, la 'tasa de arranque' ha estado hasta el momento en torno al 23% por semestre, lo que en principio sería consistente con los plazos establecidos para la asignación de los fondos”.
Eso sí, señala que existen “diferencias importantes” entre las diferentes partidas, como es el caso del hidrógeno renovable [se pusieron en marcha 400 millones en 2021 y van 150 en 2022] y el almacenamiento [387 el año pasado, y solo 50 millones en lo que va de este ejercicio]. “Y los más retrasados”, que son “las infraestructuras de transporte y actuaciones medioambientales, con menos del 30%”.
Información limitada de la ejecución definitiva
“Si nos ceñimos a los datos oficiales de ejecución [general] de la Administración General del Estado, la situación es buena: el grueso del gasto presupuestado en 2021 como parte del Plan de Recuperación (un 85%) se ha ejecutado dentro del ejercicio, lo que presumiblemente se repetirá en 2022. En muchos casos, sin embargo, esto solo quiere decir que esos recursos han iniciado el viaje hacia su destino final, lo que puede implicar varias transferencias entre administraciones o entes públicos hasta llegar a aquel que, en última instancia, se ocupará de gestionar las convocatorias o licitaciones correspondientes”, detalla Ángel de la Fuente.
“Conviene, por tanto, distinguir entre la ejecución provisional y la ejecución definitiva o gasto final de los fondos [europeos], reservando este último término para los pagos a los destinatarios finales de las ayudas o a las empresas ejecutoras de las inversiones licitadas, mientras que el primero correspondería a transferencias de fondos entre administraciones o entidades del sector público de camino a ese destino final. Sobre la ejecución definitiva de los fondos europeos disponemos de información muy limitada, pues los organismos y administraciones encargados de ella no publican informes de ejecución presupuestaria con la misma premura y detalle que la Administración General del Estado”, incide el economista.
Con esta información “limitada”, la conclusión del informe de Fedea es que la ejecución definitiva apenas alcanzó el 27,2% en 2021 y que solo va por el 5,18% en 2022 (hasta julio).
Hay hoja de ruta, pero no se mueve el dinero
“España ya cuenta con una hoja de ruta del hidrógeno renovable que establece, entre otros, el objetivo de alcanzar 4GW de capacidad de producción en 2030, un 10% del total de la UE”, destacan en Transición Ecológica.
Y exponen más datos. Por ejemplo, que la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) calcula que en España el hidrógeno renovable será más barato que el hidrógeno fósil en 2026, solo después que en China, Brasil e India. “Y que ya tenemos instalado el mayor electrolizador de Europa, en Puertollano”, añaden.
O que de todos los proyectos de hidrógeno a nivel mundial, un 20% se sitúan en España, según declaró Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Por último, nuestro país ha pedido que los nuevos gasoductos que se construyan, como Midcat o el submarino que podría conectarnos con Italia, ya estén preparados para transportar hidrógeno verde.
Los objetivos del hidrógeno para 2030
La hoja de ruta del hidrógeno del Gobierno plantea los siguientes objetivos concretos para 2030, con una inversión asociada [pública y privada] de 8.900 millones de euros: 4.000MW de potencia de electrolizadores, 25% del consumo de la industria, de 5.000 a 7.000 vehículos ligeros y pesados movidos con hidrógeno, de 150 a 200 hidrogeneras de uso público y dos líneas comerciales de tren.
“Para ayudar a conseguir estos objetivos, el Gobierno ha lanzado el Perte de Energías Renovables, Hidrógeno y Almacenamiento (Erha)”, recalcan en el Ministerio de Transición Ecológica.
Este mismo lunes, desde la secretaría de economía, energía y modelo productivo de Podemos exponían que “no hay que olvidar que es necesario aumentar la inversión pública en energías renovables, asegurando así a medio plazo el suministro estratégico de energía verde y barata”.
“Este no es precisamente un momento para reducir una inversión que es crucial, y que a lo largo de los próximos años permitirá disminuir las importaciones de combustibles fósiles de nuestro país y, con ello, la dependencia externa de estas energías. Al contrario, ahora es el momento de apostar por impulsar, aún más, la transición energética”, concluyen.