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La guerra comercial también se disputa en las divisas: cómo afecta el cambio euro/dólar a los aranceles

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Daniel Yebra

22 de marzo de 2025 22:15 h

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La guerra comercial también se disputa en el terreno de las divisas. El tipo de cambio de las monedas es un factor crucial en el coste de las exportaciones y las importaciones. Por eso, en un contexto de subida de los aranceles en Estados Unidos y de una probable respuesta de la Unión Europea (UE), el cruce entre el euro y el dólar pasa a ser un arma del conflicto comercial escalado por Donald Trump. ¿Cómo? Por ejemplo, un escenario de depreciación (caída) del euro respecto al dólar abarata las exportaciones desde la UE a Estados Unidos.

El mercado de divisas es el mercado financiero más grande y “profundo”, según lo califica el economista británico Jim O’Neill, ex presidente de la gestora Goldman Sachs y ex ministro del Tesoro de Reino Unido, y autor del acrónimo BRIC en 2001 (para referirse a las grandes economías emergentes Brasil, Rusia, India y China, que ahora es un foro ampliado a otros países como Sudáfrica, o a las dictaduras de Oriente Medio). Un mercado “donde toda la información conocida se incorpora rápidamente a los precios”, dice este experto en esta tribuna, publicada recientemente. La “información” está hoy totalmente carcomida por la “incertidumbre”. Paradójicamente, esta es la única certeza que parecen tener los bancos centrales, la Reserval Federal (Fed) y el BCE, que deciden los tipos de interés oficiales en cada economía e influyen directamente en sus monedas.



El euro se ha depreciado cerca de un 3% respecto al dólar desde finales de septiembre de 2024. Es decir, las empresas de la eurozona venden un 3% más barato a Estados Unidos hoy que hace seis meses por la caída de la moneda. La teoría económica dice que el tipo de cambio acaba siendo neutral para los negocios a largo plazo. Pero los tiempos son importantes en una guerra comercial, sobre todo ante posturas cambiantes casi de un día para otro.

Exactamente, el 25 de septiembre, el euro cotizaba a 1,12 dólares y llegó a depreciarse hasta el 1,02 “en semanas recientes”. Eso supone “una depreciación cercana al 10%, que más que compensaría ya de por sí potenciales aranceles de esa misma cuantía”, explica Federico Steinberg, en un artículo del centro de análisis Real Instituto Elcano.

Desde ese mínimo del euro en 1,02 dólares al que hace referencia este investigador, de mediados de enero, la 'moneda' común ha rebotado hasta los 1,09 dólares, como se observa en el gráfico. El BCE ofrece varias explicaciones en su último boletín económico. Una, “la publicación de información actualizada sobre la orientación de la política fiscal de la UE”, que supone un incremento del gasto público y de la inversión, empezando por la defensa. Dos, “el aumento general del apetito de riesgo global, pese a los anuncios de aranceles y a cierta preocupación por las perspectivas macroeconómicas de Estados Unidos, que se vieron reflejados en una disminución del diferencial de tipos de interés entre el país norteamericano y la eurozona”.

Ese “diferencial de tipos de interés” es clave para el tipo de cambio. Actualmente, hay una brecha de dos puntos entre la referencia oficial del propio BCE, que tras el último recorte de marzo está en el 2,5%, y de la Reserva Federal, que este mes los ha mantenido en el 4,5%. Un mayor diferencial a favor de Estados Unidos hace de aspiradora de dinero hacia activos en dólares (deuda principalmente), debilitando el euro. “Menores costes de financiación [más bajadas de tipos en la eurozona] no sólo impulsarían la demanda interna europea, sino que depreciarán el euro, compensando el efecto de los aranceles estadounidenses sobre las exportaciones europeas”, recalca Federico Steinberg.

Eso sí, al mismo tiempo, un euro débil encarece las importaciones en la divisa norteamericana. Siendo especialmente un riesgo para la inflación general el petróleo, que se comercia en dólares en los mercados internacionales y del que España y el resto de socios son muy dependientes.

“Si el BCE responde a los aranceles estadounidenses con más bajadas de tipos de interés no es para nada descartable que el euro caiga por debajo de la paridad con el dólar, lo que compensaría aranceles por encima de ese 10% al que se acaba de hacer referencia”, continúa este experto. Por ejemplo, las expectativas sobre el tipo de cambio ya han variado notablemente, pese a que suelen ser uno de los componentes más estables de los cuadros macroeconómicos. En octubre de 2024, el Gobierno lanzó sus proyecciones con un euro a 1,1 dólares en 2025 y 2026. Este mismo mes, el Banco de España ha construido sus estimaciones con un euro a 1,04 para estos dos años, un 5,5% más abajo.

Las decisiones de los tipos de interés dependen de las expectativas de inflación y de crecimiento económico de los bancos centrales.



Por el momento, en un entorno de “caos”, comercial y geopolítico, tanto el BCE como la Fed han rebajado sus previsiones de avance del PIB (Productor Interior Bruto) y han elevado ligeramente las de inflación. Con estos recortes, el estancamiento se espera más acusado en la eurozona.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, mencionó el riesgo de un nuevo repunte de las subidas de precios esta misma semana, en una intervención en el Parlamento Europeo: “A corto plazo, las medidas de represalia de la UE y un tipo de cambio del euro más débil, derivado de la menor demanda estadounidense de productos europeos, podrían elevar la inflación en aproximadamente medio punto porcentual [desde el 2,5% en promedio proyectado para 2025 en el conjunto de la eurozona]. El efecto se atenuaría a medio plazo debido a que la menor actividad económica moderaría las presiones inflacionarias”.

“La excesiva fortaleza del dólar preocupa especialmente a Estados Unidos, cuyas autoridades saben que es en parte un efecto de su política comercial, lo que hace menos creíble que mantenga una posición proteccionista maximalista si cree que ha obtenido concesiones”, opina Federico Steinberg.

Este investigador, junto a Enrique Feás, recuerda en otro informe que los aranceles “no los paga el resto del mundo, sino los importadores, ya sean consumidores o productores locales” que usan bienes o servicios importados en su negocio. “El argumento de que los exportadores, para mantener su cuota de mercado, reducirán su precio de venta y, por tanto, su margen no se verifica con carácter general. Los múltiples estudios que se han realizado sobre los aranceles impuestos durante el primer mandato de Trump (2017-2021) concluyen que los importadores trasladaron el efecto de los aranceles a las empresas y a los hogares”, remarcan.

“La balanza comercial bilateral de la UE y Estados Unidos tiene un saldo de 235.000 millones de dólares favorable a Europa (16.000 millones en agroalimentarios y 100.000 millones en automóviles), aunque la balanza de servicios arroja un saldo de 134.000 millones favorable a Estados Unidos. Esto sugiere, como han explicado diversas fuentes europeas, que la relación está relativamente equilibrada y debería haber lugar para una negociación que evitara una guerra comercial abierta. Pero, por el momento, no parece que la Administración Trump comparta este diagnóstico”, añaden.

“Algunos de los asesores económicos más cercanos de Trump han hablado abiertamente sobre la necesidad de fortalecer otras monedas. Por eso han estado impulsando una nueva versión del famoso Acuerdo del Plaza de 1985, por el cual Japón y Alemania acordaron fortalecer sus propias monedas frente al dólar para apaciguar a Estados Unidos”, considera Jim O’Neill, quien piensa que “existen factores cíclicos, estructurales e incluso sistémicos que podrían aumentar la probabilidad de un debilitamiento continuo del dólar”.

“Lo que me parece claro es que la administración Trump se centra en la manufactura estadounidense y en su propia definición de competitividad, ninguna de las cuales ofrece muchas razones para esperar un fortalecimiento persistente del dólar. Es cierto que el contraargumento habitual es que los aranceles son necesarios porque el fortalecimiento del dólar es indetenible, dadas las ventajas incomparables de la 'excepcional' economía estadounidense”, señala.

Este experto explora una “dimensión sistémica”. Según la cual, la fortaleza del dólar se ha mantenido durante tanto tiempo porque su valor está estrechamente vinculado con el poder de Estados Unidos como garante de la seguridad y actor dominante en las instituciones multilaterales posteriores a la Segunda Guerra Mundial. “Si Estados Unidos abandona ahora estos roles, otros se verán obligados a defender sus propios intereses, y el dominio indiscutible del dólar podría finalmente llegar a su fin”, concluye.

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